Maternidad y discapacidad: Mamá salmón

La directora de la carrera de Psicología de la USIL elabora un simil de la lucha del salmón por su supervivencia con la capacidad de las madres de niños con alguna condición o discapacidad al enfrentar y superar obstáculos diarios

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El salmón nada contra la corriente, luchando por sobrevivir y cumplir su destino: regresar a su lugar de origen para desovar y mantener su especie. Nosotros, como humanos, tenemos mucho por aprender del salmón, ya que, en distintas etapas de nuestras vidas, somos invitados a nadar contra la corriente, vencer obstáculos y luchar por cumplir nuestras metas, trascendiendo así nuestras limitaciones y convirtiéndonos en mejores personas. Sin embargo, no siempre es fácil, como pueden atestiguar las madres de niños con alguna condición o discapacidad.

La maternidad trae consigo una serie de retos a nivel personal y profesional, ya que exige un deseado equilibrio entre ambos. No obstante, cuando a esto se suma la discapacidad o condición del recién nacido, pueden surgir desbordes emocionales, aislamiento, emociones intensas que no nos permiten adaptarnos al nuevo escenario o incluso depresión, ansiedad y frustración.

Al nacer un hijo/a con discapacidad, ocurre un fuerte impacto en la familia que afecta a cada uno de los miembros; se modifican los ideales de los padres respecto a su hijo/a y se incrementan las fuentes de estrés, tanto emocionales como físicas, económicas y sociales; sobre todo, teniendo en cuenta que, por lo general, es la madre la principal cuidadora debido al rol que ejecuta dentro de la sociedad y a la necesidad del nuevo ser, que la percibe como proveedora de todo lo que necesita para subsistir, incluyendo amor, aceptación incondicional y contención.

Por lo tanto, las madres como cuidadoras principales necesitan prestar especial atención a su salud mental y descanso. Lidiar con las propias emociones, aceptarlas y validarlas ayuda a seguir avanzando en el nuevo camino por emprender, generando el disfrute de la maternidad. Las madres que cuidan a sus hijos con discapacidad enfrentan obstáculos únicos, pero también encuentran una fuerza interior y amor inquebrantable.

El futuro del niño con discapacidad depende en gran medida de cómo la familia percibe y afronta la discapacidad. La respuesta de los miembros dependerá de diversos factores, como los rasgos de personalidad, el estado de ánimo de cada uno, el nivel cultural y educativo, o la gravedad del diagnóstico y pronóstico.

Exploremos cómo la maternidad se transforma cuando se comparte tiempo y espacio con un niño con discapacidad. En primer lugar, hablemos sobre la fuerza de las madres: Todas las madres son guerreras, pero las madres de niños con discapacidad son guerreras campeonas que han tenido que sobreponerse a su propio dolor para disfrutar de los pequeños avances de sus niños.

La maternidad de niños con discapacidad está llena de pequeños triunfos. Desde el primer paso hasta la primera palabra, cada hito es motivo de celebración y de aplausos para el niño y la familia. Las madres aprenden a apreciar las pequeñas victorias y a encontrar alegría en los momentos cotidianos. Cada sonrisa, cada abrazo y cada gesto de afecto se convierten en tesoros preciosos.

Compartir experiencias con otras madres en situaciones similares les permite sentirse comprendidas y menos solas. Estas redes de apoyo ofrecen consejos prácticos, amistad y un espacio seguro para expresar y validar sus emociones. La validación de las emociones nos hace mujeres más fuertes y sanas.

Cada madre tiene una historia única y este artículo puede ser un punto de partida para explorar esas historias y celebrar la valentía y el amor de las madres de niños con discapacidad. Quizás todos conocemos una mamá salmón.

Ana Elguera Pajares.
Ana Elguera Pajares.
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