El centro de estética creado por mujeres trans que funciona frente a una comisaría: “Pudimos salir de la calle”

En Villa Ballester, partido de San Martín, Arny, Marian, Laura y Sabrina le ponen el cuerpo desde hace más de un año a “Fuego, Centro de Estética”, un espacio de desarrollo productivo y laboral para personas travestis y trans único en el país

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Laura, Marian, Arny y Sabrina, el staff a cargo de Fuego
Laura, Marian, Arny y Sabrina, el staff a cargo de Fuego

El centro comercial de Villa Ballester, en el partido bonaerense de San Martín, explota el sábado por la tarde. Familias, parejas, adolescentes sueltos y sueltas caminando, comprando, mostrándose. Los primeros soles de septiembre habilitan helados al aire libre, minifaldas, remeras de mangas cortas… un rato de fotosíntesis humana.

Pero hay un gran grupo de personas bajo techo, una al lado de la otra, entregadas a las manos laboriosas de Marian, Laura y Sabrina, las estilistas de Fuego, un centro de estética pensado, gestado y gestionado por mujeres trans.

“Este proyecto productivo es único a nivel nacional, porque desde hace un año logramos que día a día le pongan el cuerpo y lo lleven adelante personas trans. Eso es impagable y trascendente”, asegura Arny, la cuarta integrante del equipo, a cargo de las relaciones públicas de Fuego. “Mi rol es difundir lo que hacemos. En cada nota, en cada reunión, en cada acto siento que represento a mis compañeras y eso me pone en un lugar de inmensa responsabilidad”.

Laura, la especialista en uñas
Laura, la especialista en uñas

“Están muy chuchis”, celebra una clienta sus nuevas uñas, pintadas por Laura con una paciencia casi samurai. “Me encanta cómo me dejaste”, repite fuerte otra clienta mientras hace gala de su cabellera rubia sin una mecha fuera de lugar, lista para marcar la tendencia del fin de semana.

“Las clientas son unas amores. Nos miman un montón. A veces pasan y nos dejan facturas, en verano nos traen algo fresco o regalitos. Es una relación muy linda, de mucho respeto. Nos hacen sentir bárbaro”, cuenta Marian, la especialista en estética más experimentada de Fuego: lleva 30 años haciendo sentir lindas y lindos a los demás.

“Estudié en una academia sudamericana en Haedo hace un montón de años. Después me tomaron en una peluquería como lavacabezas. Me fui perfeccionando. Con el tiempo tuve mi propia peluquería, pero la cerré porque me resultaba muy costoso de mantener. Seguí a domicilio con mis clientas varios años. Conocí y atendí a mucha gente famosa. Pero cuando apareció la idea de Fuego me gustó, porque me permitía descansar del ir y venir para todos lados”.

Marian y Laura con Lizy Tagliani, la tarde que pasó a conocer Fuego
Marian y Laura con Lizy Tagliani, la tarde que pasó a conocer Fuego

Marian abre el local de martes a sábado a las 09 de la mañana, y baja la persiana a las 19.

“Nunca había trabajado con chicas trans y llevaba muchos años trabajando sola. No es fácil, hay que amoldarse. Reconozco que encima soy un poco difícil. Soy estricta con mi trabajo y como soy yo quiero que sean las demás. Es difícil porque cada una viene de recorridos distintos. En este año además tuvimos compañeras que se terminaron yendo, porque a veces la peluquería no te da tanto como la calle y hay mujeres que prefirieron ganar más en la calle. Yo prefiero trabajar acá, no por sentirme más decente ni nada. Esta es mi decisión y respeto las decisiones de cada una. Pero yo no quiero correr peligro en la calle”.

Sabrina acompañó los inicios de Fuego y la experiencia fue la llave para abandonar las esquinas.

“Trabajaba en la prostitución. Esa era mi vida. Hasta que surgió esta iniciativa y pude largar la calle. Aunque no tenía ninguna experiencia en peluquería mis compañeras me ayudaron, me guiaron, me dejaron verlas atender y me dieron tips para aprender. Fuego cambió mi vida en un 100%. Trabajo acá y ya no tengo que prostituirme. Eso me alegra porque no lo hacía con gusto, solo por necesidad”.

Flor de la V junto a Arny y a Paola Acevedo, a cargo del merendero Niñeces Felices de villa La Cárcova
Flor de la V junto a Arny y a Paola Acevedo, a cargo del merendero Niñeces Felices de villa La Cárcova

Sabrina es la más tímida del grupo. Mira de lejos con sus ojazos verdes, elige no salir en tantas fotos. Tampoco sabe bien por dónde comenzar a narrar su historia. Hasta que de pronto las palabras brotan sin ayuda. El cuerpo se relaja, se pone cómodo y se anima a repasar los pasos dados y los que vendrán.

“La organización no solo me dio trabajo, además me paga dos cursos en un instituto privado: uñas y peluquería. Hace ocho meses que estoy cursando y me faltan cuatro meses para recibirme. Voy ganando experiencia y me siento más segura a la hora de hacer las cosas. Le pongo todo para poder ejercer bien, como mis compañeras, y para tener el oficio. Si el día de mañana Fuego no existe más, yo me puedo seguir dedicando a esto. Tengo 35 años. Ya soy una mujer trans grande. Nuestro límite de vida es de 35/40 años. Llegar a mi vejez con un oficio que me permita no volver a ejercer la prostitución es la gloria para mí. Ahora duermo calentita en mi cama en mi casa. No tengo que salir a la noche a hacer la calle. No quería más esa vida”.

El staff completo de Fuego resalta el alegrón que les dio las visitas de Lizy Tagliani y de Florencia de la V. Las actrices se acercaron a conocer y a atenderse en el centro de estética. En sus redes sociales, con millones de seguidores, Florencia de la V le ha dedicado más de un posteo a Fuego.

Marian, la estilista de Fuego con más experiencia
Marian, la estilista de Fuego con más experiencia

Así lo recuerda Marian: “La visita de Lizy fue una hermosa sorpresa. Fue muy simpática, muy humilde, muy nosotras. Era como una más del grupo. Vino una tarde, charlamos, la peinamos y se fue al teatro… peinada por nosotras”.

De redes y contextos

Fuego, Centro de Estética es uno de los proyectos de El Teje de San Martín, una asociación civil formada por personas LGBTIQ+ que crea redes de solidaridad y cuidados. La otra pata militante es llevar a cabo el comedor y merendero “Niñeces felices” en villa La Cárcova.

Arny comparte cómo se le dio forma a un sueño: “En plena pandemia el Municipio de San Martín nos daba bolsas de mercadería para nuestra población trans del Teje. Nos empezamos a juntar a armar los bolsones, para repartir, y a la vez tirábamos ideas de qué podíamos hacer cuando pasara el Covid. En nuestra población hay mucha gente que entiende de estética, entonces pensamos en voz alta `¿Por qué no fundamos un centro de estética?´ En ese momento fue como un sueño. Pero nos organizamos para golpear diferentes puertas, para tramitar las gestiones administrativas. De esta forma logramos los recursos para alquilar un local y comprar los insumos de peluquería. En este año, como cualquier negocio, tuvimos altos y bajos. Pero Fuego nos llena de orgullo”.

Una de las condiciones era garantizar profesionalismo.

Arny en el frente del local
Arny en el frente del local

“Nuestra visión fue que las personas que vinieran a atenderse supieran que somos profesionales. Que pueden hacerse un corte de pelo o las uñas y que va a estar bien hecho. Hemos querido dar esa imagen siempre. Pero ocurre que en nuestra población hay mucha gente con ganas de formarse en estética sin la oportunidad. Por eso queremos inaugurar un espacio pautado de formación. Que, por ejemplo, los lunes que no abrimos al público invitemos a clientas que acepten prestarse a una práctica para que nuestras compañeras puedan capacitarse. Por ahora es solo una idea, lo tenemos como borrador, pero no nos parece imposible”, dice Arny que ya sabe de soñar en voz alta.

Para el colectivo travesti-trans no tener la chance de educarse o de capacitarse en un oficio no solamente tiene que ver con no contar con los medios económicos.

Laura es la artesana de las uñas en Fuego. Se ocupa de cada dedo de las clientas con una paciencia infinita y el compromiso de quien compone una obra de arte.

“Al principio quise aprender porque gastaba demasiada plata en mis uñas. Hice el curso y empecé a ejercer uñas hace cinco años. Peluquería hace 10. Estudié, pero me costó porque en la mayoría de los institutos no me aceptaban por mi condición. Solo pude anotarme en una academia de San Miguel. Viajaba desde Loma Hermosa hasta San Miguel. Una vez recibida me costó hacerme de clientas. Tenían dudas de mí. Hasta que conocieron mi trabajo. A la vez creo que existe un contexto distinto. Antes la teníamos que remar más. Hoy tenemos este local, ya no estamos en la calle y eso es un paso enorme”.

Laura en pleno trabajo con las uñas
Laura en pleno trabajo con las uñas

Convivir y reparar

La ubicación del local merece una mención aparte. A pasitos del aluvión comercial del barrio, el dato de color lo ofrece que Fuego, Centro de Estética tiene enfrente la Comisaría 2da de Villa Ballester. Casualidad, causalidad, destino o por puro azar, Arny, Marian, Laura y Sabrina trabajan diariamente frente a las narices de la institución que históricamente las criminalizó, las persiguió y violentó por su identidad de género.

“Fue un tema cuando encontramos este local y vimos que la comisaría estaba cruzando la calle, porque la policía es una institución que siempre la población trans percibe con miedo. Que hoy estemos frente a frente es algo muy muy muy simbólico y transcendental: ahora convivimos en diferentes veredas pero con igualdad de condiciones. Porque ellos están trabajando y nosotras también, buscando progresar en un marco de respeto. Es una convivencia que trata de reparar la historia de persecución. Hay una reparación que hacer desde el Estado en general y de esta institución en particular. La policía tiene cosas para saldar con nosotras”, señala Arny.

Sin presentaciones formales, en este primer año de vida, “las Fuego” intercambiaron momentos con algunos policías durante el acto de apertura y de aniversario del local y en reuniones de la Red de Comercio de Ballester, de la que forman parte.

El local de Fuego queda en pleno centro comercial de Villa Ballester
El local de Fuego queda en pleno centro comercial de Villa Ballester

Arny enmarca los intercambios: “Con la policía generamos un acercamiento y un andamiaje para obtener resultados. Ellos como institución de seguridad y nosotras como institución laboral. Por ejemplo, como estamos adheridas a la Red de Comercio de Ballester hemos participado de reuniones en la comisaría con otros comercios para hablar sobre la seguridad”.

Y continúa: “No somos `el local comercial trans´. Somos el local comercial que abrimos y trabajamos, como cualquier local. Lo otro es un valor agregado. Tenemos talento porque sabemos lo que hacemos, no porque somos personas trans. Como Red de Comercio estamos ahora participando en la planificación del festejo de la semana de la primavera y del aniversario de Ballester, que es en octubre. La Navidad pasada el Municipio armó un acto enorme y yo fui la conductora. Fue maravilloso. Esa es la forma de incluirnos. Que nosotras formemos parte de una red de comercios, que nos sentemos a hablar con la policía sobre los temas del barrio, que estemos en un escenario, o coordinando una actividad… nos lo merecemos. Nos merecemos poder visibilizar nuestro trabajo y la autogestión”.

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