El Mundial Qatar 2022 vive en el ojo de la tormenta. Ya sea por las denuncias de corrupción en su proceso electoral, por las altas temperaturas o por la explotación de trabajadores en las obras de los estadios.
Este último ítem fue el eje de un informe de Amnistía Internacional (AI), que denunció la explotación de los trabajadores extranjeros con un documento titulado "No hay prórroga: cómo Qatar está fallando en los derechos de los trabajadores ante la Copa del Mundo".
Esta organización de derechos humanos pone en duda el compromiso de las autoridades qataríes y asegura que no avanzaron desde que hace seis meses anunciaron reformas. El informe coincide con la revelación de que obreros norcoreanos trabajan en Qatar en condiciones de esclavitud para enriquecer al régimen de Pyongyang.
Según un artículo que publicó The Guardian, unos 3.000 obreros norcoreanos trabajan en condiciones de esclavitud en las obras de Qatar sin recibir un sueldo a cambio. Aunque las agencias estatales de su país que los colocan aseguran que parte de los salarios se envían a sus familias en Corea del Norte, las declaraciones de varios trabajadores indican algo diferente.
Al parecer, en Pyongyang se quedan al menos con el 90% de lo que ganan estos obreros. Si bien el diario británico menciona cuatro obras en el nuevo barrio de Ciudad Lusail en las que trabajan obreros norcoreanos, no hay indicios suficientes de que estén implicados en la construcción de estadios para el Mundial.
Antes de su designación como sede mundialista, Qatar tenía población autóctona de apenas 300.000 personas. Esa cifra se duplicó hasta alcanzar los dos millones. Los extranjeros suponen el 94% de la fuerza laboral. La mayoría son obreros no cualificados procedentes de Asia.
Amnistía Internacional asegura que el Gobierno de Doha no cambió nada. Su informe se centra en el sistema de patrocinio, que ata a los trabajadores a la persona que los emplea y los pone en peligro de ser explotados. El empleador se convierte en el dueño del obrero al quedarse con su pasaporte y firmar o no el permiso de salida del país.
Además, no hay suficiente control sobre el cumplimiento de los contratos, y a menudo los obreros cobran menos de lo estipulado, trabajan sin las medidas de seguridad mínimas y se ven obligados a vivir en condiciones deplorables.
Al estar prohibidos los sindicatos, carecen de amparos, y el recurso a la Justicia es muy caro. Amnistía Internacional cierra su documento anunciando que hará otro control en seis meses.
Más Noticias
Descenso abrupto de temperatura y alerta por tormentas: así estará el tiempo este domingo en el AMBA
Luego de varios días de calor intenso, llega la tormenta a gran parte de la provincia de Buenos Aires y CABA. Además, el SMN emitió alertas en diferentes regiones del país

Agustín Calleri confirmó que irá por un nuevo mandato en la AAT: “Nos convertimos en una Asociación seria”
El cordobés hizo un repaso de su gestión y anunció que va por más. Lo logrado y sus nuevos objetivos

“Pensé que del arte no se podía vivir”: la artista argentina que pasó de pintar en las calles a dejar su huella en Qatar
Con un mate y el ritmo de la cumbia de fondo, Graciela Goncalves Da Silva representa al país por todo el mundo. Bajo su característico sello “Animalitoland”, la artista se enfrentó al desafío de romper la barrera cultural con la sociedad qatarí

Cafetines de Buenos Aires: la postal casi centenaria de Villa Devoto que tienta con fabada, sidra tirada y pan dulce todo el año
El Café de García abrió sus puertas en 1927, en la esquina de Sanabria y José Pedro Varela. La construcción pertenecía al matrimonio Metodio y Carolina García, que dejó su legado en manos de sus hijos Rubén y Hugo con la condición de que trabajaran juntos. La popularidad no paró de crecer, hasta llegar a oídos de su vecino más famoso, Diego Armando Maradona

Entre el aislamiento y el conventillo: el dilema de la convivencia en una sociedad que vive cada vez más sola
La soledad crece entre jóvenes que no pueden emanciparse y adultos mayores que envejecen sin compañía, mientras el modelo de vida individual se vuelve insostenible y obliga a repensar nuevas formas de convivencia intergeneracional
