El papa Francisco y los derechos fundamentales

En uno de sus últimos mensajes, el Santo Padre invitó a rezar por “aquellos que arriesgan sus vidas luchando por los derechos fundamentales en dictaduras, en regímenes autoritarios e incluso en democracias en crisis”

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El papa Francisco en la audiencia general de los miércoles
El papa Francisco en la audiencia general de los miércoles

Dijo el Papa Francisco este 6 de abril en un mensaje: “En algunos lugares defender la dignidad de las personas puede significar ir a prisión, incluso sin juicio. O puede significar la calumnia”. E invitó: “Recemos para que aquellos que arriesgan sus vidas luchando por los derechos fundamentales en dictaduras, en regímenes autoritarios e incluso en democracias en crisis, vean que su sacrificio y su trabajo dé fruto abundante”.

El Papa se refiere a la Declaración Universal de los Derechos Humanos y a los mismos derechos consagrados por la iglesia en la encíclica Pacem in terris.

Mensaje dirigido a reflexionar sobre la necesidad de una justicia con igualdad ante la ley e impartida por jueces imparciales. Y alude a la ausencia frecuente de esos principios en dos sistemas políticos: dictaduras y democracias en crisis y/o con gobiernos autoritarios.

La defensa de los derechos fundamentales durante la dictadura militar

El testimonio de uno de los tantos abogados que en defensa de esos derechos arriesgó su vida durante la última dictadura nos servirá para poner en concreto estos conceptos.

Entre los años 1976 y 1983 nuestro entrevistado -conocido por el apodo “el Boga” en adelante B -era especialista en Derecho del Trabajo y tenía su estudio jurídico en San Justo, La Matanza.

P: ¿Qué hizo cuando los militares dieron el coup d’État del 24 de marzo tomando el poder e instaurado una dictadura?

B: El Gran Buenos Aires era un hervidero de conflictos colectivos. Desde el año 1974 yo era defensor de los trabajadores en grandes conflictos hasta que en la madrugada del 24 se vieron llegar los tanques a las puertas de las fábricas y hubo cientos de activistas obreros desaparecidos, muchos familiares me llamaron, algunos delegados también. Seguí trabajando en mi oficina, asesorando, atendiendo los juicios, sólo que entonces en lugar de clientes o delegados comenzaron a venir familiares de los trabajadores arrancados de sus casas por grupos armados. Eran madres, esposas, hermanas o compañeras de fábrica. Los reclamos laborales fueron sucedidos por los pedidos de habeas corpus y los tribunales por las comisarías, brigadas y cuarteles.

P: ¿Tuvo problemas por eso?

B: A partir de entonces recibí un trato autoritario y hasta violento en dependencias policiales o militares, no así en los tribunales, pero los jueces tenían miedo.

A pesar de eso muchos trabajadores desaparecidos iban apareciendo Sosa, Pérez, Alfano, Silvero, Mol por nombrar sólo algunos, otros habían huido como Afatatto y algunos nunca aparecieron. Ese fue el caso de Tomasín y otros.

P: ¿Se encontraba con los que recuperaban la libertad?

B: Si, algunos tenían el coraje de venir a la oficina, con otros nos encontrábamos lejos del estudio -mensajes mediante. Casi todos me recomendaban que me fuera, que les habían preguntado por mí.

La espera y la esperanza

P: ¿Lo atemorizaba vivir en medio de esas tensiones?

B: Sí, claro, pero al mismo tiempo pensaba que había mucha gente que necesitaba un abogado que presentara un hábeas corpus. Era un consuelo, una esperanza.

De San Justo a Campo de Mayo sin escalas

P: ¿Fue entonces cuando lo detuvieron?

B: Sí, el jueves Santo de 1977 ingresó un grupo con armas largas, me apuntaron a la cabeza, me esposaron y llevaron en un Ford Falcon que esperaba en la puerta de Arieta 3228 a un campo con algunas dependencias.

P: ¿Sabe dónde lo llevaron? ¿Qué le pasó y que hizo?

B: Llegué y me bautizaron “el 106”, me encapucharon, me interrogaron dos veces con picana eléctrica, fueron nueve días en el infierno. Todo lo que hice fue rezar.

La libertad para seguir luchando

P: ¿Cómo fue la liberación, hubo alguna explicación?

B: Me llevaron afuera, me dijeron que había sido un error. Que saldría. A unos 6 o 7 nos cargaron en una camioneta y nos fueron dejando en distintos sitios. A mí en una calle lateral del acceso Norte.

P: ¿Cómo fue su futuro a partir de entonces?

B: Mis oficinas habían sido destruidas. Me acerqué para colaborar con la naciente CGT de la calle Brasil, participe en su fundación, en su primer reconocimiento por la CGE y en todas las movilizaciones que encabezó Saúl Ubaldini. Con el abogado Walter Topino los visitamos cada vez que fueron detenidos José Rodríguez, R. Pérez, R. García y otros y fuimos sus defensores.

La cosecha personal y una democracia hipócrita

P: ¿Qué tal fue la cosecha por haberse jugado la vida por la democracia?

B: Dejando a salvo lo personal y profesional en lo que me fue muy bien, con momentos inefables, trabajo e ilusiones, la cosecha en lo colectivo fue “amarga”: encontré una sociedad más individualista e hipócrita.

“De camisa vieja a chaqueta nueva” (de F. Vizcaíno Casas)

P: ¿Quiénes eran los hipócritas?

B: Le daré algunos ejemplos, el fiscal Julio César Strassera de ser un decidido sostenedor de la constitucionalidad del Estatuto de la Junta Militar, y activo participante del club de los magistrados más obedientes a la dictadura pasó a pronunciar el famoso “Nunca más!”. Eugenio Zaffaroni, quien en 1976 se convirtió en Juez Nacional en lo Criminal jurando por el Estatuto, mirando para un costado frente a los crímenes de lesa humanidad que conocía, se transformó en “acompañante” de las Madres. Algunos políticos “interventores en provincias”, 90 intendentes, en su mayoría de filiación radical de los 125 municipios de la Provincia de Buenos Aires por decisión del general Ibérico Saint James después eufóricos, vivaban el “rezo laico” del preámbulo de la Constitución en el obelisco de Buenos Aires...

Todo eso me enseñó que la democracia es una construcción para la que no basta la conversión fugaz o un mero cambio de sistema, sino décadas de ciudadanía.

P: ¿Entonces cree que hoy no se cumple en nuestro país el anhelo del Papa Francisco respecto de la justicia?

B: No. En primer lugar, la democracia no mejoró el poder judicial porque los jueces están hechos del mismo barro con el que se hacen los políticos. Dos ejemplos que involucran a personajes ideológicamente opuestos y tratados por la justicia con absoluta parcialidad me eximen de otro comentario: las persecuciones entre los partidos y los juicios a los militares. Las pruebas no importan, tampoco la verdad. Las decisiones son tomadas de antemano (con “la llamada de arriba” o “el diario de mañana”). Pelea, adornada, de tanto en tanto, con el fusilamiento de un juez insubordinado. Es lo más parecido a la justicia que se practica en los conflictos entre las familias de mafiosas.

El Santo Padre pide igualdad ante la ley y jueces imparciales

El Pontífice en el mensaje que comentamos insta también a pensar “que muchas veces los derechos humanos fundamentales no son iguales para todos. Hay gente de primera, de segunda, de tercera y de descarte”, lo cual, en términos jurídicos debe ser entendido como el gran desafío de construir la plena vigencia del principio de igualdad ante la ley y de juez imparcial. Y mientras se despide de nuestro entrevistado este cronista respetuosamente agregaría “manteniendo la distancia y con barbijo”.

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