El camino espiritual de Mikel Lizarralde en “Diario de un médium”

Dividido en cinco partes, este libro ilustra una historia de autodescubrimiento y crecimiento espiritual, a partir del testimonio de quien lo escribe.

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Diseño: Jesús Avilés/Infobae.
Diseño: Jesús Avilés/Infobae.

El mundo de lo espiritual y lo desconocido sigue siendo un territorio misterioso para muchos, pero para algunos, es un camino que los lleva a descubrir un propósito más profundo en la vida. Este es precisamente el viaje que el autor vasco Mikel Lizarralde compartió en su libro Diario de un médium, donde nos relata su experiencia transformadora en Canadá, en busca de su destino como médium.

La historia de Lizarralde comienza en el verano de 2002 cuando, en el Salón Internacional de Esoterismo en Miramar, conoce a Marylin Rossner, considerada la médium más importante del mundo.

Rossner le dice: “Te estaba esperando. Sabía que un día vendrías”. Este encuentro marca el comienzo de un viaje que cambiará por completo la vida de Mikel y lo llevará a Montreal, donde se sumergirá en el mundo de la mediumnidad.

El libro está dividido en cinco partes, con un enfoque especial en su experiencia en Canadá, donde descubre su misión en la vida y su vocación como médium. A través de las páginas de este diario, Lizarralde comparte sus avances, sus primeros encuentros con los espíritus y sus miedos. También revela cómo aprendió a confiar en su energía y a conectar con el alma de las personas.

Diario de un médium.
Diario de un médium.

Uno de los aspectos destacados de su viaje es la diversidad de personas que conoce en su camino, desde Nadia y Bobby Montana hasta Jane y Emily, individuos que se convierten en parte fundamental de su experiencia espiritual y le ayudan a crecer en su camino.

Lizarralde también explora temas como la telepatía, las experiencias cercanas a la muerte y la lectura psicométrica. A lo largo de su viaje, el vasco se encuentra con desafíos y momentos de incertidumbre, pero su determinación lo impulsa a seguir adelante.

El regreso del autor a España en 2005 marca un nuevo comienzo en su vida. Decide no planificar su futuro y permitir que la vida le sorprenda. En 2007, un accidente de coche cambia radicalmente su perspectiva, desencadenando una serie de experiencias que transforman aún más su camino espiritual.

En 2008, funda el Instituto Izarpe con el objetivo de ayudar a las personas a desarrollar el don de la mediumnidad y participa en proyectos relacionados con el final de la vida y el duelo. Lizarralde encuentra la felicidad en compartir su conocimiento y ayudar a los demás en su viaje espiritual.

Diario de un médium es una historia de autodescubrimiento y crecimiento espiritual. Mikel Lizarralde nos invita a explorar un mundo más allá de lo tangible y a seguir nuestros propios sueños, recordándonos que “No sueñes tu vida, vive tu sueño”.

Este libro es una ventana al fascinante mundo de la mediumnidad y una inspiración para aquellos que buscan un mayor entendimiento de su propósito en la vida. La historia de Mikel Lizarralde nos recuerda que el camino espiritual es único para cada individuo y que, a pesar de los desafíos, siempre hay espacio para el crecimiento y la transformación.

Así empieza “Diario de un médium”

Como cada año, tenía lugar el Salón Internacional de Esoterismo y Terapias Naturales en el palacio de Miramar, un edificio de estilo inglés construido en 1893. Siempre había querido asistir a aquel encuentro, y por fin estaba allí, recorriendo los anchos pasillos de techos altos, admirando las increíbles lámparas art déco y las paredes recubiertas de madera oscura, en el lugar que había servido de residencia de verano a la monarquía española. Estaba nervioso. A medida que avanzaba por las estancias podía sentir la historia de aquel lugar, pero no era eso lo que me provocaba ese estado de excitación, sino lo que me había traído hasta allí. Iba a asistir a una charla de la que decían que era la médium más importante del mundo, Marilyn Rossner. Solo la había visto en televisión hacía años, pero, aun así, recordaba haber sentido una conexión muy fuerte con ella. Ahora, mientras esperaba en la cola de acceso, a escasos minutos de que tuviera lugar el gran momento, volvía a sentir aquella emoción.

La sala era espectacular. Los amplios ventanales ofrecían unas vistas impresionantes de la bahía de La Concha. Había dispuestas unas sillas de terciopelo en lo que parecía haber sido un salón de baile o algo por el estilo, a juzgar por su tamaño. Me acompañaban mis amigos y mi pareja, que prefirieron sentarse hacia la mitad de la sala. Sin embargo, yo, que normalmente me hubiera quedado con el resto del grupo, estaba tan ilusionado que sentí el impulso de sentarme en primera fila, a la derecha del estrado, para así poder estar lo más cerca de ella.

Marilyn entró cinco minutos después de la hora prevista. Llevaba un vestido estampado cuajado de flores rosas y azules, unas grandes gafas de pasta roja, el pelo largo pelirrojo y unas bailarinas de color naranja a juego con su melena. Era una mujer menuda, pero trasmitía una gran fuerza. Su presencia llenó toda la sala y, de golpe, al acercarse a mí, me dio un vuelco el corazón. Una gran sonrisa se dibujó en mi cara, me sentía rebosante de felicidad y no podía dejar de sonreír. La conexión con ella fue total. Ocurrió algo entre nosotros que no sabría cómo explicar, una emoción similar a la de dos viejos amigos que se reencuentran tras un largo tiempo sin verse.

Mientras hablaba del karma y de la importancia de los Siete Secretos, la miraba intentando absorber todo lo que decía. No necesitaba traducción. Comprendía cada palabra. Entonces anunció que iba a hacer dos demostraciones de mediumnidad en directo con un par de miembros del público: la primera sería más breve, y la segunda, después de la meditación, algo más larga. Deseaba con todas mis fuerzas ser uno de los elegidos para recibir el mensaje del otro lado, tener esa fortuna. Pero pronto comprendí que había otras personas que lo necesitaban más que yo.

Cuando llegó la hora, me fascinó ver cómo se movía de un lado del pasillo al otro, de una fila a la otra, de delante hacia atrás. La traductora tenía muchas tablas y pude seguir sin problemas su demostración. ¡Fue increíble!

También me fascinó su forma de comunicarse. Lo rápido que conectaba con su mediumnidad, la precisión de sus mensajes y los consejos que extraía del mundo espiritual. ¡Fue una emoción increíble! La miraba y pensaba: «Eso es lo que yo quiero hacer». Sin proponérmelo, ese pensamiento se manifestó en mí: «Esto es lo que harás».

La alegría se convirtió en euforia, tuve que esforzarme para permanecer sentado en mi asiento. Me maravilló ver a Marilyn trasladar aquellos mensajes del mundo de los espíritus. ¡Me vi tan reflejado...!

Desconozco si ella pudo sentir el amor y la conexión que yo sentía por ella en ese instante, pero no podía dejar de mirarla y de sonreír de gozo. Casi al final de su ponencia, explicó que ofrecía dos becas para pasar un mínimo de seis meses con ella en Montreal. Los únicos requisitos eran saber inglés y manejarse bien con el ordenador. Giré la cabeza buscando el lugar donde estaban sentados mis amigos y mi pareja. Me estaban mirando, señalándome con el dedo índice y susurrando: «Eres tú, tú». Ellos habían sentido lo mismo: que yo tenía que ser una de esas dos personas.