Un nuevo stent cura el corazón y desaparece

Sólo en la Argentina desde fines de la década del ´80 se colocan más de 40 mil dispositivos por año en intervenciones coronarias

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En salud coronaria, los argentinos llevan la delantera en cuanto a avances y descubrimientos. Al revolucionario by pass del doctor René Favaloro le seguiría años después el invento que fue calificado como "una de las diez patentes que cambiaron el mundo".

La idea original del stent, que patentó en 1988 el radiólogo argentino Julio Palmaz, cuando estaba trabajando en los Estados Unidos, salva, sólo en la Argentina y en lo que a intervenciones coronarias se refiere, más de 40 mil vidas al año, según datos del Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas (CACI).

Con la función de restablecer y mantener el flujo sanguíneo, el dispositivo es utilizado, además, para el tratamiento de aneurismas, especialmente cerebrales. Es que el uso para el que se ideó el stent es el tratamiento de obstrucciones en arterias, donde su función es sostener la pared de la arteria desde adentro.

El stent, también denominado "prótesis intravascular", era en sus orígenes una malla metálica expandible cilíndrica que se coloca en el interior de las arterias

El stent, también denominado "prótesis intravascular", era en sus orígenes una malla metálica expandible cilíndrica que se coloca en el interior de las arterias, venas u otros órganos huecos, cuando presentan obstrucciones originadas por distintas situaciones, especialmente por colesterol y otras grasas.

"Es como un encofrado, que nació como una malla metálica de acero inoxidable y que luego se fue modificando hasta llegar a los actuales stents liberadores de droga y biodegradables, la última novedad en la materia", declaró Alfredo Bravo, especialista en Cardioangiología y miembro del CACI.

"En cuanto al uso de los stents tradicionales, muy utilizados por cierto, se incorporaron versiones con aleaciones cada vez más seguras y adecuadas a las circunstancias. Por ejemplo, para ciertas localizaciones se diseñaron dispositivos 'autoexpandibles', que funcionan como verdaderos resortes que toman su forma original cuando se posicionan -explicó el doctor Alejandro Cherro, cardioangiólogo intervencionista, vicepresidente del CACI-. También se idearon stents liberadores de drogas para disminuir el riesgo de reobstrucción de la arteria debido a la proliferación de células musculares, en los cuales la estructura metálica se recubre de un polímero plástico que libera droga durante un lapso de alrededor de 30 días. Luego se desarrollaron stents con polímero biodegradable y más recientemente el stent biodegradable, con aleaciones absorbibles por el organismo. Ello significa que el stent se coloca, desobstruye la oclusión, y luego se reabsorbe en forma natural".

"Para el tratamiento de aneurismas, especialmente cerebrales, contamos también con los stents diversores de flujos, que son dispositivos de malla más fina, especiales, que permiten tratar el aneurisma sin bloquear el flujo de las 'ramas' involucradas, es decir que quedan habilitadas (lo que representa menores secuelas neurológicas tras una afección cerebrovascular). Todos ellos conviven saludablemente y cada uno posee indicaciones precisas", completó Ernesto Torresani, médico especialista en Cardioangiología y ex presidente del CACI.

Ya hay 100 argentinos que recibieron el implante de stent biodegradable, que están aprobados por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT), y en los Estados Unidos, ayer un comité de expertos de la agencia regulatoria también se manifestó a favor de dar luz verde a ese tipo de dispositivo.

Bravo subrayó que la eficacia del stent "es muy elevada, con un riesgo de reobstrucción que oscila entre 0,6 y 1% al año", e informó que "permanentemente se buscan nuevas opciones que reduzcan aún más ese riesgo".

Su utilización permitió reemplazar numerosas cirugías "a corazón abierto", que tienen un riesgo mayor para el paciente y que requieren de una recuperación más prolongada.

Su utilización permitió reemplazar numerosas cirugías "a corazón abierto", que tienen un riesgo mayor para el paciente y que requieren de una recuperación más prolongada

"La colocación de stents se realiza mediante cateterismo: se introduce el dispositivo a través de una arteria, con una mínima incisión y anestesia local; generalmente son procedimientos en los que el paciente puede retomar su actividad normal en poco tiempo", detalló Torresani.

Asimismo, aclaró que existen "otras variantes modernas, tales como los stents diversores de flujo indicados en aneurismas -en especial cerebrales-, que son dispositivos de malla más fina, especiales, que permiten tratar el aneurisma sin bloquear el flujo de las 'ramas' involucradas, lo que representa menores secuelas neurológicas tras una afección cerebrovascular".

Un reciente sondeo realizado por el CACI entre alrededor de 500 pacientes que fueron sometidos a un procedimiento de angioplastia coronaria, o sea, la desobstrucción de una o varias arterias, generalmente finalizada con el implante de stents reveló entre sus principales conclusiones que durante el procedimiento casi 9 de cada 10 pacientes (87%) no sintieron dolor o refirieron un ligero dolor que cedió en pocos minutos. De los pacientes que refirieron dolor en el pecho moderado o intenso (13%), la mitad de ellos (53,8%) estaba cursando un infarto agudo de miocardio por oclusión aguda espontánea de una de las arterias coronarias; y entre los que refirieron dolor intenso (solo 4%, 21 pacientes), el 76% (16 personas) estaban cursando un infarto agudo de miocardio (IAM), es decir el dolor era producido por su cuadro clínico de ingreso y no por la angioplastia en sí misma.

Sobre cuánto tiempo demoraron en retomar las tareas en función del tipo de cuadro que se padecía, se observó una diferencia importante entre los pacientes que tuvieron IAM con respecto a los que ingresaron con angina de pecho: entre los pacientes con IAM, el 8,7% retomó antes de los 4 días, el 25,0% entre los 4 y los 7 días, el 34,9% entre los 7 y los 14 días y el 31,4% luego de los 14 días, mientras que entre los pacientes con angina de pecho más de 6 de cada 10 (62,8%) retomaron sus quehaceres habituales en 7 días (un 24,8% antes de los 4 días, y un 38,0% entre los 4 y 7 días) y más de 8 de cada 10 (86,4%) dentro de los primeros 14 días (un 23,6% entre 7 y 14 días), mientras que solo el 13,6% necesitó más de 14 días.