Origen de las FARC
Para hablar del origen de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia hay que remontarse en el tiempo hasta los años 40, cuando pujas internas entre partidos políticos dieron nacimiento a una incipiente guerrilla de tendencia liberal, la que se enfrentó con movimientos de "autodefensa campesina" de raigambre comunista.
En los primeros años de la década del 50, el gobierno militar colombiano a cargo del general Gustavo Rojas Pinilla decretó una amnistía general a la que buena parte de los combatientes adhirieron, aunque núcleos duros de ambos bandos se mantuvieron en pie de guerra.
No fue sino hasta 1958, ya en pleno ejercicio del gobierno democrático y bajo la presidencia de Alberto Lleras, donde por segunda vez los insurgentes de todas las tendencias tuvieron la oportunidad de deponer las armas.
En 1959 se alcanza un precario acuerdo de paz. Los guerrilleros no entregaron sus armas, pero se sometieron a la ley y pasaron a constituir una fuerza de defensa campesina que en teoría defendería a los trabajadores rurales del accionar de nuevas guerrillas.
Apenas un año duró la paz. En 1960 un comando "irregular" del ejército colombiano ejecutó a uno de los máximos referentes del movimiento campesino. La primer reacción fue el pase a la clandestinidad de un joven inspector de la paz llamado Pedro Antonio Marín Marín, conocido también como Manuel Marulanda Vélez o – más popularmente- como "Tirofijo", apodo que ganaría por su certera puntería a la hora de combatir en la selva colombiana.
De allí y hasta nuestros días, el desarrollo de la guerrilla campesina colombiana fue exponencial y terminó degenerando en una suerte de narcoguerrilla con un poder económico y de fuego, que más allá de los casi 600.000 (algunas fuentes hablan de hasta 5 millones) muertos que ha originado, mantuvo en pie de guerra a las fuerzas armadas y de seguridad del país durante más de medio siglo.
El ansiado fin de la guerrilla
El actual gobierno colombiano presidido por Juan Manuel Santos propuso a la sociedad de ese país que –a través de un plebiscito– refrende un largo proceso de negociación con la guerrilla a efectos de lograr que depongan sus armas con efectiva entrega de las mismas, obteniendo a cambio una serie de prebendas no solo judiciales sino además económicas. Todo con el propósito de reintegrarlos a la sociedad civil en paz.
El 2 de octubre de 2016 la sociedad colombiana dijo "NO" y por escaso margen quedó evidenciado el quiebre entre quienes parecían dispuestos a sellar la paz a cualquier precio y quienes no estaban dispuestos a condonar medio siglo de terror solo con la firma de un acuerdo político.
A pesar del fracaso y haciendo valer -no obstante el resultado- las facultades presidenciales para negociar, el presidente Santos logró finalmente que –aún resignando algunas de las pretensiones originales– los guerrilleros representados por Iván Márquez aceptaran el acuerdo. Se llegó así al ansiado momento en que Santos y el líder guerrillero Rodrigo Londoño "Timochenko" sellaron –en el teatro Colón de Bogotá– el acuerdo de paz ante 13 jefes de Estado y organismos internacionales. Fue el 24 de noviembre de 2016.
El proceso de desarme
En marzo de 2017 se inició formalmente el proceso de desarme de las FARC, bajo la supervisión de la ONU y con una fuerza internacional de observadores que conduce, verifica y certifica la efectiva entrega y destrucción del armamento y munición. El máximo responsable de este hito en la historia de la región es el general de brigada del Ejército Argentino, Javier Pérez Aquino, quien concedió a Infobae una extensa entrevista.
Un general sin uniforme
–Llama la atención verlo en funciones pero sin su uniforme…
–La razón obedece al mandato dado por la ONU a todo el personal de observadores internacionales, que expresamente ordena que todas las tareas se realicen vistiendo ropas civiles.
–¿Cómo llega un militar argentino a ocupar tamaña responsabilidad?
–Fui en principio designado por el Ejército Argentino, en virtud de mi preparación previa a nivel internacional. Después competí con otros generales de la región y luego de ello la ONU me seleccionó.
–¿Cómo se integra el contingente internacional?
–Son 450 hombres y mujeres de 19 países diferentes de América y Europa. 82 integrantes de las FFAA argentinas y 12 de la Gendarmería Nacional forman parte de la misión.
Serán reiteradas las oportunidades en las que Pérez Aquino expresará el reconocimiento al desempeño de estos compatriotas.
–Los argentinos somos más del 20% de la fuerza internacional, lo que demuestra el compromiso de nuestro país con este proceso de paz.
– ¿Cuál es la tarea fundamental del grupo que comanda?
–En primer lugar y en lo personal, mi primer trabajo fue en La Habana y antes que se termine el acuerdo. Fui el asesor militar para la ONU a la hora de definir los protocolos de entrega y desactivación de las armas y explosivos. En el trabajo diario se da la particular situación en la que un militar argentino, otro de otro país y un guerrillero de las FARC, trabajan juntos durante el día y duermen luego en la misma carpa. Es algo único. La dejación de armas es un proceso increíble, todas las armas de puño de la guerrilla (aclara que hay otras que aún conservan los guerrilleros en las caletas) ya están en poder de las Naciones Unidas.
–¿Cómo es el acto concreto de la entrega de las armas?
–El primer contacto con las armas fue cuando llegamos a los campamentos. Fue allí donde cada arma fue identificada con un código electrónico, se le entrega a cada guerrillero una constancia y se colocan en un contenedor. Diariamente y en forma electrónica se verifica la permanencia de esas armas en el lugar donde han sido depositadas, terminada la recolección en un determinado lugar, se procede a inhabilitarlas para que no puedan ser vueltas a utilizar.
Siempre en palabras del general Pérez Aquino, un procedimiento no menor es la destrucción de la munición, tarea de alto riesgo y que debe hacerse en condiciones exhaustivamente controladas.
–¿Cuál será el destino final de todo ese armamento?
–Con parte del material se harán tres monumentos conmemorativos de la paz, uno en La Habana por ser la ciudad sede de las reuniones previas, otro en el edificio de la ONU en Nueva York y un tercero en Bogotá.
Infobae obtuvo además el dato de que el material sobrante será fundido y reciclado para realizar productos cuya venta pueda generar fondos para ayuda a víctimas de la guerrilla.
–¿Cómo percibe el sentimiento del colombiano frente al proceso de paz?
–Es una respuesta difícil, hay mucha gente que opina de una u otra manera. Tal vez sea mayor el apoyo internacional que el nacional. Pero tal vez ocurra que aún no se percibe a nivel local la importancia de la tarea. Hay informes que indican que el alto el fuego ya evitó aproximadamente la pérdida de 2500 vidas, es increíble.
Increíble es una palabra usada recurrentemente por el general precisamente porque así es cada paso que se logra dar en este particular proceso. Hay lugares a los que la fuerza pública no podía acceder sino era en helicóptero, eso ya es historia.
Sobre el fin de la entrevista sobreviene la inevitable pregunta personal:
–¿Qué significa para Javier Pérez Aquino como hombre y como soldado ser el jefe de esta misión?
–Para mí es apasionante, esto es … increíble; es estar ayudando a nuestros hermanos de la Patria Grande. Agradezco a Dios todos los días haber tenido esta oportunidad, estar al mando de un grupo de hombres tan diverso en este proceso de paz es algo que me marcará para toda la vida.
Pérez Aquino, por partida doble
Además de la lógica dependencia que el general Javier Pérez Aquino tiene del enviado especial de la ONU, el diplomático francés Jean Arnault, también en su rol de jefe del componente militar argentino, tiene un superior directo a quien reporta. Este es nada menos que su hermano mayor, el general de división Alfredo Pérez Aquino, comandante operacional del Estado Mayor Conjunto de las FFAA Argentinas.
Antes de finalizar, y en lo que resultó una constante a lo largo de toda la entrevista, el jefe de la misión de observadores destaca la labor del componente militar argentino: "La capacidad de adaptación y el profesionalismo puesto de manifiesto por nuestro personal, es permanentemente reconocida por las autoridades colombianas, las que incluso a veces se 'quejan' cuando un miembro del contingente finaliza su labor y tiene que regresar a Argentina".
El proceso aún es largo, y Colombia deberá ahora intentar neutralizar también el accionar de otro grupo guerrillero (el ELN) que si bien es menor en virulencia, mantiene en jaque a varios sectores del territorio del país.