Un tango para los bonos

En 1932, el Gobierno inició en ese momento la práctica de emitir billetes para adquirir los títulos que no había podido vender. Se iniciaba así una larga tradición argentina que sigue en la actualidad

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El actual Gobierno sigue lidiando con una dinámica que comenzó en la etapa de la Gran Depresión (REUTERS/Agustin Marcarian)
El actual Gobierno sigue lidiando con una dinámica que comenzó en la etapa de la Gran Depresión (REUTERS/Agustin Marcarian)

La Argentina se ha enfrentado en muchas ocasiones a un contexto de deuda creciente, déficit fiscal alarmante e incertidumbre económica generalizada. Este es el caso actual, donde la posibilidad de una salida ordenada a esta situación parece difícil. Alta inflación, corte drástico del gasto público o una renegociación forzada de los títulos públicos son algunos de los escenarios posibles y preocupantes. Durante los primeros años de la Gran Depresión ocurrió con las finanzas públicas argentinas algo similar a la actualidad: mientras que los gastos se mantenían estables los ingresos caían, generando un importante déficit fiscal. Por otra parte, el financiamiento internacional para cubrir el rojo fiscal se había esfumado y sólo quedaba la posibilidad de recurrir a recursos internos. Todavía no existía el financiamiento del Estado mediante la mera emisión y por ello la alternativa era o bien el aumento de impuestos o la emisión de bonos locales. De hecho, esos años son de incremento de la presión tributaria por la aplicación del impuesto a las ventas (futuro IVA) y a los ingresos (futuro Ganancias), entre otros. Pero estos recursos no fueron suficientes y el Ministro de Hacienda de la época, Alberto Hueyo, decidió en 1932 emitir un nuevo título público, el Empréstito Patriótico, que esperaba colocar entre los inversores argentinos.

Para intentar acelerar la venta de los bonos la Junta a cargo decidió organizar un concurso de tangos que facilitaran su colocación, concurso que tenía un premio monetario. El ganador fue Pedro Dorio, con la pieza titulada “Suscribite al 6,67%”. La tasa mencionada era el interés nominal pagado: la renta real era muchísimo más elevada debido a la deflación que caracterizó a esos años. Los empresarios de la época se quejaban amargadamente que ellos no podían obtener fondos para sus empresas, ya que el gobierno mediante los intereses que ofrecía secaba la plaza. El tango tiene una letra muy directa y conducente (y una música agradable):

Estamos en yanta por falta de vento / El carro e’ la patria se encuentra encajao / ¡Hermano anotate, dejate de cuentos / Total todo el vento lo das emprestao

La respuesta del público al empréstito fue negativa y sólo se pudo colocar en el mercado alrededor de un tercio de lo ofertado. En el ambiente circulaba un ánimo adverso, tanto por la desconfianza y falta de fondos, como por la idea de que el gobierno estaba haciendo poco para reducir el gasto (en ese tiempo las erogaciones militares crecieron en términos reales). Los salarios públicos habían tenido una reducción más bien simbólica, a la vez que se desplomaban las retribuciones en el sector privado. En el campo los jornales habían caído un 50% en términos nominales. Por ello, el gobierno inició en ese momento la práctica de emitir billetes para adquirir los títulos que el gobierno no había podido vender. Se iniciaba así una larga tradición argentina. Para la actualidad descartamos la idea de proponer a algún cantautor el componer una canción para alentar a los tenedores de deuda que renueven su stock de títulos. No creemos que tendría éxito la medida, aunque fuera el mismo Presidente quien la cantara…

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