Juicio por el crimen de Nora Dalmasso: la confesión de Marcelo Macarrón que sorprendió y conmovió a su hijo

Acusado por mandar matar a su esposa, el viudo declaró en los Tribunales de Río Cuarto, se quebró y contó detalles íntimos. Qué fue lo que más afectó a Facundo

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Facundo y Marcelo Macarrón
Facundo y Marcelo Macarrón

“Pensé en suicidarme, pero si no lo hice fue por mis dos hijos”, contó Marcelo Macarrón ante los jueces y los ocho jurados populares que lo juzgan como el presunto autor intelectural del crimen de su esposa, Nora Dalmasso. En esa frase, interrumpida por sus lágrimas este martes por la mañana, el viudo intentó resumir cómo vivió estos 15 años, desde que su mujer fue estrangulada el 26 de noviembre de 2006 en su casa del barrio Villa Golf de Río Cuarto.

Cuando se enteró que su padre, de 60 años, había dicho que pensó en matarse ante los jueces y el jurado, Facundo Macarrón quedó conmovido. “Nunca nos mencionó eso, y estamos sorprendidos y dolidos. Quizá no lo hizo para resguardarnos de algo tan horrible”, así se lo reveló a Infobae el hijo de Marcelo y Nora, quien podría declarar mañana al igual que su hermana Valentina.

Previo a la declaración en la segunda jornada del juicio en su contra, Macarrón padre pasó la noche del lunes sin dormir. Tampoco quiso cenar, pese a la insistencia de sus hijos, que están preocupados por su salud. “Lleva días así, siente que no puede contar lo que vivió desde el crimen de su mujer, todo lo que sufrió en todo este tiempo de injusticias, persecuciones y humillaciones constantes hacia él y su familia”, sintetizó Facundo.

Este martes, Macarrón padre se quebró varias veces en su declaración ante el tribunal de Río Cuarto, integrado por Daniel Antonio Vaudagna, Natacha Irina García y Gustavo José Echenique Esteve, y los ocho jurados populares (cuatro mujeres y cuatro hombres).

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“Él esperaba este momento, pero le fue muy difícil porque son muchos años de angustia, de hecho por su estado no pudo decir todo lo que pensaba y sentía”, contó a este medio. Por las noches, el vuido no logra dormir, como si temiera caer en la trampa de soñar con la pesadilla que dice vivir. Pero al quedarse despierto piensa en lo mismo. Todo le parece una trampa.

“No puedo seguir. Son muchos años de este calvario, soy inocente”, dijo el viudo y el juicio pasó a cuarto intermedio por su crisis emocional.

Mientras declaraba, tenía una hoja con anotaciones. “Anotó lo esencial, como para no olvidarse de nada, pero habló con el corazón. Como hizo siempre. Con la verdad. Nunca mintió. Es un hombre que no habló en todo este tiempo y calló muchas cosas. Sus pacientes lo quieren. Marcelo es un hombre íntegro, incluso a veces ingenuo, extraña a su mujer, quiere que atrapen al verdadero asesino, y hoy estalló porque sintió que tenía tanto para decir que se iba a atragantar con las palabras”, le dijo a este medio Marcelo Brito, abogado defensor del viudo.

En su declaración, Macarrón dijo que se sintió padre y madre de sus hijos. Se refirió a la injusta acusación que hubo contra su hijo, cuando fue imputado por el fiscal Javier Di Santo, que pareció tener en cuenta sólo la condición sexual del chico, y confesó que estaba enamorado de Nora. “Estoy destruido”, había dicho el médico traumatólogo. Y Facundo, en una carta que envió a Infobae hace dos años, contó que el caso había destruido su juventud.

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El mayor temor de la familia es que Macarrón sea condenado a perpetua, aunque confían en que será absuelto porque consideran que no hay ningún indicio ni prueba en su contra. “El asesino sigue suelto”, suelen decir.

Parte de la declaración del viudo

“Después de escuchar la acusación en mi contra, lo primero que quiero decir es que soy inocente de las barbaridades de lo que se me imputa, niego enfáticamente haber cometido los hechos que se me atribuyen. El Fiscal Pizarro es un mentiroso y canalla”, fue una de las duras frases que soltó el viudo desde el banquillo de los acusados.

Imputado por “homicidio calificado por el vínculo, alevosía y precio o promesa remuneratoria”, que prevé prisión perpetua, el acusado se despachó: “En estos 15 años de proceso penal iniciado por la trágica muerte de mi mujer, Nora Dalmasso, primera gran víctima; lejos de yo ser el victimario, soy una víctima más de los gravísimos errores y abusos de poder cometidos en esta causa por los diferentes fiscales encargados de la investigación”.

En efecto, la causa tuvo cinco fiscales en estos últimos 15 años desde que el cuerpo de Nora fue descubierto en el cuarto de su hija: el asesino la estranguló en una acción mixta entre la manos y el lazo de la bata de la víctima. Es noche, la mujer había salido con amigas ya que estaba sola: su hijo vivía en la capital cordobesa, su hija estaba de viaje y su marido se había ido a un torneo de golf en Punta del Este con amigos.

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Para el fiscal que llevó a Macarrón padre al juicio, ese viaje a Uruguay fue su coartada. “En una investigación que tenía como fin descubrir la verdad de quién o quiénes en realidad participaron en el atroz crimen de Nora; siempre fueron contra la familia Macarrón, y por más que siempre aportamos muchas pruebas; nunca quisieron investigar otra línea investigativa, desde que imputaron a Facundo en adelante”, se quejó el viudo.

Y siguió: “Enterarnos del crimen de Nora fue la primera de una serie de tragedias que fueron en aumento durante estos largos 15 años. Cada día más difícil. Estuve shockeado y empecé a tomar antidepresivos. Los primeros días en Punta del Este tomé unos ansiolíticos hasta que en Río Cuarto mi psiquiatra me indicó el ansiolitico que tomo hasta el día de hoy”.

En la acusación contra Macarrón padre, el móvil del crimen aparece difuso entre problemas económicos y maritales. “Quiero referirme a la afirmación del fiscal (Luis) Pizarro de que mi matrimonio con Nora era disfuncional desde tiempo atrás, y que vivíamos una crisis con posibilidad de divorcio. Esa afirmación es falsa”.

Y continuó: “Siempre tuve una relación de amor y compañerismo con Nora. Lejos de querer separarnos, cada vez estábamos más unidos que nunca, con la presencia de nuestros hijos y proyectos en común. Les doy un ejemplo: cinco días antes de su trágica muerte Nora festejó mi cumpleaños y ella organizó todo en casa con amigos, mis suegros y mis padres ¿Quién puede festejar alegremente un cumpleaños y estar en una crisis matrimonial?”.

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Macarrón relató: “Jamás hubo desamor y conflicto entre nosotros. Junto con nuestros dos hijos constituíamos una familia feliz, más allá de las diferencias que sin duda habrán existido en el transcurso de nuestra vida en común, y que puede tener cualquier pareja”.

También dijo: “Mis padres me inculcaron el amor al prójimo desde chico, me educaron con valores religiosos, morales y sociales. Ese amor por el otro fue lo que me inclinó a estudiar medicina... Con la ayuda de mis padres y con mucha vocación, en la Universidad Católica de Córdoba logré con mucho esfuerzo el título de médico. Para ejercer esta profesión hice el juramento hipocrático -luchar por la vida y no por la muerte-. Siempre aposté por la vida, no por la muerte”. Y recordó: “Vengo de una familia de clase media, de trabajadores. Somos tres hermanos, y los tres, tanto mis hermanas como yo, pudimos estudiar gracias al gran esfuerzo que hicieron mis padres para darnos esa posibilidad. Mi padre tenía dos trabajos. Mi madre también trabajaba como costurera además de hacerlo como ama de casa.

Luego, regresó a su vida después del crimen de Nora: “Cuando sucedió esta tragedia, mis hijos y yo quedamos muy shockeados. Tuve que hacer frente a un montón de imprevistos: ser padre y madre al mismo tiempo, criando a mis dos hijos de la mejor manera, con la ayuda de mis padres y de mis suegros. Mi prioridad era que mis hijos estudiaran frente a tanto horror. ¿Saben lo difícil que es sacar adelante a dos adolescentes, de 16 y 19 años, con semejante hecho traumático? Tenía mucho miedo de que se deprimieran o cayeran en la droga. Los tres estamos con tratamiento psicológico desde hace 15 años”.

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Antes de concluir, volvió a apuntar a los investigadores: “Los fiscales intervinientes siempre apuntaron a la familia como hipótesis, por ser lo más fácil, primero contra mi hijo, y luego contra mí. El fiscal Javier Di Santo, imputación con base a prejuicios, por ser gay, destruyeron la juventud de mi hijo. El fiscal (Daniel) Miralles me imputó sobre una hipótesis absurda, un avión fantasma que en pocas horas va y viene de Uruguay”.

Y cerró: “Les pido a todos que se pongan en nuestro lugar de una familia común y trabajadora, que no está preparada para sufrir este hecho traumático. Les quiero preguntar a ustedes: ¿Qué hubiesen hecho en mi lugar? Vuelvo a decirles que soy totalmente inocente. Yo decidí hace más de dos años ir a juicio oral para que se termine este calvario, con la esperanza de ser absuelto y de que finalmente se investigara la verdad”.

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(Fotos: Mario Sar)

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