Los mejores inventos argentinos de la historia

No se trata del dulce de leche ni del mate. Conozca las creaciones que modificaron la historia del mundo. Además, los que lograron convertirse en una Pyme

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Cuando Juan Vucetich desarrolló en 1891 el sistema de huellas digitales para la identificación de personas, distó de imaginar que su creación daría la vuelta al mundo.

Del mismo modo, otros avances argentinos recorrieron y recorren el planeta.

Uno de los inventos con más impacto comercial fue el Ladislao Biro, quien comenzó a idear el bolígrafo 1936 y 1938. En 1944 logra mostrarlo en el mercado y hasta el día de hoy, es uno de los inventos con más repecursión comercial.

El género femenino también aportó su creatividad. Lola Mora, aunque fue conocida más como artista, también fue pionera en la invención. Obtuvo varias patentes y entre sus creaciones se destacan un sistema para proyectar películas de cine sin pantalla (utilizando una columna de vapor), y sistemas para la exploración minera.

En el campo de la medicina, el doctor René Favaloro ideó una técnica quirúrgica llamada "bypass", hoy utilizada en todos los sanatorios. Por el hallazgo, Favaloro recibió numerosos premios en todo el mundo. Sin embargo, pese a haber sido un cirujano excepcional, no puede ser considerado propiamente como un inventor, ya que nunca presentó u obtuvo ninguna patente de invención, aseguran desde la Escuela Argentina de Inventores.

Grandes creaciones

La memoria se remonta a Luis Agote, un argentino que creó instrumentos para la transfusión sanguínea. Gracias al aporte de este inventor, se logró la primera transfusión con sangre almacenada.

El campo inventivo llegó también al séptimo arte. En 1917, Quirino Cristiani revolucionó la industria cinematográfica al idear la primera tecnología para armar dibujos animados.

Ya en tiempos modernos, Mario Dávila se las ingenia para transformar un semáforo común en un semáforo para ciegos.

?Hay varios casos que, a partir de tecnologías muy simples, han creado PyMEs de base tecnológica con capacidad exportadora y han obtenido valiosos premios. Así, crearon fuentes genuinas de trabajo y contribuyeron a mejorar la calidad de vida de nuestra sociedad?, explica Eduardo Fernández, director de la Escuela Argentina de Inventores.

Fernández preside una institución cuyo objetivo es ofrecer un sistema de capacitación permanente para formar inventores profesionales y, también, crear opinión pública sobre el verdadero y valioso rol social.

Las pymes a las que se refiere Fernández ya están en carrera. Hugo Olivera fue uno en poner su invento en práctica y convertirlo en un negocio redituable. Olivera es el responsable del Descorjet, un revolucionario destapador de bebidas espumantes.

Algo similar ocurre con Ricardo Maclen, espíritu creador de una máquina emblistadora para el uso farmacológico. En otras palabras, la máquina hace los blister para los medicamentos. La misma senda siguió Nicolás Di Prinzio, un joven a quien se le ocurrió crear un señalador magnético para libros llamado Flaps.

Todos pueden pertenecer

Fernández explica que, en principio, cualquiera puede ser inventor. En ese caso debe solicitar formalmente ser inscripto como socio. Es aceptado si tiene un proyecto y firma un código de ética de la asociación, entre otros requisitos.

Además, por tercer año consecutivo, miembros de la Asociación Argentina de Inventores han ganado el concurso Ciudad y Tecnología (2001, 2002 y 2003), organizado por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La última vez se premió un invento acorde a la época que se vive. Dos inventores se llevaron un galardón por crear un cesto de basura antivandalismo, algo así como un tacho que soporte ataques de perros y de personas que destruyen el cesto y desparraman los deshechos.

Denise González Eguilior
deguilior@infobae.com