Tamagotchi: con ellos comenzó la relación entre el hombre y la máquina

Quién no recuerda los Tamagotchi, aquellas coloridas mascotas virtuales tan de moda en los años 90 que necesitaban ser alimentadas y entretenidas regularmente para que no muriesen.

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ARCHIVO - Dos Tamagotchis fabricados por Bandai. Foto: picture alliance / dpa
ARCHIVO - Dos Tamagotchis fabricados por Bandai. Foto: picture alliance / dpa

Quién no recuerda los Tamagotchi, aquellas coloridas mascotas virtuales tan de moda en los años 90 que necesitaban ser alimentadas y entretenidas regularmente para que no muriesen.

Trasladada al mundo de hoy, esta descripción se aplica igualmente a la nueva aplicación "Peridot", que acaban de lanzar los creadores de "Pokémon Go". La única diferencia es que las criaturas virtuales no viven en un pequeño huevo de plástico, sino en la pantalla del teléfono móvil. Sin embargo, la idea básica del juego, que consiste en completar tareas y en una buena dosis de disciplina, es la misma.

Hace 25 años que los Tamagotchi llegaron a Europa, unos seis meses después de su lanzamiento al mercado en su Japón natal. El nombre es fácil de explicar: "tamago" significa "huevo" en japonés. La idea del juguete surgió de la treintañera Aki Maita, en aquel entonces empleada de la empresa de juguetes Bandai. 

Maita sabía que a muchos niños les gustaría tener una mascota, pero que en los espacios reducidos y el ritmo frenético de la vida cotidiana en Japón, esto es difícilmente concebible en la realidad. Por ese motivo quería brindarles a estos una posibilidad de experimentar la vida cotidiana con una mascota, pero de una forma más libre y sin costes de veterinario o comida. 

Por ello, ideó un sustituto: pequeñas criaturas alienígenas en una carcasa de plástico. Para que estos pudieran crecer, el propietario tenía que cuidarlos. La pantalla mostraba si un Tamagotchi tenía hambre, por ejemplo, y había que alimentarlo. También había que entretenerlo y mantenerlo limpio para que estuviera contento. Si no se lo cuidaba, el Tamagotchi se ponía "enfermo" y acababa apagándose.

El fabricante líder Bandai ya contaba con una sólida reputación, entre otros, por sus modelos de coches en miniatura y figuras de acción, lo que le permitió explotar al máximo sus canales de distribución. Los Tamagotchi fueron lanzados en Japón en noviembre de 1996, y pocos meses después ya estaban presentes en más de dos docenas de países, llegando a convertirse en juguete de culto de los años 90.

En retrospectiva, los Tamagotchi eran incluso más que eso. Mucho antes de que la inteligencia artificial y los asistentes de voz formaran parte de la vida cotidiana, diez años antes de que el primer iPhone abriera las puertas a la actual variedad de aplicaciones, estos dispositivos de sencilla tecnología dieron lugar a un hito cultural: la relación entre el hombre y la máquina. 

En el Reino Unido, un cementerio de mascotas hizo lugar para los Tamagotchi fallecidos. En un ensayo titulado "El amor en la era del Tamagotchi", el autor Dominic Pettman escribió que los pequeños dispositivos eran para muchos la puerta de entrada a las relaciones virtuales. 

Los Tamagotchi también tenían sus problemas técnicos. Por ejemplo, los modelos de las primeras generaciones podían "morir" tan rápidamente que los niños a veces los llevaban a la escuela para evitarlo. Los profesores los consideraron una distracción y fueron prohibidos en algunas escuelas, por ejemplo en Estados Unidos.

A pesar de los intentos porque no perdieran popularidad, por ejemplo, con nuevas funciones como la de hacer que los Tamagotchi se comuniquen entre sí, estos finalmente fueron dejados de lado a finales de los 90. 

Hoy en día, son las aplicaciones las que compiten por la atención de los usuarios. Y estas suelen ser más indulgentes de lo que fue Bandai en su día: los Peridots de Niantic, por ejemplo, no pueden morir aunque estén mal cuidados.

Sin embargo, los Tamagotchi no han desaparecido del todo: con motivo de su 25 aniversario, Bandai lanzó al mercado el Tamagotchi Smart. Similares a un smartwatch, estos ahora se llevan en la muñeca y permiten la comunicación a través de la pantalla táctil y la voz. Las figuras que se ven en la pantalla, sin embargo, no dejan de destilar nostalgia de tiempos pasados.

dpa