Bruxismo: cuando el ritmo de vida y los nervios dañan los dientes

Si usted es de los que se despiertan con dolor en las mandíbulas, y hasta los oídos, seguramente sufra bruxismo, que no es ni más ni menos que un exceso de presión ejercida sobre la dentadura durante el sueño como consecuencia de la alteración del sistema nervioso central. Cómo prevenirlo

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Hoy más que nunca, nuestro modo de vida influencia sobre el organismo. Refiriéndonos a los problemas bucales uno de ellos -cada día más común- es el bruxismo producto de una excitación del sistema nervioso central que produce una hiperactividad muscular.

Son precisamente los músculos los encargados de generar fuerzas que sobrecargan al sistema bucal. Estas fuerzas pueden producir alteraciones musculares, articulares y también el masivo desgaste de dientes.

Con respecto a este último problema, los tratamientos en estadios avanzados de desgaste dentario son complejos, costosos y nunca comparables a los propios dientes sanos.

Hoy ya en el siglo XXI el diagnóstico precoz y la prevención son más importantes que los tratamientos de alta complejidad. Estos dos aspectos permiten detener y controlar de forma simple, económica y segura este problema. Ya en presencia de daños avanzados, sólo en manos de especialistas se podrán lograr tratamientos con cierta longevidad.

El bruxismo es el rechinamiento de los dientes que se realiza generalmente durante la noche. Este movimiento es inconsciente y lo generan los músculos comandados por el sistema nervioso central.

Para tratar de entender, habrá que conocer que la boca tiene dos posiciones, la primera se llama oclusión habitual y es la relación de los dientes que tenemos durante todo el día (es como mordemos siempre). La otra posición se llama relación céntrica y es una relación dentaria y esqueletal (sería la posición más fisiológica del maxilar inferior en relación con el cráneo).

Está estudiado que, cuando un paciente bruxa, va desde esta habitual hasta céntrica. Por esto la alineación dentaria cumple un rol fundamental en la protección de nuestra boca.

Los síntomas del bruxismo son los siguientes:

  • Dolor en la articulación temporomandibular
  • Dolores musculares o de oído
  • Sensibilidad al frío y al calor
  • Rechinamiento de los dientes y ruidos nocturnos
  • Desgastes de piezas dentarias
  • Retracciones gingivales (encías)
  • Socavados en los cuellos dentarios
  • Fracturas dentarias

Cuando un paciente cierra la boca y sus dientes entran en contacto se denomina oclusión. Cuando la boca cierra, los molares y premolares (muelas) protegen a los dientes anteriores (incisivos) y a la articulación temparomandibular. Cuando la mandíbula se mueve para los costados (lateralidad) los dientes anteriores protegen a los dientes posteriores y a la articulación temporomandibular. Por esto es que una correcta alineación tridimensional de los dientes ayuda a reducir el bruxismo.

Desde 1930, para evitar que los dientes se desgasten, se colocan dispositivos entre los dientes llamados placas de descanso.

Las placas blandas que generalmente se usan no cumplen ningún efecto, ya que con estas nunca cumplimos el objetivo de oclusión protegida que habíamos mencionado anteriormente.

Estos dispositivos que recomendamos se realizan en acrílico y suelen ser muy cómodas en relación a los tejidos blandos. Tienen un ajuste externo para alcanzar la oclusión perfecta (protegida), o sea que lo que no logran los dientes se consigue con la placa.

Como conclusión podemos decir que el bruxismo se realiza generalmente de forma inconsciente, que las placas son un remedio para frenarlo pero la conservación o rehabilitación de la alineación dentaria correcta es fundamental. Será el odontólogo el encargado de diagnosticarlo, interceptarlo y/o llevar a cabo una verdadera rehabilitación oral cuando sus efectos perjudiciales ya estén presentes.

Desde el punto de vista profesional, si bien el desgaste dentario tiene solución, lo más importante es prevenir que los tratamientos de altísima complejidad se realicen.