El papa Francisco estuvo en Barracas

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El jueves 1º de noviembre, en el Centro de Diseño en Barracas, se vivió la fiesta anual e internacional de Scholas Ocurrentes. Un cierre de los encuentros de pibes y pibas de 15 a 18 años, unos quinientos representantes de las jornadas realizadas hasta el momento en cientos de rincones del mundo. Siempre dirigido por un equipo de jóvenes al frente de los cuales se hallan los docentes José María del Corral y Enrique Palmeiro. Donde brillan los corazones. Ellos son delegados del Santo Padre en el campo del ascenso de los jóvenes de todo el mundo por las vías del encuentro y la alegría.

Las crónicas dan cuenta del excelente desarrollo, de la estética y el clima de algarabía de chicos y chicas de Francia, Mozambique, Paraguay, Bolivia, Italia, Colombia, Argentina, Congo y muchos países y provincias argentinas más. Nuestro propósito es comentar las palabras del papa Francisco, que mandó un saludo y su mensaje en un video dirigido a los jóvenes que el suscrito titularía: "Un cuento de pibes para dirigentes maduros de todo el mundo".

Fiesta del encuentro

Así calificó el Papa el evento. La fiesta es signo de reunión y encuentro, pero también de celebración y alegría. La expresión "fiesta del encuentro" no es tautológica, porque se celebra el encuentro como tal, el abrazo de jóvenes de distintos puntos del planeta.

Ser persona

"Todos ustedes son persona, cada uno de ustedes es persona" comenzó diciendo el Papa en su mensaje. El Papa no dio una definición. Persona es el hombre creado por Dios a su imagen y semejanza. Un ser que no se agota en el individuo, sino que lo trasciende por su triple relación sustantiva: con Dios, con los otros y con la naturaleza; es aquel que desde su propia mismidad incluye al otro y cuya vida cobra un sentido relacional. Claro que el ser personal, la persona y la personalidad se construyen en la vida de cada uno y en la convivencia, a partir de la identidad.

La identidad

"¿Quién soy yo?", dice el papa Francisco, es una pregunta que hay que hacerse "delante de sí mismo, delante de los demás, delante de Dios, delante de la historia".

La identidad es el sello que nos identifica, que da respuesta a la pregunta "¿quién soy yo?", pregunta que nos formulamos a lo largo de la vida.

Y vivir, nos dice el Santo Padre, "es una cosa seria, la vida no es un carnaval, no es broma, y la identidad también". Por eso "no podés" hacer cualquier cosa con tu identidad sin pagar un alto costo por ello. "La identidad no es un número de fábrica, no es un dato que viene dado, no es una información que pueda buscar en internet. Nuestra identidad no es un dato que viene dado, ni es el documento de identidad", dice el Santo Padre.

Luego, la identidad cada uno la forja, la construye, la perfecciona, la repara, corrige los desvíos por los que puede haberla trazado. También es justo reconocer que no todo depende de nuestra voluntad y mucho de lo que somos depende del afuera: la realidad exterior a mí, los otros y las circunstancias. Como lo dijo recientemente el Papa en referencia a nuestra identidad cristiana, esta no proviene de la Licenciatura en Teología sino de la fe, la que se abona en el servicio que da sentido a la vida. Nuestro carnet de identidad es ser hijos de Dios.

La identidad y el sentido de la vida

Luego, el Papa nos recuerda que la contestación a la pregunta de "¿quién soy?" tiene que ver con la que podemos contestarnos a esta otra: "¿Qué sentido tiene mi vida?", ya que el hombre es un "buscador de sentido", como afirma el ensayista judío Viktor Frankl y, como dijo el Santo Padre, todos tenemos un sentido en esta vida.

La identidad y el camino

¿Quién somos? Se es "en camino, que es crecimiento […] somos redactores y lectores de nuestras vidas. Somos lo que Dios sueña para nosotros, lo que nos cuentan que somos y lo que nos contamos que somos siempre que seamos fieles, fieles a la coherencia. Con lo que somos y con el lugar al que pertenecemos, de dónde venimos".

Hay un camino marcado por Dios y nuestros padres por el que llegamos a este mundo y un camino que hay que hacer.

"Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar".

(Antonio Machado, Proverbios y cantares, XXIX)

La identidad y la memoria

Las personas y los pueblos no debemos perder la memoria de donde venimos. "La memoria es una potencia unitiva e integradora. La memoria es el núcleo vital de una familia o un pueblo", decía el cardenal de Buenos Aires.

"Cuando la identidad olvida sus raíces, de dónde viene, olvida su historia, no se abre a la diferencia de la convivencia actual, entonces ve al otro con miedo, al otro lo ve como enemigo, y ahí comienza la guerra. Para que eso no ocurra debemos recordar nuestra historia y encontrarnos permanentemente con el otro, dialogar con el otro", prosigue diciendo de su mensaje a los jóvenes.

El Papa niega absolutamente la lógica schmittiana de amigo-enemigo.

A propósito resulta oportuno recordar que el pasado 30 de septiembre, en el Ángelus, el Santo Padre, reflexionado sobre el Evangelio de San Marcos 9,38-43, pidió a los fieles reconocer la presencia de Dios en el otro pero no solo en el otro que es semejante o amigo. "Jesús nos llama a no pensar según las categorías de 'amigo-enemigo', 'nosotros-ellos', 'quién está dentro-quién está fuera', 'mío-tuyo', sino a ir más allá, a abrir nuestro corazón para poder reconocer su presencia y la acción de Dios incluso en ambientes insólitos e impredecibles y en personas que no forman parte de nuestro círculo".

La identidad y el diálogo

Dialogando con representantes de la sociedad civil del Paraguay en el Estadio del Colegio San José de Asunción, el Santo Padre desarrolló este tema en párrafos que transcribimos a continuación.

El "diálogo teatro"

"Está el 'diálogo-teatro', es decir, representemos al diálogo, juguemos al diálogo, y después hablamos entre nosotros dos, entre nosotros dos, y aquello quedó borrado".

"El diálogo con todo sobre la mesa". "El diálogo es sobre la mesa, claro. Si vos, en el diálogo, no decís realmente lo que sentís, lo que pensás, y no te comprometés a escuchar al otro, ir ajustando lo que vas pensando vos y conversando, el diálogo no sirve, es una pinturita".

"El diálogo no es fácil". "Ahora, también es verdad que el diálogo no es fácil, hay que superar muchas dificultades y, a veces, parece que nosotros nos empecinamos en hacer las cosas más difíciles todavía. Para que haya diálogo es necesaria una base fundamental, una identidad. Cierto, por ejemplo, yo pienso en el diálogo nuestro, el diálogo interreligioso, donde representantes de las diversas religiones hablamos. Nos reunimos, a veces, para hablar… y da sus puntos de vista, pero cada uno habla desde su identidad: 'Yo soy budista, yo soy evangélico, yo soy ortodoxo, yo soy católico'. Cada uno afirma su identidad".

"No se negocia la identidad". "No negociar la identidad. Para que haya diálogo es necesaria esa base fundamental. ¿Y cuál es la identidad en un país? —estamos hablando del diálogo social acá. El amor a la patria. La patria primero, después mi negocio. ¡La patria primero! Esa es la identidad. Entonces, yo, desde esa identidad, voy a dialogar. Si yo voy a dialogar sin esa identidad, el diálogo no sirve".

"Hay que tener cultura del encuentro". "Además, el diálogo presupone y nos exige buscar esa cultura del encuentro. Es decir, un encuentro que sabe reconocer que la diversidad no solo es buena, es necesaria. La uniformidad nos anula, nos hace autómatas. La riqueza de la vida está en la diversidad. Por lo que el punto de partida no puede ser: 'Voy a dialogar pero aquel está equivocado'. No, no, no podemos presumir que el otro está equivocado. Yo voy con lo mío y voy a escuchar qué dice el otro, en qué me enriquece el otro, en qué el otro me hace caer en la cuenta de que yo estoy equivocado, y en qué cosas le puedo dar yo al otro. Es un ida y vuelta, ida y vuelta, pero con el corazón abierto. Con presunciones de que el otro está equivocado, mejor irse a casa y no intentar un diálogo, ¿no es cierto?".

"El diálogo es para el bien común". "El diálogo es para el bien común, y el bien común se busca, desde nuestra diferencias, dándole posibilidad siempre a nuevas alternativas. Es decir, busca algo nuevo. Siempre, cuando hay verdadero diálogo, se termina, permítanme la palabra pero la digo noblemente, en un acuerdo nuevo, donde todos nos pusimos de acuerdo en algo. ¿Hay diferencias? Quedan a un costado, en la reserva. Pero en esos puntos en que nos pusimos de acuerdo, nos comprometemos y los defendemos. Es un paso adelante. Esa es la cultura del encuentro" (Asunción, sábado 11 de julio de 2015).

La identidad y la pertenencia

"Identidad es pertenencia y la pertenencia hay que cuidarla". "No hay que vender la pertenencia, no hay que vender la historia de su pueblo, no hay que vender la cultura de mi pueblo, no hay que vender el diálogo con el hermano, no hay que hacer ficción de diálogo, no hay que vender la identidad […] identidad que en el camino se hace encuentro de identidades diversas para enriquecerse mutuamente, fraternidad".

Identidad de los pueblos versus globalización

Vivimos un proceso de encuentro y diálogo mundial que se ha denominado globalización, porque se representa el planeta Tierra como si fuera un globo, una esfera. Y aquí nos llama la atención el papa Francisco y, siguiendo con la metáfora, nos advierte lo siguiente:

"La esfera  puede representar la homologación, como una especie de globalización: es lisa, sin facetas, igual en sí misma en todas sus partes. El poliedro tiene una forma semejante a la esfera, pero está compuesta por muchas caras. Me gusta imaginar a la humanidad como un poliedro, en el que las múltiples formas, expresándose, constituyen los elementos que componen, en la pluralidad, la única familia humana". Es esta la auténtica globalización a la que hay que aspirar. Porque "la otra globalización, la de la esfera, es una homologación", precisa el pontífice (video mensaje dirigido a los participantes Festival de Verona sobre la doctrina social, Osservatore Romano, 23 de diciembre 2013).

Ello significa que mediante la globalización se pretenden eliminar las diferencias culturales, aunque no así las económicas, asemejar, en virtud de ciertas características, naturaleza o clase social a quienes pertenecen a distintas culturas o pueblos borrando sus identidades. Son todos consumidores.

La cultura del encuentro

Vivimos inmersos en segmentos sociales que han perdido la memoria de dónde vienen, de sus ancestros, de sus propias carencias y que pasaron a considerar al ser humano semejante a él, como un bien de consumo, objeto que se puede usar o tirar, a negarle su mirada, a ignorarlo. Tal crisis antropológica reemplazó al Dios (Padre, Hijo y Espíritu Santo) por el dios dinero. Sin tener en cuenta la inequidad que genera conflictos y violencia. Así es como se viene construyendo la cultura anticristiana y anticatólica de la exclusión.

Frente a tal degradación de la persona humana en general y del católico en particular, el Papa nos invita a salir del confort hacia el encuentro con los otros segmentos ocupados por el otro ser diferente y, en especial, con el hermano necesitado. A construir la cultura del encuentro ofreciéndonos herramientas para transformar el mundo (ver Evangelii gaudium, 'La alegría del Evangelio').

Por ello propone Scholas Ocurrentes y por eso hace cinco años que esta fundación recorre el mundo promoviendo encuentros y el diálogo de los diferentes. Y así hicieron que los niños de Palestina jugaran e hicieran ejercicios con los niños de Jerusalén, y se vieran como iguales aceptando sus diferencias, los pibes del barrio de Recoleta convivieran con los pibes de la Villa 31, los adolescentes de las comunidades guaraníes se conocieran y practicaran deporte e hicieran arte con los adolescentes "blancos" de la ciudad de Aristóbulo del Valle, los chicos de la selva colombiana se hicieran amigos de los chicos y chicas de la ciudad, y cientos de encuentros más.

Del bajo latín, etimológicamente la palabra encuentro significa 'en contra'. Ese sentido, pero mucho más hostil todavía era "el encuentro" en la antigüedad con el extranjero. Jesucristo resignificó la palabra "prójimo" y dejó un ejemplo dando al lejano, diferente y necesitado un trato fraternal en la parábola del buen samaritano (Lucas 10, 25-37).

El encuentro es un proceso, instantáneo o prolongado, pero supone que, desde mi perspectiva y la del otro, puedo descubrir yo y puede hallar él, si así lo decide libremente, si el objeto de nuestro diálogo es tal como lo veíamos antes y si su valor o disvalor cambió después del discernir esa realidad completa.

Francisco, dice el cardenal Víctor M. Fernández, propone un "pacto cultural", "una decisión y un acuerdo de respeto, tolerancia y diálogo" entre los diferentes que siente las bases para un pacto político. Ni siquiera el "pacto moral" es suficiente. Un pacto cultural significa "que se ha aprendido a reconocer al otro como otro: con su propia cultura, es decir, con su propio modo de ver la vida, de salir adelante, de opinar, de sentir y de soñar".

Diametralmente otra es la perspectiva de quienes sostienen la vigencia schmittiana de la lógica amigo-enemigo.

"Joven, haz de ti una obra de arte y dejate reescribir por el otro"

El papa Francisco concluyó su nota agradeciendo a los jóvenes que festejaban la finalización de las jornadas de Scholas Ocurrentes en estos términos: "Gracias por animarse a mezclar sus lenguajes, abrir sus historias sin renunciar a ellas, dejarse reescribir por el otro, por el diferente, por el desconocido, siendo siempre distintos y, a la vez, siendo siempre cada vez más ustedes mismos, haciendo de su identidad, de esa pertenencia que recibieron, una obra de arte".

El autor es abogado laboralista, docente.