Susana Roccasalvo: “Me permití un año de romance fogoso y oculto hasta entender que podría ser un gran peso”

El severo matriarcado familiar que aniquiló su sueño de ser actriz. Su afición al box. El “durísimo” bullying escolar. Los días de trabajo en los hospitales. Las memorias de sus amores. El particular vínculo con su primer marido: “Él fue el pasaporte a mi libertad”. La intimidad de sus últimos días con Charly: “Me dejó un orden y una lección”. La “adolescencia” que revivió con Ariel del Mastro y los motivos del fin

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Entrevista a Susana Roccasalvo, A solas, con Sebastián Soldano.

Que “la vida son 5 minutos” ha sido, tal vez, el último de los apuntes personales en una colección por la que, a esta altura de la sorieé, dice sentirse “una mujer más aprendida, mejor plantada, que se conoce por completo y, por supuesto, segura como nunca antes”. En torno de esa afirmación también girará esta charla, aunque sorteando una paradoja de su metiere cuando se asuma celosa de los detalles de su más íntima historia familiar. Pero esperen, porque sabrá abrir ciertas rendijas que dejarán ver mucho más de lo querido. Susana Liliana Roccasalvo (65) acepta el desafío de alejarse, al menos por un rato, de cuestiones de rating, cruces ya históricos, una posible presidencia de APTRA y, en definitiva, 33 años de “obsesiones” profesionales, para recorrer en crudo esas “tantas versiones de mí” que ha sido hasta aquí. Como argumentará: la niña que caminaba las calles de Barracas soñando con la fama; la actriz despedazada por la opresión materna; la adolescente que supo escapar del machismo familiar; y la mujer que nunca dejará de ser deseada, deseante y “orgullosamente autogestionada”.

Susana Roccasalvo a sus tres años
Susana Roccasalvo a sus tres años

Toda memoria parece haber nacido en aquel comedor diario de cara a la calle Olavarría. Sobre y alrededor de una “larguísima” mesa que terminaba frente al televisor, como si el aparato marcase el latido de la vida familiar. “Que lo apagasen era el peor de los castigos que podía recibir”, recuerda. “Me crié mirando a Pinky (Lidia Satragno, 1925-2022), Silvio Soldán (88) y Pipo Mansera (1930-2011), todavía sin saber que serían mis grandes maestros”. Pero la mayor fascinación usaba guantes. Susana es fanática del box y se lo debe al “riguroso ritual” de los fines de semana de su infancia. “Decenas de cosas dulces sobre un prolijo mantel. La casa totalmente a oscuras. Y un sacro silencio”, describe. “Sólo así se veían las peleas en cualquier ring. Entonces, en determinado momento, papá, que tenía buen ojo para ese deporte, decía: ´Dos rounds y se termina´. Yo sufría, porque de eso dependía que mis tíos y mis primos se fueran de casa”, cuenta respecto del fin de esas veladas tan a la suerte de Nicolino Locche (1939-2005) o de Carlos Monzón (1942-1995).

Susana Roccasalvo, muy a su estilo, en las playas marplatenses, a sus cinco años
Susana Roccasalvo, muy a su estilo, en las playas marplatenses, a sus cinco años

Dice haber sido feliz, aún, entre las sombras de un trauma que tardó en soltarla. “A los tres años, mamá notó que uno de mis ojos se desviaba. Y así empezó un largo peregrinaje por el consultorio de cuanto oftalmólogo existiese en la Ciudad de Buenos Aires”, relata. “Mientras tanto decidieron cambiarme del exigente Normal Nº5 General Don Martín Miguel de Güemes, al Instituto Santa Felicitas de San Vicente de Paul, un colegio, digamos, más tranquilo. Y, por ejemplo, ya no me dejaron tomar clases de inglés por las tardes. Porque ese equipo, que terminó de conformarse con un neurólogo y un psicólogo, confió en que bajando la presión de las tareas, mi vista mejoraría. Y no se equivocaron”, cuenta.

Así, Susana esquivó la cirugía planeada para sus 10, pero ya no pudo hacerlo 20 años después. “A partir de los 30, tuve cinco operaciones y un láser de urgencia en 2018, cuando comencé a ver manchas negras y estuve a minutos del desprendimiento de retina”, suma sobre “el inevitable estigma de todos los Roccasalvo: dientes perfectos y vista vulnerable”. Fue entonces que descubrieron el origen de la patología: “Entre los tres y los cuatro tuve tos convulsa y esos esfuerzos lógicos del reflejo, afectaron mis nervios ópticos”.

Pero de regreso a esos patios escolares, recuerda “el martirio” que representaban el estrabismo, la consecuente hipermetropía y el debido uso de anteojos. “Hoy le llamaríamos bullying a todo eso que viví”, dispara. “Fue durísimo. Los chicos eran realmente crueles conmigo y me habían convertido en el centro de todas las burlas”.

Susana Roccasalvo junto a Emma, su madre, y a su abuela María Teresa, durante uno de sus tantos veranos en Mar del Plata
Susana Roccasalvo junto a Emma, su madre, y a su abuela María Teresa, durante uno de sus tantos veranos en Mar del Plata

Cada tarde y a medida que trepaba escalones imposibles hacia la terraza, los “suplicios” de esos años quedaban bien abajo. En la soledad de ese refugio, “la niña que a los seis ya sabía que algún día tendría su programa”, se animaba a soñar alto. Susana pasaba horas creando y recreando, porque como dice: “Yo quería ser actriz y durante años apunté todo a ese objetivo”. De registro mezzosoprano (“hasta que el tiempo y el cigarrillo hicieron lo suyo”), participaba del coro escolar. Pero cuando se abrió aquella inscripción a los talleres de teatro vocacional en la Escuela de Comercio Número 01, Joaquín V. González, “con 14 años y mucha convicción”, se tiró de cabeza. “¡Era tan feliz...! Hicimos un par de obras muy inspiradoras y el entusiasmo solía ser tal que mi propia abuela (María Teresa) me ayudaba con el vestuario. La actriz iba despuntando con éxito hasta que me llevé ocho materias. Y mamá, que era muy severa, me dijo: ‘No volverás a pisar jamás las tablas de un escenario’”, menciona. Porque así era la vida en el marco del matriarcado liderado por Emma (93), aún hoy, señora “de gran personalidad. En casa se hacía lo que mi madre indicaba, pero yo siempre supe cómo y cuándo moverme con libertad”. Susana, que de hecho jamás recibió la bendición de su madre en esta profesión, esperó a sus 18 para ser dueña de las decisiones sobre su destino. Pero sería en vano. “La resistencia en ese hogar, se había hecho aún mayor”, dice.

Susana Roccasalvo y Emma (93), su madre
Susana Roccasalvo y Emma (93), su madre

Durante 14 años y hasta madurar su vocación o, mejor dicho, “una pasión irrefrenable que crecía en paralelo a mí”, Susana recorrió clínicas y hospitales (principalmente el Francés y el de Clínicas) representando a OSECAC (Obra Social de Empleados de Comercio y Actividades Civiles), como “tutela” de los afiliados hasta su alta médica. “Visitaba las habitaciones, revisaba las historias clínicas, hablaba con ellos... Así conocí a próceres de la medicina como mi querido René Favaloro (1923-2000) y el doctor Raúl Matera (1915-1994)”, cuenta sobre lo que más tarde, y ya lo sabremos, despertaría un interés con sabor, hoy, a proyecto inmediato.

“La idea de subirme a los escenarios fue diluyéndose con el matrimonio”, cuenta. Roccasalvo, por entonces una aspirante a abogada de las aulas de la UCA, se casó a los 20 años con José Luis Soro (75), estudiante de Ingeniería y padre de Belén Soro Roccasalvo (37). “La casa estaba llena de libros, papeles, exámenes que presentar y humores como el de ‘¡Bajá esa música que estoy estudiando!’. Ya no había tiempo para la actriz”, relata. Aunque supo filtrarla llegada cada oportunidad, como la de ser chef en el filme Apasionados (de Juan José Jusid, 2002), junto a Pablo Echarri (54) y Nancy Dupláa (53), o “vedette durante dos semanas” en Divertidísimo, la revista de Jorge Corona (80), en la temporada marplatense del 2000.

Susana Roccasalvo en su debut como vedette sobre el escenario de Divertidísimo, la revista de Jorge Corona (80), en la temporada marplatense del 2000
Susana Roccasalvo en su debut como vedette sobre el escenario de Divertidísimo, la revista de Jorge Corona (80), en la temporada marplatense del 2000

“En el colegio elogiaban mi voz y siempre me destaqué por ser muy curiosa”, dice respecto de las armas de las que se valió para cinturear un camino alternativo. “Entonces me abracé, en principio, a la locución, precisamente para entrar en la televisión y estar muy cerca de los actores. ¿Y entonces qué hice? ¡Periodismo de espectáculos!”, cuenta retomando el hilo de sus memorias. Ya iniciados sus 30, con una hija de cuatro y el título del ISER (Instituto Superior de Enseñanza Radiofónica) bien en alto, se acogió al retiro voluntario, “lo que me valió la posibilidad de comprar nuestro primer departamento y un gran cambio de mirada y de actitud”, describe. Sólo bastaron poco más de 12 meses para su debut en un estudio televisivo, tal cual lo había imaginado tantas veces sobre aquella terraza de Barracas. Fue en ATC, cuando Juan Alberto Pepe Parada (1937-2003), por entonces general mánager de Basta para mí (1990), la apuntó para la locución de ese ciclo conducido por Hugo Sofovich (1939-2003) y Alicia Gorbato (66). “Hasta que un día, viéndome así de arreglada como fui siempre, y siendo su preferida por el camino que habíamos recorrido juntos con Modart (su auspiciante personal), Hugo me dijo: ‘A ver, ubícate aquí, entre estas dos cámaras’. Yo no entendía nada. Arranca el ciclo y en cierto momento, en pleno aire, vi que él hizo una seña. Fue ahí que sentí el empujón de Pepe arrojándome al set. ‘¡Aquí está la voz de la moda, mi locutora!’, dijo. Y así fue mi debut en una carrera que le debo a mi hija y a su padre -enfatiza-, porque mamá, a la que las luces no le caen en gracia, nunca me apoyó”.

Susana Roccasalvo en sus inolvidables temporadas marplatenses de Rumores del Espectáculo
Susana Roccasalvo en sus inolvidables temporadas marplatenses de Rumores del Espectáculo

Sobrevolando esos años avista, con gracia, alguna de las normas de la buena famosa dictadas por Parada. “1: Nunca, y por nada del mundo, reveles tu edad”, comienza. “2: Jamás pidas trabajo ni comentes a nadie que necesitás trabajar. 3: Si venís en colectivo, te bajás dos cuadras antes. Nadie debe ver que viajás en transporte público. 4: Si quedaste fuera del medio por algún tiempo y te preguntan dónde estuviste, decís: ‘¡En Miami!’”, concluye.

“Ya había dejado mi empleo en el área de la salud, tenía mi casa, un matrimonio, una hija y entonces pensé: ‘¡Adelante!’. Y trabajé como una bestia. Sin dudas me llevé puesto lo que se ha cruzado. Nada me importaba, yo quería todo”. Es así que evocará a su “gran Lucho” (Lucho Avilés, 1939-2019), un mentor del que dice haber atesorado “valiosos consejos” y responsable, además, “de exacerbar mi imperioso sentido de la responsabilidad profesional, de mi atención a la pulcritud. Porque verse bien y presentable también es parte de ese contrato entre un comunicador y su público. En definitiva, la disciplina con la que transito mi vocación”. Y en intento de definir los secretos de su vigencia, además de subrayar que en sus ciclos “nadie se pisa ni se agrede por respeto mutuo y al televidente”, Susana apunta a su modo “personal de conducir: con los ojos siempre a la cámara y teniendo en claro lo que público quiere”.

Susana Roccasalvo y su hija María Belén Soro Roccasalvo en la celebración por la Primera Comunión de su sobrina, hija de su único hermano
Susana Roccasalvo y su hija María Belén Soro Roccasalvo en la celebración por la Primera Comunión de su sobrina, hija de su único hermano
Susana Roccasalvo y su hija, María Belén Soro Roccasalvo (37), hoy estudiante de Recursos Humanos
Susana Roccasalvo y su hija, María Belén Soro Roccasalvo (37), hoy estudiante de Recursos Humanos

Aquí, tras mencionar a su hija y al periodismo, bien valdrá un paréntesis. María Belén, “a quien he educado con y desde la libertad”, siempre quiso ser actriz, como su mamá. Una de las cosas “en común” entre las dos, el resto es casi de “oposición”, como por ejemplo “la locuacidad de la Rocca”. En fin, “ella lo logró”, dice Susana con aires revanchistas. Y luego de ser administrativa en una compañía de seguros, la “apasionada” por las danzas jazz, fusión, reggaetón, hip-hop y hasta clásica, “estudió con Raúl Serrano, Reina Reech, e hizo varios cursos de producción teatral con Ricky Pashkus. Pero, más allá de algunas obras independientes, no se le presentaban oportunidades en los medios hasta que la llamaron los chicos de LaFlia ofreciéndole un puesto de columnista. Y bueno, después de todo era un trabajo”, relata.

Un paso efectivo para integrar ciclos como Con amigos así (KZO) y Siempre Show (Ciudad Magazine). Pero la pandemia y sus vueltas reflexivas supieron hacer lo suyo. “Entonces empezó a darse cuenta. Viene uno e insulta a su madre. Ella contesta. Viene otro y vuelve a criticarla... Y eso la afectó. Además, ser ‘la hija de...’ constantemente la ponía a prueba y enfrentaba a comparaciones, y tener que opinar de todo y de todos la hacía sufrir. Supo que no era para ella y se alejó sin ningún tipo de arrepentimiento”, cuenta. “Belén reencaminó su vida. Encausó sus estudios de Recursos Humanos, trabaja en una empresa y hasta se casó”. Dicho sea de paso, el abuelazgo no la impacienta y, además, sabe que no será de esas abus que llevan a sus nietos al jardín. Como dice, “yo seré compinche, más de shoppings y teatros”.

Susana Roccasalvo
Susana Roccasalvo

Actriz no ha sido y, tal vez, nunca lo sea. Pero Susana revela haber hallado un nuevo señuelo de camino a un escenario. “Me gustaría hacer un stand up. Podría decir que es un gran pendiente en mi carrera”, admite. Como también que el tema central bien podría ser los hombres. Así, recorrería “con humor e ingenio” no sólo su perspectiva en la materia sino también alguna de sus experiencias personales. Es que “el amor siempre ha sido el combustible de mi vida”, sentencia. No, no hay balance del camino. “Ahora está de muy de moda hablar de aprendizajes. Y a veces, de un hombre o de un amor, una no pretende aprender nada”, suelta con gracia. “Como buena libriana soy muy apasionada”, reflexiona al pasar. “Tal vez amo demasiado. Porque cuando quiero, quiero y acompaño”, describe sobre su “ser amante, amada, deseante y deseada”, aunque con una salvedad. “En esos caminos soy nada convencional. No dejo tiempo a los celos ni a los reproches. Soy una mujer tan ocupada que me parece un despropósito perderlo en preguntar: ‘¿Por qué no me llamaste?’ o ‘¿Dónde estuviste?’”, asegura. En definitiva, y retomando, Susana hablará de tres amores que han dejado huella.

Susana Roccasalvo y José Luis Soro (75), su primer marido y padre de su hija María Belén. Él, viudo en segundas nupcias, es ingeniero químicoactor vocacioal y artista plástico
Susana Roccasalvo y José Luis Soro (75), su primer marido y padre de su hija María Belén. Él, viudo en segundas nupcias, es ingeniero químicoactor vocacioal y artista plástico

Comienza por el ingeniero químico José Luis Soro (73) –”quien fue presidente de la Asociación de Ingenieros Químicos en Madera”–, padre de su hija, viudo en segundas nupcias, hoy un poco actor y artista plástico expositor: “El hombre que, como siempre le digo, significó mi pasaporte a la libertad”. Es aquí que repasa, una vez más, el marco familiar atestado de “códigos”, como describe, “en el que se tildaba de ‘pobrecita’ a las chicas de veintipico que no habían contraído matrimonio. Y así como algún día me impusieron el ‘no’ ante la posibilidad de ser actriz, también solía escuchar frases como: ‘Si fumás, fumás adentro. Si te veo haciéndolo con el guardapolvo blanco en la calle, te mato’, decía mi padre a mis 16 años”, relata. Benito Roccasalvo, un técnico en refrigeración “que con su sexto grado logró montar una PyMe”, era, al igual que su abuelo, “alguien muy conocido y respetado tanto en Barracas como en La Boca, y cuidaban mucho el ‘qué dirán’, tan natural de aquel entonces”, cuenta. “No soy feminista, yo soy femenina. Pero todos hemos visto cómo las mujeres de nuestras familias se casaban por mandato... ¡Las casaban! Pasaban una vida sufriendo, padeciendo, tolerando destratos y maltratos bajo la hegemonía del hombre en la casa, de su sometimiento”, analiza. “Y yo, que desde muy chiquita fui tan observadora, me juré que todo eso jamás me pasaría: ‘A mí, no. No voy a aguarlo’, repetía. Y me pasó”.

Susana Roccasalvo y sus padres, Benito y Emma
Susana Roccasalvo y sus padres, Benito y Emma
Susana Roccasalvo y José Luis Soro junto a María Belén Soro Roccasalvo, hija de ambos
Susana Roccasalvo y José Luis Soro junto a María Belén Soro Roccasalvo, hija de ambos

Esa sería la gran lección de aquella chica de 18 que, de ahí en más y hasta el día de hoy, repite: “Nunca dejé que un tipo me dominase. Que un novio, marido o lo que fuese que tuviese al lado, caminase un paso por delante. Y cuando sentí que eso podría pasar, me fui”. El matrimonio “simplemente no funcionó”, rotula sin malos recuerdos de un compañero sobre el que dice: “Es un amigo, un hermano mayor y a veces el hijo varón que no tuve”. Con humor se refiere al “sano vínculo” que los dos mantienen de este lado de la vida, cuando se acomodan amorosos consejos cotidianos. “De repente lo llamo para ver si fue al médico o si pudo resolver tal o cual cosa, con total naturalidad”, explica. Pero, por aquel entonces, “yo tenía demasiada juventud y demasiadas ideas, proyectos e inquietudes. Entonces, en la diaria, fui dándome cuenta de que eso que vivía no era lo que realmente necesitaba. Y aguanté nueve años”, declara. “Es por eso que, cuando el vínculo de pareja con un señor no me cierra, me voy inmediatamente. No invertí ni invertiría todo ese tiempo que cedieron nuestras abuelas y madres”, reflexiona. “Es así que todas mis relaciones, menos una, fueron terminadas por mí”.

Susana Roccasalvo y Carlos Hlawaczek, quien fue médico anestesiólogo,  director de la Fundación Dolor, entidad perteneciente a la Sociedad de Anestesiología de Buenos Aires. Se conocieron el 14 de agosto de 2010
Susana Roccasalvo y Carlos Hlawaczek, quien fue médico anestesiólogo, director de la Fundación Dolor, entidad perteneciente a la Sociedad de Anestesiología de Buenos Aires. Se conocieron el 14 de agosto de 2010

El próximo capítulo será del doctor Carlos Charly Hlawaczek, médico anestesiólogo, quien además de hacer carrera en el Sanatorio Otamendi, la Cínica del Sol y el Instituto Argentino de Diagnóstico y Tratamiento, supo ser director de la Fundación Dolor, una entidad perteneciente a la Sociedad de Anestesiología de Buenos Aires. Pero para Susana, “el príncipe azul, buenmozo y prestigioso que toda mujer quisiera saber”. Él había pasado sus últimos años encontrando recreo, de los quirófanos, sólo en las canchas de tenis. La televisión era casi un adorno en su departamento. Tal es así que cuando Coco, un amigo en común, insistió en que debía conocer a Roccasalvo, “Charly abrió Google para unir cara y nombre. “Ah, sí... -dijo-. ¿No es la que trabajaba con un gordito?”, cuenta Susana en referencia a Carlos Monti (66), su compañero en el mítico Rumores.

Ella no estaba convencida, pero ese 14 de agosto de 2010, aceptó la salida porque sería “al menos una”, como le habían hecho prometer. “Confieso que me pareció un tanto grande para mí. Me llevaba 12 años”, suelta. Recordemos que algunos meses antes, ella había dado fin a su romance con Patricio Pérez (45), el líder y fundador de The Beats (banda argentina tributo a The Beates), por ese entonces de apenas 31 años.

Todo se sucedió sin demasiado brillo y con la prisa del deber madrugar. “Al día siguiente, estaba invitada al programa de Mirtha Legrand (96). Antes de salir al aire me deseó suerte y minutos después embarcó hacia Ibiza, donde visitó a su hijo (tenía dos hijas más), radicado ahí desde comienzos de los 2000. No volvimos a vernos hasta el mes siguiente, cuando me llamó al bajar del avión. Pero no voy a mentir: me hice rogar durante 10 días y no lo besé durante 20 más. Alguna vez me dijo que no logró perdonar la espera pero eso fue lo que lo había enamorado. ‘¡¿Con qué necesidad?!’, reprochaba él. ‘Porque no me cerrabas’, respondía yo, en un juego habitual que nos divertía. Y así inició esta historia”.

Susana Roccasalvo y Carlos Hlawaczek se casaron el 15 de noviembre de 2013, luego de tres años de noviazgo
Susana Roccasalvo y Carlos Hlawaczek se casaron el 15 de noviembre de 2013, luego de tres años de noviazgo
Susana Roccasalvo y Carlos Hlawaczek
Susana Roccasalvo y Carlos Hlawaczek

El amor con Charly fue (y será) “diferente” por tantos matices involucrados. Los dos supieron abrazar la idea del “disfrute total, permitido con libertad y sin culpa”. Porque, como dice: “La vida nos encontró en la misma sintonía. Él ya era abuelo y mi hija estaba yéndose de casa. O sea, se trababa de dos personas grandes, con sus carreras hechas y compartiendo una desmedida pasión por viajar”. Fue un tránsito de valoración absoluta de los detalles más simples y, sobre todo, del tiempo. De las tres esposas que había tenido, Susana fue “la única a la que no debió mantener”. Cuenta que lo tenía fascinado y no sólo por “tanto mundo recorrido”, ni por la sorpresa diaria de verla “siempre arreglada”, sino también por “llegar a un restaurante sin reserva y que nos diesen lugar”. Porque en casa no se cocinaba. “Charly decía: ‘Vos sos otra cosa’”, relata. Y cierto día de julio de 2013, ya conviviendo, él le propuso matrimonio.

La lluvia y el frío determinaron que, esa noche, la cena fuera en casa. “En el momento en que apoyé la bandeja con los cafés en la mesa, me dijo: ‘Voy a hacerte una pregunta, pero tenés que responderla ya mismo’. Entonces soltó: ‘¿Querés casarte conmigo? La condición es que sea este mismo año’. Y en dos meses y medio, nos casamos”, cuenta. “Todo era perfecto... Y como siempre digo: en el mundo no existe lo perfecto y si algo se le parece, es sólo por un ratito. Aquel sueño de la princesa duraría poco”, señala. Porque el 22 de diciembre de 2014, Charly se enteró de que el cáncer en sus células sanguíneas (leucemia) ya era irreversible.

Susana Roccasalvo y Carlos Hlawaczek bailando el vals, en su fiesta de casamiento
Susana Roccasalvo y Carlos Hlawaczek bailando el vals, en su fiesta de casamiento
Susana Roccasalvo y Carlos Hlawaczek dieron el sí luego de tres años de relación
Susana Roccasalvo y Carlos Hlawaczek dieron el sí luego de tres años de relación

“El camino que siguió luego, de 13 durísimos meses, me devastó física, espiritual y emocionalmente”, define. “Cuando el paciente es médico, la situación se hace más complicada. Charly se dedicaba al bloqueo de dolor y estaba familiarizado con la lectura de resonancias y tomografías, en su mayoría, de gente desahuciada. Entonces, ¿cómo se le niega o se le disimula a ese profesional que ya no más posibilidades para él?”, relata. “Lo más triste para mí fue que ese dolor que él había combatido tanto en los demás, estaba siendo el protagonista de su peor mal. Una terrible ironía de la vida”, subraya.

Habló de devastación, porque así lo sintió. “Él quería estar sólo conmigo. La gente no me creía, pero se negaba a las visitas en casa. Lo acompañé en 13 internaciones. ¡13 en ocho meses! Y todas de urgencia, a cualquier hora de la madrugada. Por ahí le daban el alta al mediodía y volvíamos a internarlo por la tarde”, suma. “Todo en completo silencio, porque nadie lo sabía. Lo comenté a mi equipo de trabajo recién cuando la enfermedad entró en la última fase”. Susana fue un “gran bastón” para Carlos, y los de ella, según cuenta, “eran mi hija, mi fe y los pocos amigos que me sostuvieron, porque diría que los siguientes dos años y medio, viví en automático. Quería reaccionar, pero me costaba demasiado. Creeme que hay cosas que aún no recuerdo”.

Susana Roccasalvo y Carlos Hlawaczek en la celebración de la boda, para 200 invitados
Susana Roccasalvo y Carlos Hlawaczek en la celebración de la boda, para 200 invitados

Hubo suficiente tiempo para hablar y para aceptar. “Porque yo empecé mi duelo un año antes del fin, cuando Charly se adelantaba a cada instancia contándome que pasaría con él. Entonces nos abrazábamos, llorábamos o me decía: ‘Vení Susi, vamos a organizar tal o cual tema para que todo quede claro legalmente’”, cuenta. Y entonces recuerda la charla que mantuvieron un mes antes del desenlace, después de “un episodio muy feo” que debió atravesar. “Era un 16 de diciembre con un cielo más azul que nunca antes. Yo entraba después de un rato al sol en el balcón y me dijo: ‘Estoy arruinándote la vida’. Le respondí: ‘¡Pero por favor, Charly! ¿Si hubiese sido al revés, no estarías haciendo lo mismo por mí?’. Y para distraerlo de la situación le ofrecí un cafecito y me metí en la cocina. Pero al volver con las tazas, siguió: ‘Vos sos joven todavía. Prometeme que vas a rehacer tu vida’. Entonces disparé: ‘¡Uy! Me olvidé el edulcorante!’. Y volví a desaparecer. Su preocupación era que yo jamás dejara de disfrutar de todo como lo hacíamos juntos”, concluye. Carlos dejó una lista de peticiones para su mujer, pero ella anticipa que sólo revelará sólo una. “En realidad fue una orden, porque él era muy mandón: ‘¡Volvé a enamorarte! Armá una familia’, me escribió”.

Susana Roccasalvo y Carlos Hlawaczek
Susana Roccasalvo y Carlos Hlawaczek

Charly murió el 7 de enero de 2016, mismo día en que cumplía sus 70 años. “En el tránsito de ese camino hacia el final, y especialmente de alguien a quien se ama, una ve cómo transcurre todo alrededor, en la calle, en tu trabajo, entre tus amigos, y lo único posible de pensar es: ‘¿De qué se quejan? ¿Por qué discuten? ¿Realmente se hacen problema y hasta lloran por tal o cuál cosa, tal vez, trivial o material?’”, cuenta Susana. “Yo entendí a la fuerza qué es lo que realmente vale una pena, un dolor, una lágrima. Cambié. Cambió mi cabeza. Charly y sus circunstancias me hicieron ver que la vida son cinco minutos. Me dio otra perspectiva sobre todo. Aprendí a poner el acento en otras cuestiones de peso. Y eso me dio otra seguridad. Una gran seguridad. Hoy me siento como de 33 pero ya me interesan menos cosas y menos personas”, asegura.

Luego de la despedida, y cuando los “peores recuerdos” empezaron a acechar, Roccasalvo vendió el departamento que había comprado en 2006, donde vivían, y se dedicó a viajes intermitentes entre programas. “De repente me subía a un avión un lunes y volvía el viernes para el aire de Implacables (El Nueve)”, cuenta. “Recorrí esos lugares que habíamos planeado visitar juntos y me hizo bien. Me hizo muy bien tomar distancia de casa”.

Susana Roccasalvo (Gastón Taylor)
Susana Roccasalvo (Gastón Taylor)

Claro que ha tenido “algunas pasiones” durante sus itinerarios europeos, pero como dice: “Todavía le tengo miedo a enamorarme de alguien a la distancia”. A fin de cuentas, Susana tardó seis años en hacer caso a la petición de Charly. Y todo comenzó en los estudios de Implacables con la visita de Ariel del Mastro Acosta (60), puestista, iluminador, director teatral de musicales e hijo de Nacha Guevara (82) y del periodista Anteo del Mastro. “Siempre he sido admiradora de su talento. Habíamos tenido una entrevista por Zoom en épocas de pandemia, pero no nos conocíamos personalmente. ¡Y fue un flash!”, recuerda.

“La producción lo hizo entrar por detrás de mí y lo vi recién cuando en ubiqué en el escritorio. Lo saludé con puños y le dije: ‘¡Por fin, después de 30 años de carrera!’”, cuenta. Lo presentó como “el MacGyver del espectáculo” y durante la charla sobre Somos nosotros, la comedia que publicitaba (primera en su haber y escrita por Macarena del Mastro, su hija de 36 años), hablaron de la alta exigencia de Nacha en los escenarios –”que muchas veces paraliza”, según él–, la senilidad de su abuela de 102 años y, principalmente, del nuevo valor de la verdad en la pareja, las fantasías y la posible fidelidad. “Entretanto le digo: ‘La última vez que charlamos fue por la obra Tik Tick... Boom! (La Plaza, 2022)’. Levantó la mirada y me respondió: ‘Sí, a la que nunca viniste’. Y ahí, en ese momento, me enamoré”.

Susana Roccasalvo y Ariel del Mastro, hijo mayor de Nacha Guevara, quien su fue su último amor
Susana Roccasalvo y Ariel del Mastro, hijo mayor de Nacha Guevara, quien su fue su último amor

La primera cita tardó en llegar “un centenar de mensajes” y fue en un restaurante “muy caro, muy lindo y muy natural de Palermo Hollywood”, dice, sin disimulo ni testigos. “De ahí en más, todo transcurrió entre su departamento y el mío”, relata Susana. “En definitiva, el mejor de nuestros planes siempre fue estar juntos, aunque ocultándonos durante el año que duró la relación. Al principio a ninguno de los dos nos interesaba compartir con nadie lo que estaba pasándonos. Elegimos que todo transcurra en silencio. Pero bueno... Hubo alguien de un entorno que compartimos que, con su cuota de maldad, se encargó de hacer correr la información un tiempo antes de que estuviésemos listos”, suelta, sin intención alguna de revelar la identidad de esa persona. “Indudablemente seremos dos figuras fuertes y respetables, porque ningún colega se atrevió a contarlo. Y cuando finalmente lo blanqueé públicamente (verano de 2023), el vínculo ya estaba un tanto deteriorado de mi parte. Así fue que planteé la ruptura que se dio un par de meses después”, cuenta. Y en intento de explicar la decisión de ese final, Roccasalvo admite: “Si bien Ariel y yo pertenecemos al mundo del espectáculo, la televisión y el teatro no matchean. Los horarios jamás coinciden. Y mucho menos cuando viajar me es tan necesario. Finalmente no logramos encontrar un punto de equilibrio en la pareja. Ya todo había dejado de cerrarme. En esas cosas de la diaria me di cuenta de que ese modo no era para mí y que llevarlo adelante, en el futuro, se convertiría en un peso”, revela.

Susana Roccasalvo y Ariel del Mastro mantuvieron un fogoso romance  oculto durante poco más de un año
Susana Roccasalvo y Ariel del Mastro mantuvieron un fogoso romance oculto durante poco más de un año

Casi ocho meses después, Susana rotula su romance con del Mastro como “la relación más divertida que tuve”. Y se debe a la dinámica. “Con él y esa clandestinidad, volví a vivir mi adolescencia. E incluso es algo que hablé con mi terapeuta. A mí nunca me gustaron los hombres del medio, al menos para pensarlos como compañeros o parejas. Pero no sé, hay cosas que no pueden teorizarse. Somos dos personas que debían conocerse. La magia simplemente se dio y tiró por la borda todos mis prejuicios. Y estoy muy contenta de habérmelo permitido, sentido y disfrutado. Todo se dio con mucho cariño, mucha admiración y mucho respeto. Y por eso será una historia que guarde en mi corazón para siempre”, relata. “Pero no quiero ni puedo hablar demasiado, porque a Ariel no le gusta que hable de él. A estos muchachos tan inteligentes, no les cae en gracia este tipo de exposición. Los genios son así: luz por un lado y oscuridad, en el buen sentido de la palabra, por el otro”, señala. “En este momento de la vida ya no necesito convivir con nadie. Pero sí esa cosa de la compañía cotidiana, del ir a la par... Eso sí. Eso hace falta”, reflexiona. “Y fue la parte adulta del cuento que vivía. Una parte que en cierto punto del camino ya no pude obviar. En fin, todo quedó entre él, yo y nuestros celulares”.

Susana Roccasalvo y Nacha Guevara, quien además de ser su amiga, fue su suegra durante el año de relación que mantuvo con Ariel del Mastro
Susana Roccasalvo y Nacha Guevara, quien además de ser su amiga, fue su suegra durante el año de relación que mantuvo con Ariel del Mastro

Ya era “muy amiga” de Nacha mucho antes de ser nuera. “Y me sorprendió al aire de mi programa cuando me hizo un guiño al mencionar a Ariel, mientras hablaba de su rol de madre. Claro que lo tomé como su aprobación”, dice. “De todos modos tenemos una charla pendiente las dos. Hay por ahí un temita en común que hemos charlado varias veces por teléfono. Cosas, vivencias de mujeres”. Clotilde Acosta, lejos de las luces, supo tener “un gran e inolvidable gesto” con la protagonista de esta conversación. “Estuvo presente y callada en el momento más desesperante de mi vida”, anticipa. “Un día, habíamos llegado con Charly al consultorio del doctor Alfredo Cahe en busca de un tipo paliativo en un último intento de tratamiento”, cuenta. “De repente se abre una puerta y Nacha y yo quedamos frente a frente. Un rato después me acerqué a la enfermera y le dije: ‘Cuando la señora se desocupe, quisiera saludarla’. Fue así que confesé el motivo de esa visita. ‘Mirá, Nacha, nadie sabe absolutamente nada acerca de este tema. Te pido por favor que no lo cuentes’, le pedí. Enseguida me dejó tranquila: ‘¡Olvidate!’, me respondió. Ella estaba en pleno Bailando y guardó mi secreto. ¡No se lo contó ni a sus gatos! Y a esa lealtad yo le doy un valor incalculable. Sentí, en ese momento, una conexión afectiva muy fuerte entre nosotras y siempre le estaré eternamente agradecida”.

Susana Roccasalvo (Gastón Taylor)
Susana Roccasalvo (Gastón Taylor)

Finalmente desistió a su idilio con el tenis “por una hernia de disco brutal” que le ganó por match point. Pero jamás sería un opción en las canchas del amor. Y hasta habla de “el próximo” de cara a una revancha. “Brillantes, que también implica alto sentido del humor”, es como quiere a los hombres. Aunque dirá que “la materia nacional está en baja”. Los argentinos, para ella, “tiene demasiados problemas y una obsesión por hacer cuentas”, define. Y le es difícil encontrar a quien “se banque mi independencia económica”. Porque, como asegura, “siempre he sido más hombre que mujer con el bolsillo y en todas mis relaciones”. Pero no pierde la esperanza. “Tal vez alguien, muy pronto, vuelva a sorprenderme”. Pero ojo, eso no necesariamente abriría una posibilidad entre los muchachos “de entre 38 y 48″ que intentan seducirla a diario, a través de mensajes privados en Instagram. Porque a Susana no le gustan “ni muy jóvenes”, pero tampoco “más viejos que yo”. Aunque sus amigas le digan “¡pero déjate de joder!”, es un límite que ya cruzaría.

Susana Roccasalvo en su paso por Marbella, España, hace tan solo dos semanas
Susana Roccasalvo en su paso por Marbella, España, hace tan solo dos semanas

Dice haber “invertido fortunas en viajes” y en casa, suele amanecer sumando millas. Susana no empieza del día sin una vuelta por Europa. “¡Me desayuno las noticias del mundo!”, cuenta. “Después de Antena 3 (Atresmedia, España), paso por la RAI (Italia) y termino las mañana con Euronews (canal dedicado a la información europea). Recién aterrizo en Argentina alrededor de las 11:30, que es cuando conecto con lo que pasa en mi país”, relata. Roccasalvo enumera otras dos de sus pasiones (más allá de las valijas, los aviones y los hombres inteligentes). La política es una de ellas. “Especialmente la internacional”, especifica. “De no haberme pegado tanto al espectáculo, hubiese sido mi camino periodístico”, revela. El mismísimo Héctor Ricardo García (1932-2019), “un gran visionario”, estaba empecinado en redireccionar su carrera. Al segundo llamado, le dijo: “Mija, usted está desperdiciada. Debería dedicarse a la actualidad y yo quiero formarla”. Susana se negó en las dos oportunidades en las que el empresario de medios y creador de Crónica TV le propuso tomar las riendas de ciclos noticiosos, de debate y de opinión. Luego las charlas derivaron en la afición que comparten por la colección. “Él era fanático de Mickey Mouse y yo, de las muñecas de porcelana”, comparte. Sí, tiene más de 50, “casi todas adoptadas en el extranjero”.

Susana Liliana Roccasalvo
Susana Liliana Roccasalvo

Y mientras fantasea con el programa de temas médicos que le gustaría producir y conducir, “informando sobre los últimos avances, las nuevas técnicas, entrevistando a profesionales y despuntando todo eso que aprendí después de 14 años en el rubro”, dice, “increíblemente” Susana encuentra tiempo para alimentar el alma. No, no lo hace a través de ninguna filosofía espiritual. “Cierro los ojos y mi cabeza es un bombo. No sé qué es meditar, nunca he podido. Soy demasiado eléctrica para tanta concentración”, dispara con gracia. Siempre “ruido a tele de fondo” y, por qué no, la música que siempre ha amado, la Rocca del Espectáculo (como se apoda) se entrega a las artes. “Me gusta crear. En una época me dedicaba a las manualidades. Y me fascina pintar. Pero hay algo que sigue siendo una deuda en mi vida: tocar el piano. Me seducen el violonchelo y el violín, pero el piano me mata. Así que, y de una vez por todas, me decidí a tomar clases”, adelanta.

Todo lo dulce es prioridad. Una debilidad que no logra atentar contra “este cuerpito privilegiado”. Y aunque ha caído “sólo una vez” en las redes de un trago azucarado que la emborrachó, por culpa del talento de Cristian Von Quintiero (padre de El Zorrito), asegura que es “abstemia total”. Y, aún considerando la fortuna genética, no quiere vivir como su madre, más allá de los 90. “Creo que 85 años ya serían suficiente para mí”, afirma. “Me aterra la soledad a la que lleva a la edad y, principalmente, la decrepitud. La idea de ser una carga para una sola hija... ¡Mucho más si no estoy de novia en ese momento!”, suelta con gracia. Mientras tanto, La Rocca se asume feliz. “La vida me ha dado mucho”, reflexiona. “Sin embargo hay una sola cosa que bien podría reclamarle: ¡10 centímetros más!”.