El régimen de Irán instigó el ataque a la embajada de Arabia Saudita en Teherán

Riad confirmó su decisión de romper relaciones diplomáticas con los persas y sostuvo que los hechos configuran "un caso de guerra". Afirman que la Guardia Revolucionaria está detrás de los incidentes

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 EFE 163
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La inteligencia saudita confirmó que su decisión de romper relaciones diplomáticas con Irán se debe fundamentalmente a que los ataques a las embajadas extranjeras en la capital iraní se han producido con la anuencia oficial del régimen chiita, a pesar de todas las medidas de seguridad que Teherán dice haber tomado.

Según Riad, los hechos configuran "un caso de guerra" y las declaraciones oficiales del régimen iraní son burdas falacias carentes de verdad. La Casa de Saud sostiene que los desmanes fueron apoyados desde "la oscuridad" por la Guardia Revolucionaria Iraní, rompiendo con todas las normas diplomáticas que rigen para las buenas relaciones bilaterales.

La Casa de Saud sostiene que los desmanes fueron apoyados desde "la oscuridad" por la Guardia Revolucionaria Iraní

Horas después de las manifestaciones hostiles y las declaraciones por parte de las autoridades iraníes por la ejecución del sheik chiita Nimr al Nimr, llevada a cabo por las autoridades sauditas, partidarios extremistas del líder supremo de Irán y extremistas del grupo suicida Basij irrumpieron en la embajada saudita en Teherán y en su consulado situado en Mashad y provocaron destrozos totales en la delegación diplomática y el consulado. Ambos lugares acabaron saqueados, destruidos e incendiados completamente.

A pesar de las declaraciones oficiales iraníes sobre la protección de las oficinas consulares y la embajada saudita, los hechos marcan claras contradicciones, sostiene la inteligencia saudita.

Ante las evidencias, Teherán se vio obligado a retirar todas las declaraciones que dieron lugar a los disturbios y ataques a la embajada y advirtió a los manifestantes de las consecuencias a las que Irán tendrá que hacer frente ante la comunidad internacional por esos comportamientos violentos e irresponsables.

El presidente iraní, Hasan Rohani,rápidamente salió a criticar los ataques que destruyeron la embajada y el consulado, pero subrayó que ambos son "entendibles desde el malestar del pueblo de Irán".

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De acuerdo con el sitio web oficial de prensa presidencial, la inteligencia iraní habría ordenado perseguir a los responsables de los ataques con firmeza para detenerlos y ponerlos a disposición de las autoridades judiciales. La contraparte saudita ha dicho al respecto que eso es una muestra más de la hipocresía del régimen sectario chiita.

El ex presidente Ali Rafsanjani, jefe del Consejo de Discernimiento Religioso, denunció el comportamiento extremista, la violencia y el sabotaje deliberado de diplomáticos sauditas declarando que "sólo complican con sus mentiras y profundizan la crisis regional manchando la reputación de Irán ante el mundo".

El fiscal general de Irán, Abbas Dawlat Abadí, anunció que las fuerzas de seguridad iraníes buscan a gran escala a las personas que ingresaron en las instalaciones de la embajada esa noche y están investigando para clarificar quienes estuvieron detrás del ataque.

El jefe de la Policía de Teherán describió a los autores como "unos pocos imprudentes" y confirmó que han apedreado el edificio de la embajada y lanzado proyectiles incendiarios del tipo de las "bombas molotov".

Además, el portavoz oficial ministerial de Asuntos Exteriores, Jaber al Ansari, emitió un comunicado para pedir que las fuerzas de seguridad detengan a todo aquel el individuo que se manifieste protestando ante delegaciones diplomáticas de cualquier país y destacó la necesidad de garantizar la seguridad de todas las embajadas y consulados en Teherán.

Como sea, ninguna de estas declaraciones ni medidas tomadas posteriormente por el gobierno iraní han sido recibidas por los países del Golfo de forma satisfactoria o en el marco de una respuesta honesta y verdadera. Todo es muy poco creíble en dirección a las declaraciones oficiales iraníes, ha respondido el Ministerio de Asuntos Exteriores saudita, que decidió romper relaciones diplomáticas con Teherán precipitando y ahondando la brecha entre ambos gobiernos.

La última vez que Arabia Saudita rompió relaciones con Irán ocurrió ante sucesos similares que se produjeron en 1988, cuando su embajada en Teherán fue asaltada y destruida por manifestantes y ello produjo un importante desequilibrio de poder regional que derivó en 1990 en la invasión de Kuwait por parte de Saddam Hussein, aunque finalmente esa guerra colaboró para cerrar la brecha y las relaciones fueron restablecidas.

Riad y Teherán respaldan lados claramente opuestos e irreconciliables

La situación actual es más difícil porque juegan otras energías y poderes regionales sumidos en profundas crisis políticas y bélicas que ahondaron la rivalidad sectaria en la región, y es claro que Riad y Teherán respaldan lados claramente opuestos e irreconciliables, lo que hace más complejo alcanzar soluciones para el conflicto emergente de la religión y la política. Así, la nueva crisis muestra claramente la posición de Arabia Saudita de romper definitivamente con Irán y sus aliados e incluso hacerles frente militarmente.

Las decisiones sauditas de última hora en Siria y Yemen también son, en parte, una respuesta al acuerdo nuclear entre Irán y las potencias mundiales que levantaron las sanciones contra Teherán, lo que le ha facilitado obtener más dinero y espacio político a los chiitas iraníes.

La nueva crisis ha tenido el efecto de endurecimiento y de confrontación ampliada al punto que algunos de los aliados de Riad también cortaron relaciones diplomáticas con Teherán después del ataque a la embajada saudita. Esa reacción en cadena del Grupo de Cooperación de los Países del Gofo (GCPG) puede complicar las complejas conversaciones políticas sobre la formación de un gobierno en Líbano, los esfuerzos en la búsqueda a una salida por medio de una solución política al conflicto sirio, y lo mismo cabe para las hoy estancadas conversaciones para poner fin a la guerra civil de Yemen, como también al acercamiento de Riad con Bagdad.

Con la actual situación y la tensión entre sunitas y chiitas en alza, algo que no se veía con esta gravedad desde la primera guerra del Golfo, hay una posibilidad muy amplia de una mayor escalada en los distintos teatros militares de Oriente Medio, sin descartar incluso un enfrentamiento directo entre los países del Golfo –aliados a Arabia Saudita– y el régimen chiita de Teherán, lo que comprometería no solo la estabilidad regional sino de la comunidad internacional toda.

Irán ha dicho, en las últimas horas, que tanto su diplomacia como sus fuerzas militares están listas para acabar con situaciones políticas o militares que plantee Arabia Saudita y sus socios del Golfo. Esto significa una amenaza directa y clara del régimen iraní que pavimenta el camino hacia el estallido de un conflicto bélico sumamente peligroso. Peor aún, esta vez, la reacción de Arabia Saudita no ha sido la de actuar mediante la diplomacia y mostrando interés por resolver la crisis a través del diálogo, desde el Ministerio de Defensa de Riad se están enviando mensajes y declaraciones que manifiestan claramente que los sauditas no están dispuestos a tolerar más el accionar del régimen de Teherán.