Desde la infancia hasta la adultez, el ejercicio regular previene enfermedades, reduce el estrés y promueve el bienestar psicofísico
Chicos, adolescentes y adultos tienen diversas necesidades, que pueden ser más o menos visibles según la personalidad. Pero la actividad física es un factor común que, según lo demuestran las investigaciones científicas, mejora la calidad de vida durante todas estas etapas. Por eso, es importante que la familia y la escuela le presten atención durante la infancia y la adolescencia. También que los adultos incorporen este hábito y que las distintas instituciones y ONG estimulen a las personas sanas o con capacidades diferentes.
Los padres deben incentivar el deporte durante las primeras etapas de la vida siempre y cuando coincida con el deseo del niño. De nada sirve la exigencia, porque a la larga el niño se estresa y abandona lo que se le impuso. Por esta razón, es aconsejable ofrecerles a los chicos diferentes opciones, como actividades lúdicas y recreativas en las que el resultado final no tenga demasiada importancia. Lo más conveniente es que corran, que salten y, si es posible, que lo hagan en equipo para favorecer el intercambio grupal.
Los chicos en edad escolar tienen energías más que suficientes, y depositarlas en el movimiento es una buena táctica para el desarrollo de una vida saludable. Por un lado, lo ideal es que hagan alguna actividad física durante 60 minutos, al menos dos o tres veces a la semana. De esta manera, logran mejorar la flexibilidad y la fuerza muscular, y modelar el esqueleto. Por otro lado, una alimentación equilibrada y ocho horas diarias de sueño son aliados oportunos para alcanzar un desarrollo psicofísico armonioso. Además, acortar a dos o tres horas por día el tiempo para mirar TV, jugar con videos o usar la computadora es suficiente para evitar el sedentarismo y la obesidad infantil.
Tanto los padres como las escuelas juegan un rol importante para mantener a los chicos físicamente activos. Y debemos destacar la importancia del estilo de vida familiar porque los niños imitan a los padres. Si el papá o la mamá realizan algún tipo de deporte, lo más probable es que los hijos adopten esa misma conducta. De manera complementaria, la escuela debe establecer estrategias que incluyan programas de deportes intramuros, así como la práctica deportiva intercolegial.
Los adultos también
Entre otros beneficios, la actividad física y la movilidad regular durante la adultez previenen las enfermedades cardiovasculares, la obesidad, la diabetes y la osteoporosis. La disciplina es necesaria para alcanzar este objetivo, mientras que la práctica aislada resulta ineficaz. Las actividades pueden ser de variada intensidad: las hay leves, moderadas (caminata rápida, andar en bicicleta) y vigorosas (trotar, correr o nadar), de acuerdo con la capacidad y con la necesidad de cada individuo.
Los adultos que realizan deportes de manera regular tienen menos estrés y también menor posibilidad de desarrollar diabetes tipo 2. El efecto sobre la disminución de la glucemia se debe, en parte, a un aumento del consumo de azúcar por las fibras musculares y a un descenso en la producción hepática de esa sustancia. Es importante destacar que este efecto se alcanza si la actividad física se mantiene en el tiempo.
Por otro lado, el ejercicio físico también beneficia a las personas con sobrepeso o hipertensión. Ayuda a las primeras a bajar de peso de manera paulatina –si va acompañado de una dieta apropiada– y contribuye a normalizar los valores de presión arterial en las segundas. Algunos estudios demostraron que los individuos que practican deportes presentan modificaciones de la pared de los vasos sanguíneos, de manera que estos llevan mayor caudal de sangre a aquellos lugares donde hay más consumo de energía, como los músculos, los huesos y las articulaciones. También se documentó que los niveles de noradrenalina (sustancia que produce constricción de los vasos sanguíneos y, por lo tanto, aumento de la tensión arterial) están disminuidos en las personas que regularmente realizan ejercicios.
La movilidad física es, además, una importante arma de prevención de la osteoporosis porque favorece el depósito de calcio en los huesos. Los ejercicios más recomendados son los que mayor carga le imponen a estas estructuras. Y debemos recordar que no solo el ejercicio influye en el mantenimiento de la masa ósea, sino también las hormonas y los nutrientes aportados por la dieta.
La autora es médica pediatra del Sanatorio Mitre y de Stamboulian Servicios de Salud
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