¿Un estigma falso?

Según un investigador, el primer sacerdote católico en llevar las heridas de Cristo en su piel fue un "charlatán". Su postura sobre la historia de estas marcas

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El historiador Sergio Luzzatto trabajó con archivos del Vaticano para demostrar que los estigmas del Padre Pío fueron falsos. Aseguró que se mutiló deliberadamente para llamar la atención de los fieles.

En el libro Padre Pío: milagros y política de la Italia del siglo 20, el especialista acusa de charlatán a quien presuntamente fue el primer cura en tener estigmas en la piel. No se trata de la primera vez que se ponen en duda las cicatrices que tenía en manos, pies y el costado izquierdo.

Este hombre, que fue canonizado hace cinco años, fue reconocido mundialmente por la Iglesia Católica por las marcas que se le hicieron en su cuerpo, las mismas que sufrió Cristo tras su crucifixión.

Los guantes sin dedos que solía llevar fueron reconocidos por miles de fieles que se le acercaban para escuchar la palabra de Dios. El 20 de septiembre de 1918, aparecieron visiblemente las primeras llagas.

El caso fue estudiado por el Vaticano. El mismo envió a un médico para que corroborara la veracidad de las marcas. El especialista dudó en un principio por lo que decidió hacerle una prueba.

Vendó sus heridas de una manera para que no tuvieran contacto con el ambiente y esperó un mes para sacarlas. Para su sorpresa, la piel no se había regenerado. Las marcas continuaban imborrables pese al paso del tiempo.

Sin embargo, el historiador aseguró que la prima de un farmacéutico, María de Vito, había sido la responsable de proveer de ácido al cura, según informó el diario The Independent.

"Cuando regresó a Foggia trajo los saludos del Padre Pío y me pidió en su nombre y en estricta confidencialidad que le diera ácido carbónico. Me dio una botella de 100 gramos que tenía una calavera y huesos", aseguró el farmacéutico de aquella época.

Esto le dio la pauta a Luzzatto que le padre se forzaba las lastimaduras. La urgencia de su necesidad de ácido era presuntamente para que no se supiera la verdad.