Xi-Putin, más ratificación que cambio

Mientras la OTAN ve en la prolongación de la guerra en Ucrania una estrategia para debilitar a Rusia, China percibe lo contrario: evitar la derrota rusa debilita a la alianza occidental

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El presidente chino, Xi Jinping (izquierda) estrecha la mano del presidente ruso Vladimir Putin después de su cena en el Palacio de las Facetas del Kremlin, el martes 21 de marzo de 2023 en Moscú
El presidente chino, Xi Jinping (izquierda) estrecha la mano del presidente ruso Vladimir Putin después de su cena en el Palacio de las Facetas del Kremlin, el martes 21 de marzo de 2023 en Moscú

La visita del presidente chino a Moscú es una pieza fundamental de su estrategia como líder global en el campo diplomático. El reciente acuerdo entre Irán y Arabia Saudita que trajo como consecuencia el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países, fue gestado por Beijing. Fue una sorpresa para Washington, que se ve así desplazado en el rol de potencia global dominante en Medio Oriente.

La visita de Xi a la capital rusa va en la misma línea. Es decir, fortalecer a China como actor diplomático internacional. Cabe recordar que el 23 de febrero, un día antes de cumplirse un año de la invasión rusa a Ucrania, el gobierno chino dio a conocer su “plan de paz” de doce puntos para promover el fin del conflicto entre Rusia y Ucrania. Esta iniciativa tuvo el rechazo de los países de la OTAN y sus aliados, pero el presidente Volodimir Zelensky dijo que era interesante que China se hubiese involucrado en el conflicto y que estaba dispuesto a reunirse con su colega chino. A su vez, Vladimir Putin dijo que era una propuesta a tener en cuenta, pero que iba a requerir tiempo y discusiones para llevarlo a la práctica.

El Ministerio de Relaciones Exteriores chino trabajó intensamente respecto al diálogo de su presidente con el ucraniano y para lograr uno de éste con Putin que tomara como punto de partida una suspensión de las hostilidades, aunque fuera breve. Pero a menos de una semana del encuentro, el Tribunal Penal Internacional de La Haya pidió la captura de Putin por crímenes de guerra. Podrá discutirse si fue una coincidencia o una jugada destinada a interrumpir la estrategia china. Lo cierto es que ahora no es fácil para Zelensky reunirse con Putin.

Desde un punto de vista estratégico-militar, la visita del presidente chino a la capital rusa fortalece la posición de Putin en un momento difícil. El 23 de febrero, en la Asamblea de las Naciones Unidas, 141 países apoyaron la moción que exigía el retiro de las tropas rusas de Ucrania a su punto de partida el día de la invasión. La moción tuvo 32 abstenciones (entre ellas la de China) y sólo 7 votos en contra. Ahora, el pedido de captura del Tribunal de La Haya puede hacerse efectivo en 140 países del mundo. Es difícil que el presidente ruso visite alguno de ellos en los próximos meses. Pero es un hecho que contribuye a su aislamiento internacional. Desde principios de marzo, el gobierno estadounidense, a través del Departamento de Estado y la CIA, ha planteado que China comenzaría a suministrar armamento a Rusia, lo que hasta ahora se ha cuidado de evitar. Beijing ha negado esta posibilidad y ha denunciado una manipulación informativa estadounidense. Pero la visita de Xi a Moscú y su encuentro con el presidente ruso en este contexto implica un desafío para Washington. El anterior encuentro entre los presidentes de China y Rusia tuvo lugar hace seis meses en un país de Asia Central, con motivo de un encuentro de presidentes del espacio euroasiático. Es decir que además del significado diplomático-estratégico, se agrega uno político-militar. Surge claramente que así como la OTAN ve en la prolongación de la guerra en Ucrania una estrategia para debilitar a Rusia, China lo percibe como lo contrario: evitar la derrota rusa debilita a la alianza occidental.

La visita de Xi a Moscú y su propuesta de paz fueron caracterizadas por el Secretario de Estado de los EEUU como “tácticas dilatorias”. Para el gobierno estadounidense, la propuesta china, además de no garantizar la soberanía ucraniana y eludir la condena a Rusia por la invasión, busca prolongar una situación que de hecho consolida fácticamente su posesión de los territorios ocupados después del 24 de febrero. John Kirby, vocero del Consejo de Seguridad de la Casa Blanca, dijo que “un alto al fuego en este momento sería una ratificación en los hechos de la conquista rusa”, agregando que “equivaldría a un reconocimiento del avance de Rusia y de su intento de conquistar territorios vecinos por la fuerza, lo que permitiría que las tropas rusas sigan ocupando territorios soberano de Ucrania”. Reivindicó el rol de Estados Unidos en la búsqueda de la paz, diciendo “nosotros somos los únicos que reclamamos por el fin de los enfrentamientos”. En las capitales europeas no confían en los objetivos declarados del presidente chino y las agencias de inteligencia estadounidenses creen que las relaciones entre Rusia y China durante la guerra se han profundizado. En realidad, es la constatación de lo que expusiera Henry Kissinger en mayo de 2022, durante la edición virtual del Foro de Davos. Dijo entonces que era “un error empujar a Rusia a una alianza militar con China”.

Pero hay matices en la opinión occidental. El representante de la Unión Europea para los asuntos exteriores, Josep Borrell, dijo el 20 de marzo que no tiene “ninguna evidencia de que China suministre armas a Rusia”. Paralelamente, el Secretario General de la OTAN Jens Stoltenberg, dijo lo mismo, tomando distancia de voceros estadounidenses. A su vez el Presidente ucraniano dijo: “Le propusimos a China asociarse a un fórmula de paz y hasta ahora hemos recibido señales, nada concreto”

Mientras tanto, desde el punto de vista militar, la guerra se encuentra estancada, con un escenario que recuerda al de la Primera Guerra Mundial. Las trincheras y los sangrientos avances de la infantería caracterizan la situación. Desde hace meses, decenas de miles de hombres de ambos bandos han caído en torno a Bakhmut, una pequeña ciudad ucraniana del Donbass que ya está prácticamente deshabitada, pero que ha adquirido más valor simbólico que militar. La OTAN ratifica constantemente su compromiso de suministrar armas y municiones a Ucrania. Pero los tanques modernos tardan en llegar y todavía faltan varios meses para que puedan entrar en combate. Mientras Estados Unidos y el Reino Unido analizan proveer de cazas modernos a la Fuerza Aérea ucraniana, Polonia, Eslovaquia y Estonia han decidido proveerla con los viejos cazas rusos MIG provenientes de la Guerra Fría. La OTAN compra munición de artillería fuera de sus países miembros para satisfacer las necesidades ucranianas. Mientras tanto Rusia refuerza sistemáticamente sus tropas en el terreno y muestra más rapidez que la OTAN para poner en actividad la industria militar que existía antes de la disolución de la URSS. El riesgo de escalada por errores de cálculo no se reduce con el paso del tiempo.

Frente a la orden de captura contra Putin del Tribunal de La Haya, el ex presidente y actual vicepresidente del Consejo Nacional de Rusia, Dimitri Medvedev, amenazó con atacar la sede del tribunal con un misil hipersónico e indetectable por los sistemas antiaéreos de la OTAN.

Nada parece haber cambiado sustancialmente, pero se avanza eludiendo la advertencia de Kissinger de que es un error empujar a Rusia a una alianza militar con China.

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