El cese de ventas a la edición "Explorer" de Google Glass, de casi dos años de existencia, entró en efecto hoy , 19 de enero. La decisión coincide con la separación de las gafas del laboratorio secreto Google X, donde fueron inventadas.
Ahora las Glass operarán en la división dirigida por el experimentado ejecutivo de mercadotecnia Ivy Ross, cuya experiencia previa incluye su paso por compañías enfocadas en la moda como Gap y Calvin Klein. Ross le reportará a Tony Fadell, quien jugó un papel instrumental en el diseño del iPod de Apple y ahora dirige la fabricante de dispositivos inteligentes Nest Labs, que Google adquirió el año pasado por u$s3.200 millones.
Google seguirá vendiendo una versión de las gafas a compañías que le encontraron usos al dispositivo en sus oficinas, tiendas y fábricas. La empresa con sede en Mountain View, California, aún planea volver con un nuevo modelo de las Glass al consumidor, pero no dio una fecha para su lanzamiento.
Para cuando las gafas regresen al mercado, enfrentarán más competencia de otros dispositivos inteligentes, incluida una línea de relojes que Apple planea sacar a la venta en pocos meses.
Google equiparó la versión Explorer de las Glass a un niño que aprende a caminar.
"Bueno, todavía tenemos algo de trabajo por hacer, pero ahora estamos listos para ponernos los zapatos de niño grande y aprender a correr", señaló Google.
Las Glass se ven como un par de anteojos, sólo que la versión Explorer no contiene ningún cristal. En lugar de eso, el dispositivo cuenta con una pequeña pantalla sujetada por encima del ojo derecho para que el usuario pueda revisar su correo electrónico, los mensajes en Twitter o recibir direcciones sin tener un teléfono al alcance.
Google comenzó a distribuir el dispositivo de u$s1.500 a programadores y a cerca de 10.000 personas al azar en 2013 con la esperanza de que ese grupo de prueba ofreciera nuevas ideas para el uso de las Glass e incrementara el entusiasmo por una manera de mantenerse conectado a internet sin utilizar las manos.
Aunque generaron mucha intriga y publicidad, las Glass no pudieron ganar aceptación global. Parte de la aversión se derivó de que el diseño lo hacía a uno lucir extraño en lugar de vanguardista. Las gafas también decepcionaron a muchos por su potencial para inmiscuirse en la privacidad de otros, al tomar fotos y videos sin que se dieran cuenta.
"Es la herramienta perfecta del acosador", dijo John Simpson, director del proyecto de privacidad de Consumer Watchdog, un grupo que ha estado entre los críticos más fuertes de Google. "Es difícil ver cómo resolverán eso".
Cerca de la mitad de los consumidores tenían preocupaciones de privacidad con las Glass, de acuerdo con datos recabados por Forrester Research.
El precio también limitó la demanda por las gafas cuando Google comenzó a vender el dispositivo al público en general en mayo pasado.
"Google necesita construir una imagen al consumidor para el producto y lidiar con los asuntos de privacidad si es que quiere que entren al mercado masivo", dijo J.P. Gownder, analista de Forrester.
Google no reveló cuántas unidades vendió de la versión Explorer de las Glass.
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