Fiesta "inesperada" en el José Zorrilla por un ascenso especial

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Valladolid, 27 may (EFE).- El estadio José Zorrilla vivió una "fiesta inesperada", por un ascenso especial, ya que se culminó en el tiempo de prolongación y gracias a la derrota del Éibar, con un penalti transformado por Sylla un minuto antes del final.

De hecho, algunos espectadores optaron por irse cuando empató el Villarreal B, dando por hecho que, si llegaba el ascenso, se produciría en la última jornada, ya que la victoria local era una premisa que debía cumplirse y parecía que no iba a darse.

Con un Sylla que asumió una gran responsabilidad, el público, que mantuvo la fe hasta los últimos instantes del partido, estalló de alegría. Los jugadores corrieron a abrazar a su técnico, Paulo Pezzolano, tan criticado durante toda la temporada.

Las primeras palabras del entrenador uruguayo reflejaban la presión sufrida todo el curso: "se ha demostrado lo que es un uruguayo. Tenemos cosas que no hay en otros sitios. Una rebeldía diferente".

Además, en esas declaraciones a pie de campo, agradeció el apoyo del club y ha destacado que, detrás del logro "ha habido mucho trabajo y mucho sufrimiento".

Mientras, era testigo de cómo la afición cantaba el himno blanquivioleta y el "We are the champions" habitual de Queen, y guardaba sus pensamientos más profundos para transmitirlos a los medios en rueda de prensa.

Sylla reconoció que no había palabras para describir la emoción vivida hasta el último momento y por haber sido el autor del gol que ha supuesto el regreso del cuadro blanquivioleta a la máxima categoría.

El vallisoletano Sergio Escudero, muy emocionado, comentó que fue un choque "de muchas emociones", porque tan pronto estaban en Primera como que seguían en Segunda, pero "se levantó con orgullo y coraje" para devolver al equipo "donde se merece".

También Álvaro Negredo, que marcó el gol ante Alcorcón, que daba la oportunidad al Real Valladolid de llegar a esta cita dependiendo de sí mismo para ascender, señaló que este éxito supone "una alegría muy grande".

"Llegué a Valladolid con mucha ilusión, con muchas ganas de ayudar a devolverle donde tenía que estar y he podido aportar mi granito de arena", añadió, mientras su compañero, Luis Pérez, definía el momento como "increíble".

Un animador musical se situaba en el centro del estadio para que la celebración diera el pistoletazo de salida, con la total entrega del público. Era el inicio de un momento mágico para una ciudad que regresa a Primera y que esperaba la salida de los jugadores tras irse a vestuarios. EFE

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mim/jl

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