Un año más tarde, las familias vietnamitas de víctimas de tráfico de personas rotas pero sin rabia

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"No culpo a nadie". Un año después de la muerte por asfixia de 39 migrantes vietnamitas en un camión frigorífico en Inglaterra, las familias de las víctimas están destrozadas pero sin rabia y los candidatos a la migración siguen siendo numerosos.

Cuatro hombres están siendo juzgados por "homicidio involuntario" o "ayuda a la inmigración clandestina" en Inglaterra desde la semana pasada.

Le Minh Tuan, cuyo hijo de 30 años falleció en esta tragedia, no los culpa.

"Mi hijo se fue por voluntad propia", nadie le obligó, "tuvo mala suerte", dice este modesto carpintero de la provincia de Nghe An (centro) antes de echarse a llorar.

Le Van Ha, un arrocero, decidió dejar a su esposa y a sus dos hijos soñando con un futuro mejor en Europa y un nivel de vida decente para su familia. Pagó 30.000 dólares a los traficantes y pasó por Turquía, Grecia y Francia antes de morir en Inglaterra el 23 de octubre de 2019.

En total, 31 hombres y 8 mujeres, entre ellos dos adolescentes de 15 años, fallecieron, amontonados en un contenedor en una zona industrial de Grays, al este de Londres.

Las víctimas, muertas por asfixia debido al calor y a la falta de oxígeno, permanecieron en la oscuridad al menos durante doce horas a una temperatura de 38,5 grados, según la investigación.

- Miles de dólares en deudas -

Este drama sacó a la luz los riesgos de la inmigración clandestina, con traficantes sin escrúpulos que se aprovechan de la vulnerabilidad de los candidatos vietnamitas.

Muchas víctimas eran originarias de las regiones pobres del centro del país donde las familias contraen deudas de miles de dólares para enviar a uno de los suyos a Europa.

La mayoría acaban en centros de manicura o granjas de cannabis ilegal en el Reino Unido, reducidos a un estado de semiesclavitud.

Sin embargo, muchos "no se consideran víctimas porque tienen la elección de irse", dice Le Thi Hong Luong, especialista en el tráfico de migrantes de la ONG Blue Dragon.

Y el dinero que envían a casa, que se transforma a menudo en casas y coches nuevos, es un motor pese al drama.

"Muchos jóvenes quieren probar suerte" en cuanto vuelvan a abrir las fronteras cerradas por el coronavirus, dice Le Thi Hong Luong.

Le Minh Tuan se encuentra en una precariedad importante tras la tragedia.

Su familia debe reembolsar los 3.000 dólares pedidos prestados al Estado para repatriar el cuerpo de su hijo y prácticamente no gana nada como carpintero: hacer negocios con un comerciante que haya perdido a un familiar recientemente da mala suerte en la región.

"Esto va a durar dos años así... Me hubiera gustado ir a Inglaterra para encender incienso en el lugar donde encontraron a mi hijo y participar en el juicio", dice.

Las audiencias en el Tribunal Penal de Old Bailey en Londres podrían durar hasta mediados de noviembre.

Los dos principales sospechosos, el conductor del camión y un norirlandés acusado de haber organizado el movimiento de camioneros que participaban en el tráfico, se han declarado culpables y serán objeto de una audiencia posterior para determinar la condena.

En Vietnam, siete personas, acusadas de haber participado en el tráfico, ya han sido condenados mientras que prosiguen las investigaciones en Francia y en Bélgica, con 13 sospechosos acusados en cada uno de los dos países.

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