Facundo Arana: “Los argentinos somos invencibles, no somos un pueblo que caiga de rodillas, nunca jamás”

El protagonista de “Pequeñas Victorias” apela a la solidaridad y el trabajo en equipo para salir adelante luego de la crisis que el mundo atraviesa. Además en esta charla exclusiva con Teleshow se muestra más enamorado que nunca y asegura que jamás consideró meterse en política: “No es mi palo, no sabría hacerlo”

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Facundo Arana en exclusiva con Teleshow

“El ser más dulce del universo encarnó en forma de mujer”, le escribió Facundo Arana a María Susini para su cumpleaños, y sembró la expectativa de cara a un nuevo aniversario de la pareja, que llegará en los próximos días. “¡Es un posteo!”, dice ahora el actor, pero no se achica. “Nunca me pasó algo tan fuerte en la vida”, remata.

Arana es uno de los tantos argentinos a los que la tragedia del coronavirus lo tocó de cerca. Javier Ureta Sáenz Peña, el médico que le salvó la vida cuando le diagnosticaron leucemia, teniendo menos de 20 años, peleó contra el virus cara a cara y logró esquivar, con lo mínimo, el peor final. Ahora, en esta entrevista con Teleshow, Facundo reflexiona: “¡Mirá si es para discutir vacuna sí, vacuna no!”.

Más aliviado, ya con su ser querido afuera del hospital y con el susto que va quedando atrás, el artista disfruta del estreno de Pequeñas Victorias. La secuela de la novela sobre crianza en tribu se estrenó en Amazon Prime Video el 20 de agosto, y en septiembre llegará a la pantalla de Telefe. En esta nueva edición, las cuatro mujeres que se hicieron cargo de la maternidad de una beba recién nacida -Natalie Pérez, Julieta Díaz, Mariana Genesio Peña e Inés Estévez-, serán tres.

—¿Cómo se resuelve la salida de Inés Estévez en la historia?

—No es algo que se resuelve: es parte de la historia. Un personaje compuesto por semejante actriz no pasa desapercibido de ninguna manera y es lo primero que vas a extrañar. Inés tiene su parte. ¿Cómo se resuelve esa parte? No lo puedo decir. Aparece en el primer renglón de la historia.

—En esta nueva entrega de la serie, la entonces recién nacida ya tiene seis años.

—Es tan enorme todo lo que pasa como lo que pasa en la vida. Uno sueña un presente y un día, llega. Incluso, hasta inesperado. No pensamos mucho en qué va a pasar seis años después de ese presente porque lo llenamos de otros presentes. En este caso, tenemos muy fresco lo que pasó en Pequeña Victoria. Ahora tenés el “años después...”. ¿Cómo siguió toda esa historia? ¿Qué pasó? Me lo había preguntado y vino el ofrecimiento. Fue un placer grande filmarlo. Está hecho por gente que mezcló sensibilidad e inteligencia.

—Tenés un costado solidario muy aceitado. ¿Cómo vivís un presente como el actual, en un contexto adverso como pocos?

—Una cosa es llevar una bandera de donación de sangre a distintos lugares del mundo, adonde ibas a ir y entonces aprovechás, y otra cosa es cuando, de pronto, en el correr de un año ves que gente amada, que conocés de años, murió en la pandemia. Y de golpe, estás siendo cuidado por gente, por aquello que mató a tantos otros. Siendo vos cuidado, y cuidando al de al lado. Me da respuesta a muchas preguntas que me quedan enormes. Es muy simple: es siempre estar en la mirada del otro. Ahí se refleja lo mejor que podés dar y ser. Así funcionan las cosas. No es más difícil que eso. Uno y otro, agarrados, todos juntitos. Cuidando al de al lado, entonces, te cuidan a vos y vos te cuidas. No es más que eso.

Facundo Arana y su amor a María Susini: "Soy feliz y aprovecho que la tengo y se lo digo todo el tiempo"

—¿Cómo pasaron con María estos meses de confinamiento? Le escribiste un mensaje en redes para su cumpleaños que derritió de amor a más de una.

—(Risas) No sé si tuviste alguna oportunidad en tu vida en la que dijiste: “Soy la persona más afortunada de la tierra”, y lo sentiste realmente con todas tus tripas y cada molécula de tu ser. A mí, gracias a Dios, me pasó, y tiene que ver directamente con haber conocido a mi compañera y tener la vida juntos. Me pasó hoy a la mañana cuando me desperté y estaba conmigo, y me pasó anoche cuando me fui a dormir. O sea, no hay posteo que me pueda alcanzar. Hoy es un posteo, una carta, una nota pegada en la heladera, lo que sea. No hay cosa más linda que me haya pasado. ¡Mirá que me pasaron cosas en la vida! Pero nunca algo tan fuerte.

—Un romántico que después de tantos años de relación deja una nota pegada en la heladera y le recuerda a su compañera ese amor intacto.

Soy feliz y aprovecho que la tengo y se lo digo todo el tiempo. Somos tiempo, que un día se acaba. Entonces, podés perderte en el tiempo pero no perder el tiempo. No es lo mismo.

—¿Te preocupa que el tiempo algún día se acabe?

No. Ne preocuparía no haberme dado cuenta y de golpe decir: “¡¿Cómo?! Si era tan sencillo todo lo que podría haber hecho...”. La pandemia es un clarísimo ejemplo. De pronto, no tenés tu libertad. No hiciste nada pero no podés salir porque afuera hay algo invisible que es peligrosísimo. No podés hacer nada. Tampoco sos médico, no podés colaborar. La mejor forma es quedarte en tu casa. Entonces sí, claro, disfrutar cada segundo. Venerar a nuestros médicos y a nuestros maestros que hicieron todo lo que hicieron. Estamos todo el tiempo peleando unos con otros: “Que vacuna sí, que esta no”, “Que esta es china, la otra es rusa”. Hay que dejar que los que saben sean los que hablan, los que mandan. Y que los que tienen que tomar las decisiones las puedan tomar lo más concentradamente posible y no estar pegándonos entre nosotros. Es por ahí. No hay más que usar un poco del sentido común que tenemos todos.

—Es vacunándonos y es entre todos. Cuando nos vacunamos es por nosotros mismos pero por el de al lado también.

—Me queda grande la pregunta, podríamos preguntarle a una médica, a un médico. Ellos nos dirían por qué es necesario que lo hagamos todos o no. Son buenas preguntas para hacerle a alguien de la medicina. La decisión que tomamos en casa fue vacunarnos todos: nos vacunamos los dos, y si ahora van bajando la edad y hay que vacunar a los chicos, también lo vamos a hacer. Es lo que recomienda la autoridad.

—Te vi orgulloso y baboso con tu hijo Jaco en el teclado. Hay un papá que no puede más e imagino que también es parte de esa fortuna de que todo funcione.

—Tenemos salud, estamos todos juntos y eso es un montón. Los chicos salieron con esa natural generosidad que tiene su mamá. Entonces, ¿cómo no? Se me cae la baba a borbotones, me vuelvo loco. Los mellizos tienen 11 para 12, ahora en poco, e India cumplió 13. Tienen sus pequeños e inabarcables universos. Cada cual tiene sus cosas, que no hacen otra cosa que llenarme de orgullo. Te van tirando y van apareciendo respuestas a sus propias preguntas y van haciendo el camino. Como padres tenemos que tener mucho cuidado en acompañarlos pero que el camino sea el de ellos, no una proyección del nuestro.

—¿Les diste muchos dolores de cabeza a tus padres en la adolescencia?

—No, era súper tranqui. Les di los dolores de cabeza que les dan todos los adolescentes a los padres en algún momento de la vida. Tuve mucha fortuna con los padres que tuve. Nunca me di cuenta de cuando faltaban cosas, cuando hubo momentos de vacas flacas. No porque no los hubiera sino porque mis viejos estaban ahí. Entonces, desde mi vista, todo siempre se veía cálido y cómodo.

Facundo Arana:"Son momentos muy álgidos en los que lo genial sería que hable el que sabe"

—Atravesaste un momento difícil en la pandemia justamente con uno de los médicos que te salvó la vida en tu juventud.

—Acaba de volver a su casa después de pelear durante todo el año por su vida, fuertísimo, directamente con el Covid. Mirá si es algo para tomarse en serio. ¡Mirá si es para discutir vacuna sí, vacuna no! Bueno, dejemos que hablen los médicos, que nunca hablan a boca llena. Fue muy impresionante verlo pelear por su vida solo. Cuando estás ahí es como en el boxeo: te sacan hasta el banquito. No tenés ni siquiera del otro lado de un vidrio a tu ser amado diciendo: “Vamos que podés”. Todo se hacía así, de forma remota, desde tu casa. Su familia hizo un chat en el que incluyó a toda la gente que conoce y quiere a Javier. ¡No sabés la cantidad que eramos! Cadenas de oración, de pensamiento, mandar fuerza, energía. Todo lo que no se podía hacer personalmente.

—Es una de las caras que tenemos los argentinos. Cuando hay que estar, estamos, le ponemos el cuerpo. La otra cara es que también estamos más peleados que nunca. ¿Cómo lo vivís eso?

—Con la misma tristeza con la que te escucho hablar de eso pero también consciente de que confrontamos, preguntamos, dudamos y tenemos derecho a hacerlo. Pero independientemente de todo eso, aunque sí me parece que estamos pasados, cuando habla una persona con autoridad que sabe, porque estudió, me ordeno mucho sobre eso. Me llamo mucho a quién está hablando. ¿Está informado? Miro su carrera. Hoy es muy sencillo.

—¿Nunca te quisieron tentar desde la política?

—No es mi palo, no es mi rama, no sabría hacerlo.

—Pero te lo deben haber ofrecido.

—No, te lo juro que no. Ni una sola vez. Mirá que he hablado con gente de la política, pero cuestiones que mayormente tenían que ver con la donación voluntaria de sangre. No sabría hacerlo. Sí sé toda la gente honesta y trabajando en pos de un buen futuro para nuestros hijos que hay en la política. Lamento que tanta otra haga tanto ruido que tape el trabajo de tantos que empujan para adelante. Son momentos muy álgidos en los que lo genial sería que hable el que sabe. Alguien tiene que escuchar, no puede estar todo el mundo hablando. El que tenga fuerza que ponga el hombro, el que no que se siente tranquilo. No debiera ser más difícil que eso. Hay países en el mundo que lo hacen. No son tantos, con lo cual no debe ser muy sencillo, pero los argentinos somos capaces de tanto. Nos lo hemos demostrado a lo largo de la historia, somos invencibles. No nos doblegan. No somos un pueblo que caiga de rodillas. Nunca jamás. No está en nuestro ADN. Entonces, con empujar para adelante y dejar que los que saben hagan... Eso es lo que me enseñaron y es lo que hago en casa.

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