Pichetto y Fede Bal, un sólo corazón

Cuando la elección sexual y otras cuestiones privadas cobran notoriedad pública para denostar (o alabar) a alguien es que nos asomamos con peligro a los tiempos de las cancelaciones fascistas

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Leo con perplejidad las declaraciones: “El Ministerio de la Mujer está en manos de una chica que es lesbiana, podrían haber puesto a una mujer”. Quien se lo dice a Joni Viale es Miguel Ángel Pichetto, uno de los políticos de mayor experiencia en la República Argentina. Sin dudarlo, le escribo un Whatsap: “Creo que es una pifia que merece retractación. Esa frase no es digna de usted”.

No corresponde ni es mi intención interpretar -menos defender- lo dicho por Pichetto. La frase es horrible, agraviante. Reclamar que sólo son mujeres las heterosexuales es un disparate. Punto.

Dicho esto, no es menor recordar que Pichetto apoyó en su tarea legislativa todas y cada una de las leyes de la diversidad que hoy rigen, desde el matrimonio igualitario hasta la identidad de género siendo vocero del voto positivo. u discurso cuando el matrimonio gay fue impactante y emocionante. Entonces: ¿qué cuernos le pasó a Pichetto para decir ese disparate?

El exsenador me respondió inmediatamente el mensaje que le mandé y me autorizó a que lo hiciera público. “Sabe cuál es mi posición en el tema de los derechos a vivir como uno quiera y se sienta feliz. Lo que traté de expresar es que la ministra estaba más preocupada por la propia agenda de defensa de la diversidad y de su condición personal que por los derechos humanos del niño... debiendo haber hecho un claro repudio a lo que pasó Lucio Dupuy”. Lo interpreto: Ayelén Mazzina fue poco contundente para reclamar la pena máxima en el horrible caso de Lucio en “solidaridad” con la pareja asesina por ser sus integrantes lesbianas.

Supongamos que fue esto el motor de lo dicho por Pichetto. Concedámosle razón a que la ministra Ayelén Mazzina levanta la voz por cosas como el derecho a mostrar por la tele a una mujer que menstrúa y apenas murmura en sordina el caso Lucio. Eso es real. Sucede que la funcionaria integra una facción política que defiende los derechos humanos sólo y sólo sí, si quien es agredido piensa como ella o ellos. Los derechos humanos K hoy son sólo para los “amigos”. Al “enemigo”, ni justicia. ¿Hace falta poner ejemplos? Baste con mirar la perversa cooptación que se ha hecho de ONGs como Madres y Abuelas que de ser heroicas barreras a la dictadura se han convertido, en muchos casos, en tristes barricadas de los desatinos K.

Sin embargo, creo que Pichetto dijo eso por otro motivo. Estimo que hay un “clima de época” que lo llevó a decir que una lesbiana no es mujer (lo escribo y paso del enojo a la tentación de risa). Ese clima supone que algunas conquistas sociales son, prejuicio, sólo del progresismo de izquierda (sic) encarnado por gobiernos populistas, y que el modo de cambiar a esos gobiernos es llevarse por delante todas y cada una de aquellas conquistas. En este caso, identidad de género, matrimonio con igualdad de dignidad de cualquier género, lenguaje inclusivo y así.

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Pichetto siente que es más anti K si desprecia a la ministra por todas y cada una de sus características: su parcialidad en el caso Lucio (justificado), su accionar sólo a favor de las mujeres K (justificado) y, “vamos por todo”, por ser lesbiana. Un disparate. Mazzina no es una funcionaria incompetente por ser lesbiana. Lo es por ser incompetente. Importa nada con quien se acuesta. Hablemos de lo que no hace o de lo que mal hace.

Porque si nos detenemos en la cama de ella, corremos el riesgo de azuzar el discurso que sí existe (y no es el de Pichetto) de retroceder a la Edad Media en donde había probos y anatemizados. Y a estos últimos, se los quemaba en piras públicas o se los apedreaba. ¿Exagero con el clima de época? Lean estos tuits de un señor que se propone intendente de La Plata en nombre de Patrica Bullrich: “NI FEMINISMO, NI IDEOLOGÍA DE GÉNERO. Si me toca ser Intendente de la Ciudad, en mi gestión no habrá ni se hará feminismo, ni ideología de género. Yo estoy a favor del diseño original. No habrá lenguaje “inclusivo” ni femenimo/masculino, ni “@”, “x”, “e” o “i”, ni Secretaría de la Mujer, ni nada de eso. En mi gestión no existirá feminismo, ni ideologia de género en ningún sentido del integrante del gabinete. #ElFeminismoMata#LaIdeologíaDeGéneroNOVA”.

Una monada este señor Mauro Palummo que se presenta como “Único y directo referente de @PatoBullrich en La Plata”. ¿Es así, precandidata Bullrich? ¡Estoy a favor del diseño original!, escribe sin ponerse colorado.

Palummo es otra expresión más de lo que está sucediendo. Evito enumerar más de estos casos porque temo potenciar los agravios. La época exige un todo o nada, un blanco o negro bien autoritario. Los K tienen una funcionaria lesbiana. Vamos por el cargo y por la condición de lesbiana. Por todo. Macri, el de la deuda con el FMI, condena a Nicaragua que expatría disidentes o los encarcela. Vamos por la deuda y defendamos la dictadura centroamericana. Y así.

Entonces, creo, es el momento de saber cuánto de inescrupulosos o maquiavélicos son los dirigentes en esta hora. Si por el poder vale todo o si, incluso ante algo que es razonable, aún sostenido por el oponente, me detengo y lo valoro. Estoy a favor de “las cosas” o sólo en contra del otro, sería la pregunta. Pichetto dijo lo que dijo para ser más anti K. No porque deteste a las lesbianas. Eso creo, sujeto a corregir si me equivoco.

El ex senador quedó atrapado, de forma impensada, en el fenómeno Federico Bal. El muy buen tipo y carismático actor fue juzgado hace horas por sus “infidelidades” denunciadas por un Lavarropas inteligente (no hay error en el tipeo). Partamos de la premisa de decir que es inverosímil que a esta altura del 2023 sea tema de debate público la monogamia de los otros, la infidelidad de terceros o la cama ajena. Punto. Alguna reflexión deberíamos hacer sobre esto los que trabajamos de periodistas.

Cuando el tema tomaba el giro de un caso más de acuerdo o desacuerdo en el pacto privado privadísimo de monogamia de una pareja, se le agregó el giro de un encuentro del actor con una chica trans con chats falsificados y desagradables. ¿Entonces? Que el clima de época que le cabe a Pichetto le cupo a Fede Bal. Con una trans “todo es peor” porque está dogmatizado. La infidelidad cobra el lugar de lo que “no debe ser” por razones políticas. Se condena más a la condición de trans, conquista del “progresismo”, y a todo los que eso conlleva: ergo, Federico.

Cuando la religión, la elección sexual, las cuestiones privadas cobran notoriedad pública para denostar (y alabar, cómo no) a alguien es que nos asomamos con peligro a los tiempos de las cancelaciones fascistas. Más que asomarnos, nos hemos metido en ese terreno con las dos patas.

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