El inicio del año escolar 2024, marcó un retorno esperado para miles de estudiantes en todo el país. Sin embargo, para algunos, el regreso a las aulas no es tan sencillo como parece. En provincias como Piura y Loreto, los desafíos son aún mayores.
El camino hacia la escuela se convierte en una travesía que implica riesgos y sacrificios. El acceso a la educación se ve obstaculizado por la lejanía, la falta de infraestructura y las condiciones climáticas adversas. Para estos menores, el simple acto de asistir a clases se convierte en un desafío diario.
El largo caminos de los escolares en Loreto
En Loreto, los niños y niñas se enfrentan a verdaderas odiseas para llegar a sus escuelas. En un gran esfuerzo, atraviesan los ríos de la Amazonía peruana en frágiles embarcaciones, desde canoas hasta improvisados botes, e incluso en tinas de lavar ropa.
El viaje hacia la educación puede llevar hasta una hora o más para algunos de estos estudiantes. “Tengo que caminar para poder tomar el bote para venir al colegio, me toma una hora y media llegar”, dijo una de las estudiantes.
Otros, como relató un menor, dependen de la generosidad de familiares para continuar con sus estudios: “Yo vengo en canoa, a veces mi tía me presta para venir”. Pero para aquellos que no cuentan con una movilidad disponible, incluso una tina de lavar ropa se convierte en un medio de transporte.
Esta complicada realidad de traslado obstaculiza el acceso a la educación para muchos niños y niñas. Algunos se ven obligados a abandonar los estudios para ayudar económicamente en la chacra u otras labores. Ante esto, los profesores se las ingenian para llegar hasta ellos.
“Hay estudiantes que no tienen la posibilidad de venir a la institución, ya que no tiene la movilidad a su disposición y qué hacen los docentes, ir a buscar casa por casa a los estudiantes y pierden valiosos minutos”, dijo una maestra de la región a Exitosa.
Los retos de los alumnos en Piura
En la zona norte del Perú, específicamente en el caserío Pampa Quemada de Huarmaca, en Piura, estudiantes y profesores se enfrentan a situaciones de riesgo extremo cada día para poder asistir a clases. En este lugar, los pobladores dependen del “huaru”, un rudimentario medio de transporte consistente en una caja que es jalada a través de un cable improvisado para cruzar de manera arriesgada a otro sector del caserío, desde donde continúan caminando hasta llegar a sus respectivas escuelas.
Este método de transporte, sin embargo, no está exento de peligros. En ocasiones, los pobladores pueden quedar varados a medio camino, aumentando el riesgo para sus vidas. Además, durante la temporada de lluvias, que va de diciembre a marzo, el peligro se intensifica, ya que el caudal del río crece, haciendo aún más arriesgado el cruce.
La directora del centro educativo, Ada del Pilar Chinguel, señala que incluso después de cruzar el río, los estudiantes y docentes deben continuar su trayecto a pie, enfrentándose al riesgo constante de accidentes debido a las piedras resbaladizas en el lecho del río. A pesar de los riesgos, los estudiantes de secundaria deben salir del caserío para dirigirse a otros locales educativos en San Miguel de El Faique.
“Es un peligro latente para los docentes y estudiantes”, señala la directora, quien resalta que el cruce del río con el “huaru” es una práctica diaria, especialmente durante los meses de lluvia.
Ante esta problemática, el director de la UGEL de la zona de Piura hace un llamado urgente a las autoridades del gobierno central para la construcción de un puente que garantice un acceso seguro y permanente a la educación para los habitantes de esta comunidad.