¿Puede el cultivo de plantas carnívoras salvarlas de su extinción?

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Una planta carnívora nepenthes jamban en un vivero. "Jamban" es la palabra indonesia para "baño". Las plantas carnívoras corren peligro de extinción en todo el planeta por la destrucción de su hábitat, las recolecciones ilegales y el exceso de nitrógeno. Foto: Christoph Schmidt/dpa
Una planta carnívora nepenthes jamban en un vivero. "Jamban" es la palabra indonesia para "baño". Las plantas carnívoras corren peligro de extinción en todo el planeta por la destrucción de su hábitat, las recolecciones ilegales y el exceso de nitrógeno. Foto: Christoph Schmidt/dpa

Matze Maier tiene una afición muy especial. El joven alemán disfruta estar rodeado de más de mil especies y variedades de plantas carnívoras en sus invernaderos.

Su colección incluye especies muy raras, como la Nepenthes clipeata, conocida popularmente como la planta jarra, que solo crece en una única montaña de Borneo, o ejemplares del género de la Sarraceni, que ya no se encuentran en estado salvaje en su verdadero hogar, en la costa este de Estados Unidos.

"Allí se han secado los humedales para obtener terrenos para la edificación", señala Maier. Agrega que también en Borneo se están depredando los hábitats naturales y responsabiliza de ello a los coleccionistas que buscan este tipo de plantas especiales. 

El joven ambientalista aborda estos temas en su canal de YouTube "Green Jaws", donde además da consejos de cómo mantener una maceta de pantano o explica en detalle las características de cada una de las plantas carnívoras.

Maier fundó hace ocho años el vivero especializado en la ciudad de Luisburgo, en el sur de Alemania, y desde entonces está en contacto con personas en todo el mundo que cultivan y preservan las plantas carnívoras.

Según el especialista, las semillas de especies raras se venden por varios cientos de euros. Asimismo comenta que si a un criador le florece una Nepenthes hembra y a otro una Nepenthes macho, el polen se envía a cualquier parte del mundo para la polinización. El procedimiento se parece un poco a los programas de conservación de especies de los zoológicos, como por ejemplo para los osos polares y los rinocerontes.

Según un estudio dirigido por el botánico alemán Andreas Fleischmann, la cuarta parte de las cerca de 860 especies de plantas carnívoras que hay en el mundo en estado salvaje está en peligro de extinción.

La investigación destaca que además de la destrucción del hábitat y las recolecciones ilegales, se suman también el exceso de nitrógeno procedente de la industria, el tránsito y la agricultura, ya que las plantas carnívoras necesitan suelos pobres en nutrientes. Agrega, que el cambio climático y la contaminación ambiental también son factores negativos para la conservación de estas especies.

Fleischmann destaca que las plantas carnívoras son importantes también por razones médicas. "Muchas contienen sustancias que se utilizan en la investigación del cáncer", precisa. El experto de la Colección Estatal de Botánica de Múnich añade que para hallar componentes hasta ahora desconocidos y sus posibles usos es necesaria la diversidad natural.

Fleischmann no cree que la cría doméstica pueda aportar un remedio o incluso una solución a esta situación y es especialmente escéptico en lo que respecta a la destrucción de los ecosistemas.

"Si se pierden los hábitats naturales, ¿de qué le sirve al oso panda sobrevivir en el zoológico?", señala a modo de comparación. De esta manera, en la llamada "ex situ", o sea, fuera del sitio original, solo se conserva el material genético. "Pero el primer objetivo debe ser proteger el hábitat" de la plantas, subraya el botánico.

No obstante, hay personas que consideran que el cultivo de plantas carnívoras es una manera de contrarrestar su extinción, sobre todo en el caso de especies muy amenazadas. 

"Ambas posturas son correctas. Una especie extinguida en la naturaleza puede, por supuesto, salvarse de una completa desaparición mediante su cultivo, pero el patrimonio genético de las poblaciones silvestres se pierde", explica Thomas Gronemeyer, presidente de la Sociedad alemana de Plantas Carnívoras.

Sin embargo, remarca que al evitar la recolección de plantas silvestres el cultivo contribuye indiscutiblemente a frenar su extinción.

"El cultivo y la distribución de plantas cultivadas no evita totalmente, pero al menos frena la recolección de plantas de los lugares naturales", señala Gronemeyer, y agrega que la mayoría de las especies conocidas de plantas carnívoras se propagan en cultivo.

Gronemeyer estima que hay unos mil cultivadores o coleccionistas privados de plantas silvestres en los países de habla alemana. Además, hay innumerables personas que, por ejemplo, compran una Venus atrapamoscas, una drosera o una grasilla en la tienda. Según el especialista en botánica, además de Maier solo hay tres cultivadores profesionales en Alemania.

Maier cuenta que recibe consultas de todo el mundo, pero que solo vende dentro de Europa debido a los complejos trámites que se requieren para los envíos a países como Estados Unidos.

Por otro lado, advierte de supuestas ofertas de especies muy raras y de la compra a través de plataformas como eBay. "Un cultivador serio siempre puede mostrar fotos de la planta madre", afirma.

Fleischmann hace hincapié en que, al igual que con los cactus y las orquídeas, existe un verdadero mercado negro de plantas carnívoras. "Se pagan precios horrendos, que para la población local representan salarios mensuales", explica en referencia a países como Indonesia y Filipinas. El experto opina que no es suficiente el control aduanero y que deben aumentarse las sanciones por importaciones ilegales.

Maier también desarrolla otro aspecto controvertido en el cultivo de plantas carnívoras: la turba. Está experimentando con diferentes materiales para crear un sustituto de la tierra que no requiera de este sedimento orgánico, que se forma en pantanos, marismas y humedales y almacena tanto dióxido de carbono como agua, por lo que su degradación es muy criticada.

"En realidad no se necesita turba en el suelo del jardín, pero con las plantas carnívoras todavía no podemos evitarlo", insiste Maier, quien sin embargo destaca que con trozos de coco, corteza de pino y vidrio orgánico, la llamada perlita, está en buen camino de poder prescindir en algún momento de la turba.

dpa