Mario Rotundo, el heredero de Perón

Por Ignacio Cloppet

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Hace algunos años tuve la oportunidad de conocer a Mario Rotundo, de quien había oído hablar y mucho, tanto bien como mal.

Fue mi amigo Armando Puente (que reside hace más de 50 años en Madrid) quien me lo presentó hace más de una década. Armando Puente, que fue uno de los pocos periodistas que tenía acceso a Puerta de Hierro y a Perón, en una oportunidad me había dicho: "Tienes que conocer a Mario". De esa forma y a través suyo, tomé contacto con él.

Yo me encontraba investigando sobre los orígenes de Perón, por lo tanto, todo lo que tuviera que ver con el general me resultaba más que atractivo. Me recibió una tarde en una de las oficinas de la "Fundación por la Paz y la Amistad de los Pueblos" que presidía. Tuvimos un gran encuentro, y ahí pude conocer muchos detalles de lo que habían sido los últimos años de Perón en Puerta de Hierro, del rol que tenía José López Rega, de la convivencia de Perón con Isabelita, de quiénes lo visitaban, y tantas otras anécdotas.

Tal vez algo importante para destacar es la relación que Rotundo mantuvo con Perón, a quien conoció en 1970, en un viaje que hizo por Europa, siendo su último destino Madrid. Desde entonces, siendo un joven de 20 años, se ganó la confianza de Perón, y se transformó en uno de sus asistentes en Puerta de Hierro, hasta el año 1973.

Era una persona cálida, empática, de muy buen trato y educada. Nos vimos muchas veces, y siempre resultó ser generoso, compartiendo documentos y relatos, historias y anécdotas de Perón.

Uno de los problemas que lo acechaban eran los bienes muebles de Perón, que habían sido confiscados tanto en 1955 como en 1976. Es que Rotundo era el verdadero dueño de los mismos. Precisamente se los había donado Isabel Martínez de Perón, a través de la Escritura Nº 616 de Donación y Aceptación a favor de la Fundación por la Paz y la Amistad de los Pueblos, autorizada por el doctor y notario Antonio Linage, rubricada en Madrid el 20 de abril de 1990.

Al decir de la viuda del general Perón, ella con ese acto cumplió con la memoria de su fallecido esposo; el vivo deseo de Perón, fue donarle a Rotundo "todos los bienes muebles que conforman el patrimonio familiar, que le pertenecen en la República Argentina, y que se encuentran situados en los inmuebles que fueron de su propiedad, tales como la Quinta de San Vicente, el inmueble de Gaspar Campos 1055; los bienes depositados en Instituciones Oficiales o Privadas o entidades de Crédito, como el Banco de la Ciudad de Buenos Aires, ya sean mobiliario, objetos de arte, pinturas, joyas, fondos bibliográficos, saldos en cuentas bancarias, y en general cuanto pueda pertenecerle, ya que por razones que son de público conocimiento en su país, los referidos bienes se encuentran en su mayor parte en manos de distintos depositarios, ante quienes la Fundación deberá requerir su entrega".

De esta forma Rotundo se convirtió en el único heredero de Perón, pero, a decir verdad, esos bienes muebles que había recibido de parte de Isabelita no estaban en un solo lugar, sino que permanecían desperdigados en distintos organismos nacionales, provinciales y municipales.

Lo más grave es que una buena parte de esos bienes desaparecieron del lugar donde se encontraban depositados en guarda y custodia. Rotundo, además de los reclamos judiciales de los bienes, tuvo que enfrentarse a una buena parte del peronismo, que sostenía que esos bienes pertenecían al pueblo. O sea que le negaban el derecho de ser el heredero de Perón.

Desde 1990 hasta la fecha Rotundo estuvo inmiscuido en planteos administrativos y judiciales, reclamando al Banco de la Ciudad de Buenos Aires, a la Provincia de Buenos Aires y al Poder Judicial de la Nación lo que le pertenecía: los bienes muebles de Perón en la Argentina.

* El autor es abogado, escritor y profesor universitario. Su último libro es "Perón en Roma"