El oficialismo renueva su interna frente a la crisis: menos ruido, pero con juego individual para evitar costos

Massa busca afirmarse en un cuadro económico tensado por la inflación y el dólar. CFK deja jugar para evitar el abismo, pero intenta preservarse frente al ajuste. Alberto Fernández queda en lugar relegado y los gobernadores operan

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Esta semana empezó intensa y todo indica que concluirá del mismo modo. Sobresalen datos vinculados a la economía, desde la creciente alarma por la inflación -y la persistente inquietud por el drenaje de dólares de la reserva- hasta cierto alivio por el canje de deuda en pesos. Sergio Massa navega en esas aguas. Cristina Fernández de Kirchner toma distancia del ajuste de hecho y se concentra en sus propias preocupaciones, empezando por el frente judicial. Y Alberto Fernández busca darle una vuelta a su lugar relegado en el poder. Esa mezcla expone el nuevo estado de la interna, con desvanecimiento prematuro del mensaje de equilibrio doméstico luego del cimbronazo por la renuncia de Martín Guzmán.

Hay, por supuesto, mensajes a veces cuidados y siempre decodificados de la peor manera: como parte de una disputa desgastante y sin reglas ni cuidados. Ultimo ejemplo: la ausencia de Sergio Massa en un acto encabezado por Alberto Fernández, en Lomas de Zamora, con puesta en escena del núcleo oficialista en la provincia de Buenos Aires. El ministro sorprendió con su ausencia. Y el Presidente anticipó sin el ministro otro ensayo de acuerdo entre empresarios y jefes sindicales. Una fórmula repetida frente al deterioro de ingresos como consecuencia de la escalada de precios.

La agenda de Alberto Fernández suma casi a diario algún acto oficial. Parece un recurso gastado de comunicación frente al profundizado deterioro de poder. El anuncio de ayer incluía a Massa junto a Axel Kicillof y el jefe de gabinete provincial, Martín Insaurralde. Asistieron intendentes del GBA. La ausencia de Massa llamó la atención por eso mismo, y alimentó prevenciones en el círculo de Olivos. Se le adjudica al ministro la intención de mostrarse absorbido por su función como ningún otro, en un escalón diferente al resto del oficialismo.

La agenda de Alberto Fernández suma casi a diario algún acto oficial.
La agenda de Alberto Fernández suma casi a diario algún acto oficial.

Massa celebró en el anochecer de ayer el resultado de la operación para postergar vencimientos por 2 billones de pesos. La adhesión fue significativa, un 85% según la información oficial, en buena medida por el peso de organismos o entidades públicas. Un alivio inicial. El calendario se carga para el 2023. Y una parte importante de los vencimientos de octubre se trasladan incluso para después de las elecciones PASO, dato destacado en el resumen distribuido anoche. Se verá para entonces a quién le toca esa mochila.

No son las únicas señales que pretende el ministro de tres carteras para tratar de descomprimir el cuadro inmediato y oxigenar expectativas, desmedidas por el modo en que fueron alimentadas. No se trata sólo del mercado -reducción de un complejo entramado financiero- sino de al menos dos cuestiones centrales. Una, económica: la inflación y el dólar. Otra, política: la tensión interna alimentada por intereses cruzados, con el foco corrido de Olivos, Massa expuesto en primera línea y el juego incansable de Cristina Fernández de Kirchner.

Mañana será difundido el IPC de julio. Las estimaciones previas, incluso en despachos oficiales, ubican la cifra en las orillas del 8%. En cualquier caso, será el peor registro en lo que va del año. Y la alarma se extiende ya sobre agosto. Temen que este mes marque una continuidad antes que un quiebre de la trepada de precios. El otro dato seguido día a día en Economía es, junto al precio del dólar, el nivel de reservas del Banco Central. El drenaje no se detuvo con el cambio de gestión.

Esos son a la vez los dos puntos de la economía que sigue con especial dedicación y que alteran el ánimo de CFK, un escalón por debajo de las causas judiciales. La ex presidente recrea un mismo comportamiento: alerta sobre el tema, apuesta ahora a que la gestión de Massa contenga la situación y, a la vez, imagina posible eludir los costos del ajuste o por lo menos, su impacto directo.

Se suceden señales que a veces parecen confusas. CFK cedió terreno en el área de Energía. El cambio de funcionarios representó un avance de Massa, pero también una carga casi exclusiva en materia de ajuste de tarifas. La ex presidente seguramente hizo ese mismo cálculo. No hubo ruido de batalla. En cambio, la capacidad de veto de la ex presidente -tal vez antes de que lo ejercite de manera directa- frenó la definición sobre el virtual viceministro de Economía.

Otro elemento fue aportado por Andrés Larroque. El funcionario bonaerense y dirigente de La Cámpora difundió un mensaje según el cual “sin Cristina no hay peronismo, sin peronismo no hay país”. Fue leído como una advertencia por el desarrollo del caso Vialidad. Sin embargo, asomó al mismo tiempo como un aviso con destino interno: una manera de ratificar que el aval inicial a Massa no representa un repliegue suyo en el poder.

Fiscal Diego Luciani
Fiscal Diego Luciani

CFK opera hasta el punto que puede en ese terreno. Mantiene sus cargas contra la causa referida, con eje ahora en el fiscal Diego Luciani y uno de los jueces del tribunal, Rodrigo Giménez Uriburu. Puso a sus funcionarios a operar en la misma dirección. Desde el Ministerio de Justicia, hasta legisladores. Es un asunto personal que transforma en cuestión de Gobierno. Visto de ese modo, compromete los efectos de credibilidad a los que aspira Massa para afirmar su gestión.

La ex presidente sigue con dificultades para garantizar en el Senado la aprobación de la reforma de la Corte Suprema. No irá al recinto esta semana, pero nada indica que el proyecto vaya a ser abandonado. Tiene que alinear un par de apoyos. La iniciativa cuenta con el aval de los gobernadores del PJ. Es una relación que cultiva más de lo que está a la vista. Este miércoles, y luego de un tratamiento veloz en comisiones, será votado el Consenso Fiscal, pieza que habilita una mayor presión tributaria de las provincias.

El proyecto fue apurado, precisamente, por pedido expreso de jefes provinciales a CFK. Es otra traducción de lo expuesto por los gobernadores a Massa: empujaron su desembarco en el Gabinete, al frente de una ampliada cartera de Economía -no en la jefatura de ministros-, y a la vez plantearon que el ajuste no debería afectar a las provincias.

Las consecuencias de la crisis -y en particular, el deterioro que produce la inflación- asoman en cada expresión de apoyo a la ficha jugada con Massa al frente de tres ministerios unificados. Lo condicionan, de hecho. Los movimientos sociales aliados y los jefes de la CGT lo expresan de diferente modo.

Se ha dicho: es una semana intensa. Incluye también el anuncio de actualización de las jubilaciones, definida por ley, más el agregado de una compensación para las escalas más bajas. Y en la misma línea apunta la convocatoria a empresarios y jefes sindicales, confirmada en público por Alberto Fernández, que hoy volvería a encabezar un acto oficial. Esta vez, con gobernadores y ministros -se espera a Massa- para la firma de contratos vinculados con el gasoducto Néstor Kirchner.

Las internas siguen su curso. Y hasta incluyen la guerra menor desatada por Silvina Batakis en el Banco Nación.

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