Mariano Sigman, neurocientífico: “Estoy intentando desesperadamente conversar con el Dibu Martínez sobre esos segundos decisivos”

El neurocientífico argentino presentó “El poder de las palabras” en la Feria del Libro. En conversación con Eial Moldavsky, Santiago Korovsky y la coordinación de Gerry Garbulsky, hablaron sobre la palabra, la creatividad, las emociones, el humor y la corrección política.

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"La palabra es un espacio de curiosidad y de indagación", dijo Mariano Sigman en la presentación de su libro "El poder de las palabras" en la Feria del Libro de Buenos Aires (Nicolás Stulberg)
"La palabra es un espacio de curiosidad y de indagación", dijo Mariano Sigman en la presentación de su libro "El poder de las palabras" en la Feria del Libro de Buenos Aires (Nicolás Stulberg)

Conversar. Esa fue la propuesta de la presentación en la Feria del Libro de Buenos Aires de uno de los libros más vendidos del último año, El poder de las palabras, de Mariano Sigman. Y para hacerlo, el neurocientífico argentino estuvo acompañado por Eial Moldavsky, filósofo y creador de “Filosofía en un minuto”; el actor, director y guionista Santiago Korovsky —también creador de la serie División Palermo—, con la moderación de Gerry Garbulsky. Aunque el encuentro estaba pautado para las 19, en el Pabellón Rojo, la fila se había formado mucho antes para entrar a la sala José Hernández.

Mariano Sigman hizo un recorrido por los temas más importantes del libro cuando dijo que las palabras son un espacio de curiosidad, lúdico, de indagación, de investigación y, por sobre todo, de comodidad. También caracterizó a la abstracción como una ficción, que necesitamos de la ficción para puentear la realidad, que la mentira es una forma de transgresión. Luego habló sobre cómo surgen las ideas, la creatividad -y cuán lejos está de las musas y más cerca del sueño y la vigilia-, las emociones, el humor, la voz interna, y el peso de las palabras cuando uno dice lo que siente.

Mucho después de todo eso, el autor de La vida secreta de la mente contó sus próximos pasos: “Estoy intentando desesperadamente conversar con el Dibu Martínez”. Asombro y sonrisas en el público. “Me interesa la idea de los segundos decisivos en su vida y en la de muchos” porque “cuando nos enfrentamos al segundo decisivo llegamos muy desnudos y otros sacan lo mejor de ellos”.

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Garbulsky, Moldavsky, Korovsky y Sigman conversaron este martes en la Feria del Libro de Buenos Aires (Nicolás Stulberg)
Garbulsky, Moldavsky, Korovsky y Sigman conversaron este martes en la Feria del Libro de Buenos Aires (Nicolás Stulberg)

La atajada de Dibu en el minuto 123 es el próximo proyecto de Sigman, según contó en “Un filósofo, un artista y un científico”. Pero antes de que Sigman confesara que está pensando en ir a tocarle la puerta a Inglaterra al Dibu Martínez y que quiere mantener una conversación en inglés, estuvieron las palabras. Y segundo, Francia.

¿De qué conversaron, entonces, el filósofo Moldavsky, el artista Korovsky y el científico Sigman? Por ejemplo, de cuál es la conexión de cada uno con la palabra. El creador de “Filosofía en un minuto” dijo que “la palabra es la única herramienta que tenemos para poner algún tipo de sentido común” y agregó que “es la única herramienta que tenemos para desandar esa distancia que implica habitar el mundo con personas que son distintas a uno”.

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“Exactamente un minuto, ¿no? Es como que tiene el reloj interno”, intervino Korovsky (hay que decirlo: hicieron una excelente dupla para el humor durante la presentación) y dijo que las palabras no solo eran una forma de contar el mundo y ganarse la vida, sino también de nombrarnos y definirnos. “Una palabra más o una palabra menos hace que un chiste funcione o no funcione. Entonces estamos todo el día discutiendo palabras, en definitiva”, reflexionó.

Eial Moldavsky y Santiago Korovsky. (Nicolás Stulberg)
Eial Moldavsky y Santiago Korovsky. (Nicolás Stulberg)

Por su parte, Sigman dijo que “la palabra es un espacio de curiosidad o de juego, de indagación y de investigación” y siguió: “Pero creo que por lo mismo también es un espacio de comodidad. Cuando encuentro la palabra es un lugar donde me siento cómodo, es un lugar que busco cuando necesito pisar tierra firme”.

El público ya había sacado suficientes fotos al inicio de la presentación, mientras se sentaban. Ahora, escuchaba con suma atención el intercambio. El siguiente eje de diálogo fue el de la palabra en relación a la ficción y la realidad. “Todo el tiempo la gente publica en las redes ‘Esto es División Palermo’”, contó Korovsky y Moldavsky bromeó: “¿Sabes que arruinaste a todos los pibes de chaleco de la Capital Federal? Ya no se los puede mirar seriamente”. El creador de una de las series del momento siguió: “Para la segunda temporada las palabras no nos salen y es paralizante la página en blanco. El vacío es paralizante e ir a los detalles ayuda a escribir”.

Mariano Sigman. (Nicolás Stulberg)
Mariano Sigman. (Nicolás Stulberg)

Moldavsky hizo referencia a la paradoja de la creatividad: cuando uno tiene libertad y se enfrenta a la posibilidad de todo es mucho más paralizante que empezar a trabajar con algo concreto. ¿El desafío para elegir un tema? En dónde puedo alterar una percepción que estaba y ejemplificó con División Palermo. “Se nos abrió un abanico de chistes posibles que no estaban permitidos ahora que está tan de moda la corrección política”, dijo el filósofo y se refirió a un cambio de mirada en el humor: “No es que no estaba permitido el chiste, lo que no estaba permitido era perpetuar a la víctima” y si logramos dar vuelta la percepción que estaba “de pronto el humor se arma como algo que todos nos podemos reír”.

Sigman retomó la cuestión sobre el proceso creativo y la página en blanco y dijo que “en el lenguaje es donde fluimos, es decir, tenemos la capacidad de abstraer, pero fluimos y conectamos con cosas que son mucho más específicas y precisas que las grandes abstracciones”.

“La ficción, la mentira, el engaño, las noticias falsas son parte de nuestra vida, ¿por qué es así?”, propuso para reflexionar Sigman y continuó con una frase contudente: “La idea de la abstracción es en sí una ficción y aparece sin que nadie nos la enseñe”. “La ficción”, siguió, “aparece en esa necesidad de construir historias que en algún lugar pueden ir puenteando la realidad” ¿Y la mentira? “Los chicos empiezan a mentir espontáneamente y la mentira también es un ejercicio de transgresión, de comprensión, de libertad”, explicó el neurocientífico.

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"El poder de las palabras", de Mariano Sigman.
"El poder de las palabras", de Mariano Sigman.

Luego, fue el turno de los recuerdos inventables y el ejemplo que cita Sigman en el libro sobre Maradona y Perfumo, esas cosas que todos creemos que pasaron pero no. “Si uno crea estos recuerdos ficcionales, estas memorias que no sucedieron es porque también hay cierta narración de uno mismo que tiene que ver con una memoria colectiva”, dijo Moldavsky para abrir la conversación sobre el tema.

El autor de El poder de las palabras trajo el poder del primer beso al diálogo y cómo todos empatizamos con ese recuerdo, del que damos muchos detalles, de cómo nos acercamos o cómo nos pusimos pero el científico advirtió: “El 95% de la gente su primer beso lo da con los ojos cerrados, con lo cual en realidad no vio nada, o sea no hay nada y todo ese relato cinematográfico repleto de detalles es una ficción”. Así, apareció el concepto de seres anfibios, que el autor retoma de Pablo Maurette, porque entramos y salimos de la ficción y cómo nuestro relato está repleto de ella, “todo nuestro pensamiento está repleto indefectiblemente de ficción, cuando la creamos y cuando creamos realidades”.

Presentación del libro "El poder de las palabras" (Nicolás Stulberg).
Presentación del libro "El poder de las palabras" (Nicolás Stulberg).

¿Y de dónde vienen las ideas? “No hay musas, hay que laburar”, bromeó Korovsky y contó que, de todas formas, probó pidiéndole ideas a ChatGPT para la segunda temporada de su serie. “Me dio ideas bastante malas”, se rió. “La creatividad es un proceso de ensamblaje de ideas que ya tenemos”, explicó Sigman, y siguió: “Pensar es un proceso de búsqueda y hay que tener un buen patrón para ir a buscar”. ¿Los momentos más importantes? Los de sueños y la vigilia. ¿Y las musas? “Hay una idea de creatividad viene de afuera pero hay que buscar en la conversación”.

También habló del diálogo interior, ese diálogo con uno mismo “que también te termina narrando, te termina armando tu identidad termina tomando decisiones sobre qué querés ser, qué pensás sobre el amor qué pensás sobre la vida ese diálogo, evidentemente, es imprescindible para crear y para definirse a uno”.

¿Y las emociones? Lo primero a entender, según Sigman es que “las sensaciones que uno tiene son ambigüas y a veces son difíciles de definir”. Y agregó que esto se vuelve bastante evidente cuando “tenemos 12 palabras para describir emociones dentro de un continuo infinito de cosas que pasan”.

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El problema es justamente, el de las palabras: “La palabra justa para describir y el problema es justamente ese peso que tiene” y “es una especie de ejercicio bestial de resignificación” y lo comparó con el mundo de los sabores, con las experiencias placenteras y nocivas. Se trata, en definitiva, de la narrativa que le damos, de cómo reinterpretamos esa experiencia que estamos sintiendo hace que uno tenga como historias y vínculos completamente distintos dentro. ¿Con qué ejemplos podríamos pensarlo? A través del picante y la montaña rusa.

“Todos disfrutamos de la tristeza o de la nostalgia y la buscamos en lecturas, en ficciones porque hay algo de lo cual podemos agarrarnos de eso, donde entendemos que esa experiencia es algo placentero”, agregó.

El humor, aunque presente durante todo el encuentro, y las restricciones que nos ponemos socialmente alrededor del uso de la palabra: “El humor fue una herramienta más vital para atravesar situaciones que son difíciles de atravesar. Políticamente me parece interesante”, opinó Sigman, lo comparó con el arte y también mencionó que “Las parejas que enfrentan una situación adversa encuentran el humor como un recurso para poder salvar ciertos pantanos y terminan bien”. Y concluyó: “En parte, la comedia tiene que ver con permitirnos navegar ciertas situaciones que tenemos. Es muy ancestral esta idea de poder hablar y el humor es un recurso fundamental”. “Querer riendo y no llorando es de un amor brutal”, sentenció.

Hitler, Franco y Stalin, contó Sigman, querían ser artistas. “Mejor dejen que los artistas hagan en el arte lo que quieran y no en la vida real”, opinó y las risas del público interrumpieron la extrema concentración en el intercambio de ideas.

Tras una hora de conversación, ¿cómo podemos continuar y proyectar las conversaciones? Korovsky anticipó que habrá en la segunda temporada de División Palermo otras divisiones: División Chacarita, Flores; Moldavsky dijo que su objetivo es enseñar en cómo doblar sábanas y Sigman cerró y dejó con la expectativa y ganas de más: “Estoy intentando desesperadamente conversar con el Dibu Martínez” y confesó: “Me interesa la idea de los segundos decisivos en su vida y en la de muchos” porque “cuando nos enfrentamos al segundo decisivo llegamos muy desnudos y otros sacan lo mejor de ellos”. Desde este martes todos queremos saber cómo se explica una de las frases que más felices nos hizo: “Mirá que te como, hermano”.

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