
El cepo cambiario, establecido por Cristina Fernández de Kirchner ni bien ganó las elecciones de 2011 se mantuvo durante todo su segundo mandato. Mauricio Macri lo levantó ni bien asumió y volvió a ponerlo en septiembre de 2019 luego de haber perdido las PASO.
Con la llegada de Alberto Fernández al gobierno volvió el cepo cambiario y todavía sigue bajo el gobierno de Milei que, curiosamente, dice ser partidario del libre mercado.
Formulo esta observación porque si el intervencionismo resuelve los problemas generados por el mismo intervencionismo, luce absurdo luego argumentar que el mercado libre resuelve los problemas del intervencionismo.
¿Para qué defender una política de libertad económica si se termina recurriendo al intervencionismo para solucionar los problemas del intervencionismo en vez de recurrir a la libertad económica? Al analizar el tema del cepo, vale preguntarse si cuánto más tiempo se mantenga será más fácil o complicado salir.
El argumento del Gobierno es que para salir del cepo se necesitan dos cosas: 1) acumular más reservas y 2) limpiar el balance del BCRA. Estas dos condiciones tienen una contradicción que paso a explicar.
Para poder acumular reservas antes de levantar el cepo, el BCRA tiene que obligar a los exportadores a liquidar sus divisas al tipo de cambio oficial. Y para comprarle los dólares a los exportadores, el BCRA tiene que emitir pesos.
Esa emisión genera presión inflacionaria porque la gente no quiere tener pesos, por lo tanto, el BCRA debe salir a colocar Pases a 1 día para absorberlos. Puesto en otros términos compra reservas contra deuda en pesos que paga intereses.

Queda claro que luego de la licuación de la deuda de los pasivos remunerados, estos crecen más rápido que las reservas brutas y, por supuesto, también la base monetaria amplia.
Entre el 7 de diciembre, último día del gobierno K y el 29 de abril los pasivos remunerados crecieron en el equivalente de USD 12.911 millones y las reservas brutas en 8.660 millones dólares. Y si no se incluyen los Bopreal, los pasivos remunerados (Pases más las ex Leliqs) suben en USD 10.410 millones. Si se toma la base monetaria amplia se expandió en el equivalente de USD 15.571 millones.
Cualquiera sea la forma en que se haga la cuenta, los pasivos remunerados crecen más que las reservas brutas del BCRA. La dinámica del cepo lleva a que cada vez sea más costoso salir.
Como he señalado en otras oportunidades, si el presidente Javier Milei está convencido de que el tipo de cambio oficial es de equilibrio, quiere decir que no hay demanda insatisfecha, por lo tanto, si se libera el mercado y se lo unifica eliminando toda restricción para operar con divisas, no tiene por qué derivar en un salto cambiario.
Si eso ocurriese es porque entonces el tipo de cambio oficial no es de equilibrio por la sencilla razón de que respondería a la demanda insatisfecha.

Así, mantener el cepo parece ser más costoso que eliminarlo porque lejos de estar limpiándose el balance del BCRA se está deteriorando.
Lo que puede hacer el Gobierno es plantear un plan económico que en lugar de generar esperanza y querer refundar la Argentina, se muestre como algo alcanzable y sostenible en el tiempo, y que genere un cambio de expectativas en vez de esperanza. Son dos cosas diferentes. La esperanza es una cuestión de fe y la economía no es un tema religioso. Cambiar las expectativas implica atraer inversiones en serio en vez de fotos en EE.UU. y aumento de las exportaciones por terminar con el tipo de cambio artificialmente bajo.
Con un plan económico consistente, sin artificios monetarios ni financieros y un plan realizable que cambie el rumbo de la economía, se sale de la recesión y se entra en un proceso de reactivación y luego de crecimiento.
Hoy el ajuste del sector público recae sobre el sector privado con más carga impositiva (Impuesto PAIS, Ganancias, Impuesto a los Transferencias de Combustibles, impuestazo detrás de cada tarifazo, etc.). Así, la economía se achica, no se expande y lograr un equilibrio fiscal sustentable se hace más difícil.
Aquí hay que cambiar la ecuación, en vez de hacer recaer el ajuste sobre el sector privado con mayor carga tributaria, hay que bajar impuestos.
El rol del gasto agregado
Finalmente, si baja el gasto público tiene que poder bajarse impuestos. Y si había déficit que se financiaba con emisión, al dejar de emitirse se deja de cobrar el impuesto inflacionario y, por lo tanto, se le deja de quitar recursos al sector privado vía emisión.
En definitiva, es falso que la baja del gasto público lleva a un proceso recesivo. Lo que deja de gastar el sector público ahora lo puede gastar el sector privado.

Si se libera el cepo y, a pesar de un plan económico que cambie las expectativas hay retiro de depósitos, el BCRA tiene en el activo una cantidad de bonos y Letras Intransferibles que deberían cambiarse por bonos negociables del Tesoro y absorber la emisión para cancelar pasivos remunerados vendiendo esos bonos.
No estoy diciendo nada diferente a lo que decía Javier Milei cuando afirmaba que iba a dolarizar la economía. La cuenta que hacía era que con esos bonos rescataba los pasivos remunerados. Basta con revisar los videos en las redes sociales para ver que esa era la propuesta. Lo mismo que estoy proponiendo en estas líneas.
En síntesis, seguir con el cepo complica la salida de la profunda recesión en que está metida la economía y cuánto más tiempo se mantenga peor más complicado va a ser salir.
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