Qué recomienda el Equipo de Antropología Forense para el manejo de los cadáveres de las víctimas de coronavirus

Es una recopilación de 60 protocolos internacionales basado principalmente en respetar la dignidad de las personas fallecidas y sus familiares

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Trabajadores funerarios transportando el cuerpo de un fallecido por COVID-19 en Bruselas. REUTERS/Yves Herman
Trabajadores funerarios transportando el cuerpo de un fallecido por COVID-19 en Bruselas. REUTERS/Yves Herman

En cualquier zona de guerra o desastre natural se crea el mismo dilema: ¿Qué hacer con los cadáveres de las víctimas? En el caso de una pandemia, el tema ya no es sólo práctico o moral. Los muertos pueden seguir matando. El coronavirus persiste en los cuerpos más allá del fallecimiento. El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), que trabaja desde 1984 en 50 países identificando restos de personas desaparecidas o enterradas en fosas comunes, lanzó una serie de protocolos para el manejo de las víctimas del Covid-19.

El protocolo está basado principalmente en respetar la dignidad de las personas fallecidas y sus familiares. Recomienda una pronta identificación de la víctima, un manejo seguro del cadáver, la despedida de las personas más cercanas en forma segura y una incineración respetando los ritos religiosos y morales. Las directivas se basan en los protocolos que manejan el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (FISCRMLR).

“La muerte de una persona por COVID-19, dadas las posibilidades de contagio que presenta o puede presentar este virus, afecta a diferentes áreas del Estado y particulares que participan del proceso: desde los enfermeros y médicos en la atención inicial, hasta las funerarias, ambulancias, personal forense y sepultureros en los cementerios. Pero sobre todo impactan en los familiares y amigos de la persona muerta”, dice el EAAF. “Si bien los mayores esfuerzos están puestos en atender a las personas vivas, las personas fallecidas por COVID-19, y sus familiares, tienen derecho a un tratamiento digno y respetuoso a todo lo largo de la gestión del cuerpo”.

Terrible imagen de Guayaquil. Los vecinos dejaron el cadáver de una de las víctimas en la calle con un cartel ante la incapacidad para su traslado a una morgue.
Terrible imagen de Guayaquil. Los vecinos dejaron el cadáver de una de las víctimas en la calle con un cartel ante la incapacidad para su traslado a una morgue.

“La variedad de respuestas desde los Estados, con protocolos locales, nacionales e internacionales, con áreas aún poco claras, y la variedad de prácticas culturales y religiosas con el tratamiento de los muertos, hacen necesario que la información disponible hasta el momento se concentre en un trabajo como el que elaboramos”, explicó a Infobae Luis Fondebrider, miembro fundador y Director Ejecutivo del EAAF.

Los protocolos proveen información sobre el nivel de riesgo de contagio a partir del contacto con cuerpos y pertenencias de personas cuyo fallecimiento pudiera estar ligado a COVID-19 y dan instrucciones sobre las precauciones a tomar por parte del personal médico, forense, funerario y los deudos. Además, sugieren comportamientos preventivos en velorios y entierros, tanto respecto al número de personas como al tipo de ceremonia. Y abarcan el transporte seguro de los restos de víctimas de COVD-19 y el modo de enterrarlos o cremarlos; también los riesgos y precauciones para casos de autopsias.

El tratamiento adecuando de los cuerpos, según las pautas recopiladas por el Equipo Forense, comprende:

1) asignar un código único a cada cuerpo.

2) tomar fotografías y registrar los datos de cada cadáver lo más rápido posible.

3) colocar cada cuerpo en una bolsa mortuoria

4) y almacenar los cadáveres temporalmente, de modo organizado.

La ejecución de estos pasos en la gestión inicial de los cadáveres contribuye considerablemente a proteger la dignidad de los muertos. También ayuda a garantizar la localización de los cuerpos, evitando así su pérdida.

Un furgón fúnebre ante el Palacio de Hielo, un centro comercial con pista de patinaje situado en Madrid, que se utiliza como morgue para cadáveres de personas fallecidas con coronavirus ante la saturación de las empresas funerarias, que impide enterrar a los difuntos en el plazo establecido. EFE/ Chema Moya
Un furgón fúnebre ante el Palacio de Hielo, un centro comercial con pista de patinaje situado en Madrid, que se utiliza como morgue para cadáveres de personas fallecidas con coronavirus ante la saturación de las empresas funerarias, que impide enterrar a los difuntos en el plazo establecido. EFE/ Chema Moya

También recomiendan hacer un trabajo de investigación de identidad antes de proceder con la cremación o el entierro. Esto es porque en algunas zonas o ciudades se recopilan cadáveres sin tener la capacidad para procesarlos. Hay casos, por ejemplo en geriátricos de Nueva York o Madrid, donde los cuerpos quedaron olvidados por días y sin ser reclamados.

Para lograr identificar los cuerpos, el EAAF, sugiere elaborar una lista precisa de personas desaparecidas durante el brote de coronavirus y recopilar informaciones sobre los que se incluyan.

“Una vez cumplidos todos estos pasos, ya se han sentado las bases para la labor posterior de los especialistas forenses que permita la identificación formal de los muertos”, dice el Equipo Antropológico Forense. “La aplicación de todas estas medidas inicialmente también aumenta el número de cadáveres identificados, aunque no sea posible una respuesta forense. Asimismo, la gestión adecuada de los cadáveres incluye el reconocimiento y la asistencia a los familiares, los amigos y las comunidades en duelo”.

El manual no ofrece un marco integral para la investigación forense ni sustituye la necesidad de una identificación de las víctimas efectuada por especialistas forenses. “Sin embargo, si no se siguen las recomendaciones formuladas en el manual, no se logrará identificar un número significativo de cadáveres”, advierten los especialistas.

La tecnología de identificación a través del ADN muchas veces no alcanza. Por esa razón, recomiendan seguir el protocolo establecido para que cualquier método de identificación único, ya sea huellas dactilares o examen dental, pueda utilizarse eficazmente una vez producido el desastre.

Un joven muerto en el barrio de Banfield por graves problemas respiratorios, probablemente agravados por el coronavirus.
Un joven muerto en el barrio de Banfield por graves problemas respiratorios, probablemente agravados por el coronavirus.

En base a estas recomendaciones técnicas, el protocolo tiene siempre que basarse en:

1) respecto de la dignidad de los muertos.

2) respeto de las personas en duelo.

3) Ser realista acerca de las limitaciones logísticas y de recursos humanos y, en la medida de lo posible, ser eficaz y eficiente para garantizar la localización y la identificación de los muertos.

4) una preparación para el paso siguiente y necesario, es decir, una operación adecuada y gradual para identificar la mayor cantidad posible de cuerpos no identificados. Si hay disponibilidad, comprende la participación de especialistas forenses que dependerán de los resultados de la labor iniciada por los equipos de respuesta.

Las víctimas de las guerras, desastres naturales o pandemias pasan, muchas veces, desapercibidas en el momento de los acontecimientos. Se convierten en un número, en un cuerpo no identificado que espera a que pase la urgencia. Pero, en poco tiempo, se convierten en la marca endeble de lo sucedido. El Covid-19, como los conflictos armados, los terremotos, los grandes accidentes o cualquier otra tragedia de magnitud, tendrá también esa identidad marcada en la memoria colectiva que nos van a recordar lo sucedido por generaciones. Como hayamos manejado los restos de las víctimas nos definirá por mucho tiempo.

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