Las disputas culturales detrás del conflicto en Ucrania

El conflicto la región del Donbass no es nuevo, lleva casi 8 años, unos 14 mil muertos, más de un millón de desplazados internos

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Soldados ucranianos
Soldados ucranianos

Ucrania ha estado en el foco de la agenda internacional durante las últimas semanas por una importante escalada militar que no le es ajena. Hay al menos cien mil tropas rusas en sus fronteras, desde el este, el sur y el norte, y no son pocos los que hablan de la posibilidad de una guerra a gran escala. O, mejor dicho, de una nueva guerra. Porque el conflicto en el este del país, en la región del Donbass, lleva casi 8 años, unos 14 mil muertos, más de un millón de desplazados internos. Pero es recién ahora, con Washington y Moscú intercambiando acusaciones, que se le presta atención a una disputa compleja que tiene tantas aristas como matices.

Tal como se detalla en el libro Ucrania/Donbass: una renovada Guerra Fría, los antecedentes conflictivos en la región son importantes y no pueden dejarse de lado. Ucrania es un país partido. No porque en 2014 dos territorios se hayan declarado independientes y aún hoy no estén bajo la órbita del gobierno nacional. Desde la disolución soviética y la consecuente independencia en 1991, cada elección demostró que el este y el sur tienen una cercanía política con partidos prorrusos, o incluso con el comunismo, mientras que el oeste y el norte suelen votar a candidatos próximos a occidente. En el este se habla ruso, la identidad se vincula a la industria, a las ciudades, a la Iglesia Ortodoxa Rusa. En el oeste predomina el idioma ucraniano y la identidad ligada a la agricultura, al campo.

Hasta el inicio de la guerra en 2014 ambas identidades convivieron en relativa paz, más allá de las disputas electorales. Nunca hubo intentos de secesión y la unidad nacional prevalecía por sobre las diferencias étnicas. El ejemplo más claro de esto fue la Eurocopa de 2012, coorganizada por Ucrania y Polonia. El equipo nacional jugó dos partidos en el estadio de Donetsk, construido especialmente para el evento y en la región oriental, en la zona vinculada política y culturalmente a Rusia. Entonces las tribunas se colmaron de banderas amarillas y azules, con decenas de miles de ucranianos cantando su himno, alentando a su equipo. Pero apenas dos años después todo esto desapareció, como si nunca hubiera existido. Como si los habitantes de Donetsk, del este del país, nunca se hubieran sentido ucranianos.

La construcción de una identidad nacional unificada a lo largo de casi un cuarto de siglo, desde la disolución soviética y hasta el inicio de la guerra, fue compleja y no sólo por las diferencias políticas o culturales entre oriente y occidente. Los antecedentes históricos de esta región cobran una relevancia clave en el conflicto. Durante la Segunda Guerra Mundial el actual territorio ucraniano formaba parte de la Unión Soviética y existieron numerosas organizaciones armadas nacionalistas que luchaban por la independencia. La más famosa fue el Ejército Insurgente de Ucrania o UPA, por sus siglas en ucraniano. En ese contexto, no sólo se aliaron al nazismo sino que además llevaron adelante matanzas sistemáticas contra población civil que no fuera ucraniana, que amenazara la idea de un país unido y homogéneo. Cientos de miles de civiles rusos, judíos y polacos fueron asesinados por el sólo hecho de ser distintos. En Una renovada Guerra Fría se relata cómo hoy el Estado ucraniano reivindica, construye monumentos, instala placas conmemorativas o nombra edificios públicos en honor a los líderes de estas agrupaciones, entre ellos Román Shujevich o Stepan Bandera. Se los considera héroes de la libertad, mártires de la independencia. Y los judíos, polacos y rusos muertos en ese periodo han sido olvidados. Este libro ayuda a entender cómo las políticas de revisionismo histórico que lleva adelante Ucrania potencian el conflicto y escalan las tensiones.

Claro que la guerra tiene aristas económicas, tiene un contexto internacional, una disputa mayor que involucra a Rusia y a Estados Unidos en su puja por expandir su esfera de influencia. Pero también existe esta polarización de identidades en un país multinacional que aún honra a agrupaciones paramilitares que intentaron una limpieza étnica en todo el territorio. Esa es una base fundamental y uno de los principales argumentos que utilizan los extranjeros que combaten desde 2014 del bando separatista. En Ucrania/Donbass: una renovada Guerra Fría se explica cómo y por qué españoles, chilenos, brasileños, kazajos, alemanes, italianos, indios o letones se unieron a las fuerzas rebeldes, entre otras razones, para luchar contra estos grupos paramilitares nacionalistas, muchos de los cuales muestran abiertamente simbología neonazi. El Donbass se convierte así en una suerte de pequeña Segunda Guerra Mundial, con comunistas y nazis. Pero también en una Guerra Fría a escala, en la puja indirecta entre Moscú y Washington por el control de determinados países y explotando las diferencias locales a favor de sus propios intereses.

Neonazis ucranianos
Neonazis ucranianos

Algún día la guerra en el este de Ucrania se va a terminar, pero se necesitará de un importante trabajo por parte de Estado y sociedad civil para reconstruir los lazos y fomentar la confianza entre ambas identidades del país. Y también implicará esfuerzo aceptar que un Estado homogéneo en términos étnicos es imposible si no se quiere recurrir a matanzas sistemáticas, a un genocidio. Los ciudadanos de Ucrania, tanto ucranianos como rusos o de cualquier otra identidad étnica, pueden volver a convivir en paz. Deben volver a reconocerse como compatriotas, como vecinos, amigos o compañeros de trabajo. Y esto no deslegitima el reclamo del Estado ucraniano al ruso por la anexión de Crimea o por el apoyo de Moscú a grupos rebeldes prorrusos. Tampoco deslegitima la voluntad evidente de la mayor parte de la población en Ucrania de acercarse cada vez más a la Unión Europea y a la OTAN. Pero esas son discusiones aparte. Sin la construcción de una identidad nacional multicultural, plural y abierta, la violencia volverá a estallar siempre.

Ignacio Hutin es Magister en RRII y Lic. En Periodismo, autor de Ucrania/Donbass: una renovada Guerra Fría (Areté, 2021)

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