La cuarentena debe continuar por unos meses si queremos seguir evitando muertes

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Todos queremos salir, que las actividades se normalicen, que vuelvan las clases, el fútbol y los recitales. ¿Se puede? No. La cuarentena debe continuar por unos meses si queremos seguir evitando miles de muertes como hasta ahora. En la provincia de Buenos Aires, hoy la situación está controlada y el virus circula poco pero, si abandonamos la cuarentena, en 15 días podemos estar en el peor de los escenarios. Para seguir salvando vidas, es fundamental que se mantengan firmes las medidas de cuidado y autocuidado de la población.

Sabemos que la extensión territorial de la Provincia y la situación de casi 100 distritos bonaerenses que no superan los diez casos va a permitir distintos tipos de cuarentenas administradas, más flexibles y dinámicas, que tengan dispositivos de control minuciosos para volver a medidas más estrictas si surge algún problema. Pero la región del AMBA, integrada por el conurbano y la Ciudad de Buenos Aires, tiene que seguir en máxima alerta epidemiológica ahora más que nunca.

Sobran los ejemplos del caos y los fallecimientos masivos en Europa, Estados Unidos y Brasil. Son escenarios posibles en Argentina si tenemos escaladas exponenciales de contagios sin control en los barrios más vulnerables. La presión de algunos grupos de poder para terminar la cuarentena coincide con un punto crítico en la evolución de la pandemia en el AMBA: la llegada de la circulación comunitaria del coronavirus a los sectores populares. Sin dudas, es el peor momento para relajar las medidas de aislamiento social rígido. El pico de contagios en el Barrio 31 en la Ciudad de Buenos Aires es una luz de alerta y demuestra cómo se pueden acelerar los casos con gran velocidad en poco tiempo.

No es aceptable ni siquiera considerar tener más casos de coronavirus como parte de la planificación. La inmunidad de rebaño, agitada por los sectores que quieren terminar con las medidas de cuidado, no existe como alternativa y el costo sería miles de muertes. El riesgo en esta etapa no es el colapso del sistema de salud, porque la provincia de Buenos Aires ha fortalecido su estructura sanitaria en niveles históricos en pocos meses y puede soportar que los casos se quintupliquen. Pero se perdería la clave del éxito de las medidas que tomó el gobernador Axel Kicillof hasta ahora: tener la capacidad de controlar, aislar y mitigar los focos de coronavirus con gran eficacia. Eso sólo es posible con pocos y lentos procesos de contagios, con la curva achatada. Si los casos crecen, esta posibilidad de contención se limitaría notablemente.

Además, nadie puede pretender una expansión controlada de contagios. La llamada estrategia del pulso, que propone “liberar” la transmisión del virus y después limitarla fracasó. El “efecto ola” fue imparable en el resto del mundo y puede hacer estragos en el conurbano. Las consecuencias serían previsiblemente catastróficas si tenemos en cuenta los efectos de la ola en ciudades como Nueva York, Roma y Londres.

En este contexto, la habilitación de centros comerciales y shoppings en el AMBA es el peor escenario que podemos proyectar. La acumulación de gran volumen de personas que generarían y el movimiento a través del transporte público desde diferentes zonas pueden producir ese efecto multiplicador no deseado. La situación cambia si hablamos de comercios de cercanía. Analizando los dos escenarios, en el caso de los cercanos, la población de clientes se restringe a una zona particular. Una situación muy distinta se da en un centro comercial donde la heterogeneidad de la residencia y el volumen de los clientes hacen imposible aplicar las herramientas de contención del COVID-19.

Hoy, grandes zonas del conurbano tienen el mayor riesgo epidemiológico, pero han controlado la situación con esfuerzos extremos de los intendentes y sacrificios de la gente, que pueden derrumbarse en pocos días.

La mejor opción sigue siendo reducir la cantidad de contagios con estrictos protocolos de vigilancia epidemiológica y rastreos tempranos de casos sospechosos, desplegando grandes operativos territoriales casa por casa. Con menos contagiados, podemos ir limitando la capacidad de transmisión y debilitando al virus.

Además, debemos seguir apelando a la responsabilidad social y extremar todo tipo de medidas de autocuidados: salir lo menos posible, respetar el distanciamiento social, la higiene y el seguimiento de síntomas, para detectar tempranamente la enfermedad.

Desde la gestión, debemos multiplicar la capacidad de testeos para lidiar con el aumento natural de las patologías respiratorias en invierno, que aumentarán los casos sospechosos. También hay que acelerar los resultados de los diagnósticos.

Blindar de protección a los grupos de riesgo es otra necesidad. El 80% de los fallecidos en la Provincia tenía más de 65 años y el 90% tenía alguna enfermedad de base previa, principalmente, hipertensión, diabetes y obesidad. Hay que extremar la búsqueda exhaustiva y la vigilancia en esos grupos para reducir la cantidad de muertes.

Necesitamos más tiempo para seguir fortaleciendo el sistema de salud, para que el mundo de la ciencia encuentre tratamientos eficaces y para debilitar al virus con la caída de contagios. Salvar vidas es el objetivo esencial y, las medidas extremas de cuidado, el único camino para cumplirlo.

El autor es viceministro de Salud de la Provincia de Buenos Aires