Pistas de esquí muy recomendables en Tirol del Sur

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HANDOUT - La estación de esquí de Racines-Giovo (Ratschings-Jaufen), en el sur del Tirol, no es de las más grandes de Europa, con sus 30 km de pistas, pero es particularmente apta para familias con niños. Foto: Manuel Kottersteger/IDM Südtirol/dpa - ATENCIÓN: Sólo para uso editorial con el texto adjunto y mencionando el crédito completo
HANDOUT - La estación de esquí de Racines-Giovo (Ratschings-Jaufen), en el sur del Tirol, no es de las más grandes de Europa, con sus 30 km de pistas, pero es particularmente apta para familias con niños. Foto: Manuel Kottersteger/IDM Südtirol/dpa - ATENCIÓN: Sólo para uso editorial con el texto adjunto y mencionando el crédito completo

Para acceder a la pendiente más rápida en la estación de esquí de Racines, en la región alpina de Tirol del Sur, Roland Pixner pone a disposición de sus huéspedes una moto de nieve.

Después de comer y beber una copa de licor de saúco junto a la cálida estufa de cerámica, los turistas que se hospedan en la cabaña "Fleckner", ubicada a 2.100 metros cerca del Passo Giovo, quieren volver a las pistas.

Pixner lleva a los esquiadores hasta las pistas a través de caminos estrechos y curvas empinadas. "Hoy conduje despacio", suele decir en broma al llegar a la cima, mientras los turistas aún se muestran visiblemente impactados después del salvaje recorrido.

A pesar de ello, o tal vez justamente por ello, muchos vuelven. Al fin y al cabo no es cosa de todos los días realizar un paseo de estas características o pasar la noche en una cabaña rústica con posaderos tan agradables.

La competencia gastronómica es feroz. Si se quiere sobrevivir con una cabaña que no está conectada a las telesillas o funiculares, es necesario ofrecer algo especial. Y este es el caso de los Pixner.

Hoy en día, casi todas las estaciones de esquí de los Alpes cuentan con remontes modernos, nieve artificial y hermosas pistas. Algunas tienen tantas opciones, que el turista medio difícilmente pueda recorrer todas las pistas en unos pocos días.

Una pista ideal para esquiadores tranquilos y familias

La estación de esquí de Racines-Giovo (Ratschings-Jaufen), situada en el sur del Tirol, a diez minutos de la autopista del Brennero, cuenta también con una respetable oferta de ocho teleféricos y remontes que, gracias a su inteligente trazado, ofrecen unos 30 kilómetros de pistas de descenso variadas.

Los remontes son de primera categoría y las pistas están perfectamente preparadas. No es de extrañar, ya que la zona de esquí está a las puertas de la localidad italiana de Vipiteno, donde se encuentra la empresa Leitner, uno de los mayores fabricantes de remontes y máquinas aplanadoras de nieve del mundo.

Claramente, esta estación de esquí no es la indicada para los amantes de los descensos prolongados. En cambio, Racines es el sitio ideal para los que esquían por puro placer y para las familias que prefieren un lugar un poco más pequeño, más acogedor y fácil de abarcar.

La zona de esquí entre Jaufenhaus y Saxnerhütte, a 2.000 metros de altura, es ideal para este grupo. Las pistas amplias invitan a relajarse. Los descensos son principalmente fáciles e intermedios, sin ser aburridos. Hay dos variantes que conllevan un desafío mayor y que conducen a la estación del nuevo teleférico en el valle de Racines-Giovo.

La hospitalidad es una prioridad 

Los que llegan por la mañana pueden estacionar el coche en el amplio garaje y subir por las escaleras mecánicas directamente hasta el teleférico. Antes de volver a casa, los turistas tienen la posibilidad de cambiarse de ropa o incluso ducharse en el centro de servicios. Esta oferta poco habitual es muy valorada por los huéspedes que van solo por el día o aquellos que tienen que dejar el hotel por la mañana, pero aún desean quedarse en las pistas hasta la noche.

Racines es el centro de esquí más conocido del valle de Wipptal, en Tirol del Sur. Sin embargo, hay otras dos zonas en la región que vale la pena conocer: la tranquila estación de Ladurns, sobre todo apropiada para los aficionados a los deportes de invierno que se encuentran en sus inicios. Y el Monte Cavallo (Rosskopf), que es conocido por todos aquellos que viajan hacia el sur a través del paso del Brennero, pero suelen pasar de largo.

Los teleféricos del Monte Cavallo parten desde el centro de Vipiteno (Sterzing) y se balancean directamente sobre la autopista. Desde allí hasta la amplia meseta de la montaña hay casi 2.000 metros, mientras que otros cuatro remontes llevan a más de una decena de pistas azules y rojas.

Vipiteno, un punto de partida que invita a dar un paseo

Como en todo el Valle superior del Isarco (Wipptal), también en la estación del Monte Cavallo hay escuelas de esquí bien organizadas y que han desarrollado un atractivo sistema de cursos, sobre todo para los niños.

Además cuenta con numerosas cabañas que invitan a detenerse cada poco cientos de metros y una pista de trineo de diez kilómetros. Esto la convierte en la pista de trineo iluminada y cubierta de nieve más larga de Italia.

La vista desde la terraza panorámica de Vipiteno, como los lugareños llaman a su montaña local, es tan hermosa como la ciudad medieval en Tirol del Sur. El casco histórico de Vipiteno, que se enriqueció con la plata de las minas de Ridanna (Ridnaun), alberga iglesias magníficas, viviendas y una gran torre municipal, que aún hoy domina la ciudad.

La cocina regional se une a la cocina de estrellas

Vipiteno invita a comprar en sus elegantes tiendas y, por supuesto, a hacer una parada en alguna de las posadas y restaurantes, que sirven suntuosos platos tiroleses, tradicionales menús italianos o fina cocina mediterránea.

Con una mezcla creativa de estos platos y algunos ingredientes de la cocina asiática, Burkhard Bacher ganó una de las codiciadas estrellas Michelin con su restaurante "Kleine Flamme".

La especialidad de Bacher son las vieiras con polenta de chile fuerte, cangrejos fritos con hojas de té, pechuga de pato y costillar de cordero. Él mismo cultiva todas las hierbas y especias en el patio de su pequeño templo gastronómico.

Roland Pixner no tiene mucho en común con el cocinero estrella Bacher. Pero ambos coinciden en el amor por los productos regionales: el tocino de Pixner procede de una granja local; el pan, la mantequilla y el queso son caseros, y la leche llega fresca.

Los huéspedes de la cabaña "Fleckner" pueden incluso ordeñar la vaca ellos mismos, siempre y cuando sus manos estén más o menos firmes después de un acelerado día de esquí y salvajes paseos en moto de nieve.

dpa