¿Una represión mala y otra buena?

Se ha instalado la idea que el primer día de disturbios frente al Congreso hubo un exceso del uso de la fuerza, mientras que en la segunda jornada el accionar fue más moderado y apropiado. Esta consideración es un error

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Fuerzas de seguridad durante los disturbios frente al Congreso (Nicolás Stulberg)
Fuerzas de seguridad durante los disturbios frente al Congreso (Nicolás Stulberg)

Los tristes acontecimientos que tuvieron lugar frente al Congreso de la Nación el jueves 14 y el lunes 18 diciembre han generalizado una interpretación -incluso dentro del propio oficialismo- de que el primer día hubo un exceso del uso de la fuerza por parte de los efectivos federales (Gendarmería y Policía Federal) y en cambio que en la segunda hubo un uso moderado de ella.

Se trata de una interpretación que merece ser revisada, dado que es posible que en los próximos meses vuelvan a repetirse episodios semejantes.

En primer lugar, la cantidad de agentes de las fuerzas de seguridad heridos es un indicador. El 14 fueron 9; en cambio, el 18 llegaron a 88, es decir se multiplicaron por 9 veces.

La cantidad de detenidos es otro indicador. El jueves 14 fueron 45, mientras que el lunes 18 llegaron a 70, un incremento superior al 50%.

La primera vez comenzaron a ser liberados a las 48 horas; el segundo día de protesta, a las 10 de la mañana del día siguiente ya no quedaba privado de su libertad ninguno de los 70 detenidos.

Más de una semana después de estos hechos, todavía está prófugo el manifestante que disparaba ante los ojos de todos una suerte de mortero casero.

Los manifestantes heridos es un tercer indicador. Como en este caso no hay información oficial, podemos recurrir a las fuentes periodísticas. En la primera oportunidad habrían sido 15, en cambio en la segunda llegaron a 74, es decir 5 veces más.

El jueves 14, los incidentes violentos frente al Congreso duraron menos de 3 horas. En cambio, el lunes 18 llegaron a 7 horas. Más que duplicaron el tiempo.

En cuanto a la imagen internacional, no cabe duda que el efecto negativo se dio en ambos casos, pero fue sensiblemente mayor en el segundo, tanto por la duración como por la imagen de debilidad que daban los efectivos de la Policía porteña empeñados.

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Vale recordar que el viernes 15 de diciembre tuvo lugar un nuevo "viernes de ira" en torno a la capitalidad de Jerusalén y, las imágenes de lo ocurrido en Buenos Aires tres días después, se mezclaban en los noticieros internacionales.

A ello se agregan dos hechos concurrentes que completan el cuadro. El jueves 14, al mismo tiempo que se impedía la entrada de manifestantes al Congreso, era tomada la Legislatura bonaerense por manifestantes kirchneristas, encabezados por un intendente.

A su vez, el lunes 18 por la tarde, cuando las pantallas mostraban que los manifestaban aumentaban la presión violenta en torno al Congreso, el desplazamiento de efectivos de Gendarmería en sus proximidades originó el repliegue de la protesta hacia la Avenida 9 de Julio, quitando la presión que ponía en riesgo la realización de una sesión que era clave para el Ejecutivo.

Podrá argumentarse que las fuerzas de seguridad disparando balas de goma con armas largas genera la imagen de que se está usando más fuerza de la permitida. Pero cabe señalar que estas imágenes tuvieron lugar en ambas oportunidades.

El argumento de que el jueves 14 la represión impidió que el Congreso sesionara y en cambio la del lunes 18 lo permitió no parece tener demasiado sustento. Si la reunión se suspendió en la primera oportunidad fue consecuencia de negociaciones políticas, como se evidenció al incluirse un bono y ampliarse en 3.000 millones de pesos los fondos del Estado nacional destinados a financiar regímenes previsionales de las provincias y, en otros 10.000 millones, el financiamiento para obras de ellas.

En conclusión, datos empíricos concretos muestran que el costo de la represión del lunes 18 fue mayor que el registrado el jueves 14, no sólo en cuanto a la cantidad de agentes de seguridad heridos, sino también en cuanto manifestantes detenidos y heridos, prolongándose durante más del doble de tiempo los incidentes en la segunda oportunidad.

El autor es analista político e historiador. Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.