Científicos del Instituto de Investigación del Cáncer de Londres hallaron que el ejercicio físico reduce hasta en un 10% el riesgo de desarrollar cáncer de mama en mujeres jóvenes.
Según advirtieron, luego de analizar a 547.000 mujeres durante una media de casi 12 años, “las premenopáusicas más activas tenían una décima parte menos de probabilidades de desarrollar cáncer de mama que las menos activas”.
Y si bien el cáncer de mama es más común en mujeres mayores de 50 años que pasaron por la menopausia, a menudo puede ser más agresivo y difícil de tratar cuando se desarrolla en pacientes más jóvenes.
El doctor Simon Vincent es director de investigación del Breast Cancer Now, que financió el estudio, y señaló que “los cánceres de mama en mujeres más jóvenes tienden a ser más agresivos y se diagnostican en una etapa más tardía, por lo que se necesitan urgentemente encontrar nuevas formas de evitar que las personas desarrollen la enfermedad”. Y tras reconocer que no es posible predecir quién desarrollará cáncer de mama, el experto consideró que las personas pueden tomar medidas para reducir su riesgo, según publicó The Telegraph.
“Esta investigación destaca lo vital que es que apoyemos a las mujeres para que comiencen a realizar pequeños cambios saludables en su estilo de vida que puedan tener un impacto positivo en su salud y ayudar a reducir su riesgo de cáncer de mama”, insistió el experto.
“El ejercicio físico ha demostrado bajar la mortalidad en múltiples tipos de cáncer, entre los más estudiados están el cáncer de mama, colon y próstata. Este beneficio no sólo se observa al diagnóstico de la enfermedad, sino también posterior al tratamiento”, comenzó a explicar, consultada por Infobae, la médica clínica y deportóloga Águeda Cotignola (MN 144822), miembro del staff de Internación y del Programa de Ejercicio para Pacientes con Cáncer del Instituto Alexander Fleming.
Según la especialista, “en ese escenario post tratamiento, el riesgo de mortalidad desciende hasta en un 40% según describe en su libro la doctora Kathryn H. Schmitz. Por otro lado, el ejercicio también ha demostrado beneficios en bajar la tasa y la gravedad de los efectos adversos secundarios al tratamiento oncológico y mejorar la de calidad de vida según los scores utilizados”.
A su turno, la profesora de Educación Física y licenciada en Alto Rendimiento Deportivo Claudia Lescano sostuvo que “el ejercicio físico genera cambios metabólicos en el cuerpo a favor de la salud”.
Y respecto a la posibilidad de que una persona desarrolle cáncer, destacó: “A través del ejercicio físico se segregan mioquinas, que son las hormonas que se generan durante la contracción muscular, y está demostrado científicamente que intervienen en la función de distintos órganos. Estos procesos que se provocan generan la formación de mitocondrias, que son las encargadas de suministrar la energía a las células”.
“Un cuerpo que tiene cáncer es un cuerpo que tiene poco oxígeno, por lo que este aumento de mitocondrias, que genera mayor aporte de oxígeno a las células, podría decirse que, en parte, evita que se den algunas de las condiciones para el crecimiento de tumores”, amplió.
Por otro lado, Lescano remarcó que “el ejercicio físico mejora la sensibilidad insulínica, que es la capacidad que tienen los músculos de gestionar el exceso de glucosa que tan mal hace a la salud en general”. Y en ese sentido, señaló: “Recordemos que la célula cancerígena se alimenta de glucosa, por eso a través del ejercicio mejoramos dos condiciones que se dan cuando alguien desarrolla algún tipo de cáncer, como son la falta de oxígeno y exceso de glucosa en el organismo”.
Otros siete beneficios del ejercicio regular
1- Mejora la salud cardíaca
En este punto, el profesor nacional de educación física y licenciado en Alto Rendimiento Deportivo Lucas Abadie agregó que “una persona que hace actividad física de manera regular va a tener un corazón más eficiente, esto significa que va a necesitar menos latidos para poder bombear sangre a todo el cuerpo”.
Así, según el especialista, “si alguien no hace actividad física, su corazón va a tener pulsaciones más elevadas, y eso se traduce en que tendrá que latir más veces para bombear la misma cantidad de sangre que si la persona hiciera actividad física”.
2- Aumenta el VO2 máximo
Se trata de la capacidad de tomar oxígeno, transportarlo y utilizarlo, “y se logra a través del entrenamiento en diferentes intensidades”, precisó Lescano.
Según su opinión, “con el entrenamiento de fases aeróbicas y anaeróbicas y de resistencia muscular se logra ese objetivo”. Tener un índice alto de VO2 máximo permitirá una mejor oxigenación y, por ende, aumentará la potencia y se maximizarán los efectos del ejercicio.
3- Mejora la densidad ósea
“Llegada cierta edad, alrededor de los 40 años, uno de los principales problemas que tenemos es que uno no sólo empieza a subir de peso y acumular más tejido adiposo sino que, por otro lado, se empieza a perder masa muscular y para contrarrestar estas dos cuestiones sin dudas es muy necesario el trabajo de fuerza”, sumó Francisco Ozores, profesor nacional de educación física y especialista en fitness.
Para él, “el entrenamiento de fuerza es un aliado para contrarrestar la osteopenia y la osteoporosis ya que al entrenar la fuerza se ‘obliga’ en cierta manera a estimular el reclutamiento de calcio, porque al tener los músculos fuertes eso lleva a que el hueso también tenga que ganar fortaleza, y de esta manera eso lleva a absorber otros minerales y al fortalecimiento músculo esquelético”.
4- Mejora la postura
En relación con el punto anterior, para Abadie, “trabajar la fuerza muscular de manera progresiva ayuda a mantener la postura y a tener una buena capacidad de movimiento”.
Y tras coincidir con su colega en que “a medida que pasan los años el organismos va perdiendo tono muscular”, remarcó: “Poder mantenerlo es súper importante para los quehaceres diarios, como puede ser evitar una caída cuando uno va a hacer una compra o cuando baja una escalera. Situaciones tan básicas como estas, que suelen complicar la salud en la edad adulta, se pueden evitar manteniendo un buen tono muscular y eso se logra haciendo fuerza”.
5- Mejora la longevidad
Según explicó la doctora Fabiana Massenzana, médica especialista en Nutrigenética y Nutrigenómica Avanzada (MN 151417), “el acortamiento progresivo de unas estructuras que protegen a los cromosomas, llamados telómeros, está determinado genéticamente, pero se puede acelerar por malos hábitos de vida”.
Y tras precisar que “cuando los telómeros llegan a una longitud crítica, esto es detectado por las células como un daño irreparable cuya consecuencia es la muerte o senescencia celular, así como que las células madre dejen de regenerar los tejidos”, la especialista señaló que “esta incapacidad de reparar los tejidos a su vez lleva a la disfunción de órganos y a la aparición de la enfermedad”.
“También a través del ejercicio físico se evita el acortamiento de los telómeros, que están asociados a la longevidad -agregó Lescano sobre los beneficios del ejercicio-. Pero en este punto es importante saber que hay intensidades que son más apropiadas a estos fines”. Según la experta, “a través de una intensidad adecuada, sistemática, regular, programada y en lo posible individualizada se ayuda a que esos telómeros sean flexibles”.
6- Ayuda a adquirir mejores hábitos
Sería algo así como que “los hábitos saludables atraen hábitos saludables”.
Es que, para Abadie, “la actividad física se relaciona con los buenos hábitos”. “Esto quiere decir que si alguien se esfuerza en mejorar su condición física, es muy probable que a la hora de comer, por ejemplo, el cuerpo le ‘pida’ comida sana -sostuvo-. Cuando se entra en una rueda donde la actividad física forma parte de la vida, cambian en consecuencia toda una serie de hábitos maliciosos para la salud”.
7- Aleja de las medicaciones
Por último, Abadie destacó que, “a medida que pasan los años, la mayoría de las personas comienzan a consumir una cierta cantidad de fármacos tendientes a regularizar su colesterol, presión arterial, diabetes tipo 2, entre otros, y muchos de ellos serían prescindibles en un cuerpo activo, que se alimenta de manera equilibrada y tiene un buen descanso”.