El vínculo vivo entre pasado y presente: por qué es importante mantener los edificios históricos

Lugares como El Cabildo o las confiterías El Molino y La Ópera, fueron remodelados durante el comienzo de la pandemia. Dos arquitectos explicaron a Infobae cómo estos lugares definen un escenario sociourbano indispensable

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Remodelación de edificios históricos
Remodelación de edificios históricos

Buenos Aires tiene ese “no se qué”. La amplitud de la frase es enorme y incluye: su cultura e idiosincrasia y sus miles de museos, lugares y bares. En ese universo, los edificios históricos, tan característicos, sobre todo los de la Capital Federal, se llevan miradas, visitas y que atraen a miles de turistas por año.

Buenos Aires tiene actualmente varios de estos edificios de interés histórico en remodelación. Y esa es, siempre, una buena noticia: mantenerlos hace que siga viva la historia de cada uno de estos lugares. Pero hay una razón de varias de estas puestas a punto y es que la pandemia ha dejado en stand by a muchos de ellos, como así también lugares aledaños a teatros o atracciones turísticas cerradas hicieron que sea necesario aprovechar el tiempo. Es una realidad: el mantenimiento de estos edificios es necesario y más aún, post pandemia.

Este es el caso de la Confitería del Molino, por ejemplo, que se espera reabra pronto al público.

The Confiteria del Molino in Buenos Aires, Argentina, Tuesday, Aug. 24, 2021.The restaurant which dates from 1916- and has been closed for decades its being restored for its upcoming reopening (AP Photo/Natacha Pisarenko)
The Confiteria del Molino in Buenos Aires, Argentina, Tuesday, Aug. 24, 2021.The restaurant which dates from 1916- and has been closed for decades its being restored for its upcoming reopening (AP Photo/Natacha Pisarenko)

La Confitería del Molino, que hace varios años fue declarada Monumento Histórico Nacional, continúa con sus tareas de recuperación y restauración. Inaugurada en 1905, hace unos días abrió sus puertas para recibir y homenajear a quienes formaron parte de su historia.

Ubicada frente al Congreso Nacional, este icónico edificio histórico ha reunido reconocidas figuras en su interior.

José Aizpun, Presidente de Servas, cuenta en qué consiste la remodelación y cómo están participando en dicho café tan destacado: “En toda obra de actualización de edificios históricos existe un compromiso entre satisfacer las necesidades de servicios que se pretenden de la obra resultante y mantener los rasgos arquitectónicos de la arquitectura y artes vigentes al momento de la construcción. Armonizar ambos requerimientos requiere un gran trabajo de colaboración entre Arquitectos y Especialistas en conservacionismo histórico e Ingenieros y Arquitectos que deben aportar las nuevas soluciones técnicas igualmente requeridas”.

Ascensores Servas es uno de los actores que está trabajando en conjunto con Ingenieros estructuralistas de gran fuste y reconocimiento, así como con expertos conservacionistas. “Así, se está implementando la fabricación e instalación de tres nuevos ascensores que serán soportados por una estructura portante metálica, y que serán independiente de la estructura del edificio permitiéndose así abastecer los servicios requeridos en el Nuevo El Molino”, explica Aizpun.

El Molino por dentro (Nicolás Stulberg)
El Molino por dentro (Nicolás Stulberg)

“Los ascensores serán Gearless, sin sala de máquinas. Dos de ellos respetaran fachada de palieres y puertas según diseño arquitectónico original manteniendo diseño de cabina armónico. Un tercer ascensor de gran porte permitirá abastecer el tráfico del edificio para eventos y con acceso incluso hacia las azoteas. Los equipos tendrán una generación de curva de velocidad de parada directa garantizando llegada sin planning y un estricto control de las aceleraciones y desaceleraciones y Jerk. El consumo eléctrico será mínimo y la prestación máxima con posibilidad de 220 arranques hora”, agregaron.

Actualmente, si uno visita el lugar, puede ver su icónico cartel restaurado, que da la pauta de una próxima apertura. Se espera que para 2022 pueda abrir sus puertas al público. En el mientras tanto, continúan las tareas para ponerlo en valor.

El Cabildo

Edificio histórico si lo hay. Es, de hecho, uno de lo más remodelaos de la Ciudad. La última remodelación de el Cabildo se debe a que ha adquirido unos 200 metros cuadrados que estuvieron destinados a muestras, exposiciones y actividades para el público.

El Cabildo uno de los edificios más reformados de la Ciudad de Buenos Aires (Thomás Khazky)
El Cabildo uno de los edificios más reformados de la Ciudad de Buenos Aires (Thomás Khazky)

Esta nueva puesta en valor además implicó la mudanza de la Comisión Nacional de Monumentos al Ministerio de Cultura de la Nación.

En lo referido a la remodelación, y aprovechando el cierre debido a la pandemia, se trabajó en la refacción y en la recuperación del patio colonial.

Confitería La Ópera

La Ópera comenzó su proceso de puesta en valor para volver a reabrir sus puertas. Desde 1982 está ubicado en la emblemática esquina de Corrientes y Callao.

Confitería La Ópera
Confitería La Ópera

Dicha confitería corresponde también a los dueños de La Giralda, que volvió a abrir sus puertas luego de ser refaccionada. Bajo la dirección del mismo estudio de arquitectos, se espera que pronto este bar porteño vuelva a abrir sus puertas.

Los cambios parecen ser estructurales: cambios en el bar y mobiliario, remodelación de baños, de cielo raso, donde la estructura original se empieza a entrever y tomará más lugar.

Actualmente, esta tendencia está sucediendo en el mundo. En Buenos Aires, edificios históricos como la Confitería del Molino, por ejemplo, se espera que se reabra pronto al público. El Cabildo y la Confitería La Ópera se suman a esta renovación.

Una tendencia que crece en el exterior

La Bolsa de Comercio en Paris (Jeanne Frank/Bloomberg)
La Bolsa de Comercio en Paris (Jeanne Frank/Bloomberg)

La remodelación de edificios históricos, sucede a nivel internacional; hay un sinfín de proyectos de remodelación en distintos países como Estados Unidos, China y varios de la Unión Europea. El denominador común es que todos estos espacios tienen características arquitectónicas formales y espaciales que lo destacan y es por eso que, sus remodelaciones, son estrictas y bajo distintas normas previamente definidas para cada lugar.

Actualmente, por ejemplo, tiene lugar la remodelación del edificio clásico europeo, la Bolsa de Comercio de París, una estructura circular y con cúpula de cristal, basándose en su renovación del Palazzo Grassi y la Punta della Dogana, ambos en Venecia, creado por François Pinault —fundador de Kering (antes el Gucci Group)— y el ganador del Premio Pritzker Tadao Ando.

A su vez, la mansión Beaux Arts de la Frick, en el Upper East Side de Manhattan, entra en los dos últimos años de una renovación.

La importancia de la preservación

“Es importante preservar la memoria de estos lugares y para eso es indispensable conservar edificios y espacios que atesoran parte de esta historia, no para museificar los lugares, sino por el contrario para traer el pasado al presente y reconocernos de done venimos y saber a dónde vamos”, comienza diciendo a Infobae Guillermo Tella, arquitecto y urbanista.

Comisión del Molino
Comisión del Molino

En este sentido, el Cabildo, explica, “atesora gran parte de nuestra historia colonial” Y sigue: “Es un edificio que ha tenido grandes modificaciones a lo largo del tiempo y que ha ido mutando según el escenario y tiempo de cada época. Lo que hoy vemos del Cabildo es una pequeña maqueta de lo que fue su versión original”.

En cuanto a la Confitería el Molino, Tella dice: “Es una de las tantas arquitecturas magníficas, estilo francés, que afortunadamente están siendo intervenidas, recuperadas y puestas en valor. Así como paso con el Cabildo, se la interviene a ésta y otras tantas confiterías, permitiendo su uso y actualización. No sirve que estos edificios históricos queden inmutables, sino por el contrario que, con cierta flexibilidad, puedan ir adaptándose a las demandas de cada época. Esto es indispensable que suceda porque sino estos edificios se transforman en vetustos, entran en estado de ruina y deterioro, como hemos visto con el propio Molilno, donde cuesta mucho recuperarlo y es necesario demolerlos”.

“No se cuida lo que no se quiere y no se quiere lo que no se conoce”, dice por su parte a Infobae el arquitecto Martin Marcos, profesor UBA y Director del Museo Nacional de Arte Decorativo. “Conservar el patrimonio es tan importante como divulgarlo. Un edificio, un objeto de época o una obra de arte quieren contarnos cosas, historias, testimonios. Debemos hacerlos hablar, que desvelen sus misterios y nos enseñen sobre nosotros mismos, sobre nuestros porqués… Cuidar y restaurar un edificio, un lugar o un paisaje es la oportunidad para que se generen nuevos vínculos entre presente y pasado, para plantearnos nuevas preguntas y para mirarnos como comunidad y como individuos dentro de una cultura”, agrega Marcos

Un evento reciente con el Cabildo como protagonista (Thomás Khazky)
Un evento reciente con el Cabildo como protagonista (Thomás Khazky)

El especialista, dice, es un convencido que “el patrimonio arquitectónico debe ser usado y vivido”, y eso genera una tensión, “un conflicto que es necesario mediar con inteligencia y respeto, pero entendiendo que un edificio cerrado, sin uso y sin vida no le sirve a la cultura ni a una sociedad”, agrega.

Y cuenta Marcos: “Durante el tiempo en que el museo permaneció cerrando por la pandemia aparecieron en el Palacio Errazuriz Alvear más problemas de infraestructura y mantenimiento que las habituales. Vivirlo y habitarlo cotidianamente hace que nos podamos anticipar a patologías y problemas que una vez que se manifiestan son mucho más complejas de resolver que si las tomamos a tiempo. Por eso cerrar estos edificios es casi condenarlos. Necesitan vivir y para eso necesitan ser vividos”.

Tella tiene una mirada similar y es que las sociedades deben reconocerse así mismas y es necesario resguardar y preservar ese pasado. “Esto nos permite trazar una línea temporal y definir hacia donde vamos. Solo reconociendo de dónde venimos es que podemos preguntarnos hacia donde queremos ir. Esto rige para los patrimonios tangibles como los edificios, pero también para los patrimonios intangibles como la cultura y los hábitos que también hay que preservar y hacen al escenario socio urbano indispensable, para que toda ciudad en general y toda sociedad en particular, pueda crecer, evolucionar y proyectarse hacia el futuro”, dice.

Marcos Concluye: “Entre los edificios de valor arquitectónico y cultural y la ciudad se da una conversación súper importante que constituye lo que llamamos paisaje urbano. Eso es el alma, el clima y la pulsión de una ciudad, por eso creo que lo de la confitería del Molino es muy significativo como bello y refinado exponente art nouveau pero sobre todo porque define una de las esquinas más identitarias y uno de las espacios públicos de más alta calidad ambiental y Proyectual de Buenos Aires. Cuántas cosas nos volverá a contar esa esquina, sus veredas, sus mesas y mozos. Cuantas cosas nuevas y apasionadas sucederán ahí. Creo en eso”.

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