Los 10 inventos más extraños de la historia

Son los más raros de todos los tiempos. Las creaciones van desde un cigarrillo-paraguas hasta una máquina que facilita la lectura de varios libros a la vez. Vea las fotos

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En 1954 se inventó el cigarrillo-paraguas para todos aquellos a los que les gusta fumar bajo la lluvia.

      

Agostino Ramelli fue un ingeniero italiano que tuvo la novedosa idea de crear una máquina que facilitara la lectura de varios libros a la vez sin moverse del lugar. Este artefacto, conocido como la máquina rotatoria de lectura, es ideal para los amantes de los libros.

      

Los localizadores acústicos, para detectar sonidos a distancia, fueron inventados con el fin de ayudar a la navegación en la niebla. Estos artilugios también fueron usados en la guerra para detectar la llegada de los enemigos.

      

En 1875, en Francia, se fabricó la Cynosphera, la cual consiste en un triciclo propulsado por perros enjaulados. El invento se desestimó porque Sociedad Protectora de Animales no lo aprobó.

      

Más que un invento, las bombas murciélago eran una técnica de guerra que EEUU planeaba usar contra Japón. La táctica consistía en atar pequeñas bombas a los murciélagos para que cuando estos buscaran refugio en los edificios nipones, explotaran causando gran destrucción a su paso.

      

El Globo de Gottorp, construido en 1560 y considerado como el predecesor del planetario moderno, era una gran esfera de tres metros de diámetro, hueca por dentro, que recreaba en su interior el movimiento de las constelaciones celestes. Este artilugio funcionaba con agua.

      

En 1963 se inventaron los pechos-corazón, los cuales están hechos de silicona y producen latidos similares a los del corazón. El objetivo de esta invención es ayudar a los bebés a dormir.

      

El magnate francés Gastón Meier instaló en su comedor un modelo de ferrocarril que llevaba la comida desde la cocina hasta cada uno de los invitados de la mesa. Cuando la cena terminaba, el tren llevaba los restos a la cocina.

      

El físico y filósofo Santorio Santorio creó la silla para pesarse. Este invento permitía saber cuanto peso se aumentaba al comer y cuanto se perdía al realizar diferentes actividades.

      

Muchos aspirantes a pianistas recurrieron al estirador de dedos para "dar con el talle". Esta invención fue creada en el siglo XIX y fue responsable de muchos tendones dañados.