La escandalosa vida del príncipe Andrés, el ‘hijo predilecto’ de Isabel II que ha renunciado a sus títulos reales

El anuncio llega tras una serie de revelaciones que pusieron en entredicho sus explicaciones sobre su relación con figuras comprometidas como Jeffrey Epstein

Guardar
Imagen de Archivo del príncipe
Imagen de Archivo del príncipe Andrés. EFE/EPA/Andy Rain

El hermano menor de Carlos III de Inglaterra, el príncipe Andrés, se aparta definitivamente de la primera línea de la familia real británica tras años de polémicas que han afectado de forma directa la imagen de la monarquía. La renuncia del hijo predilecto de Isabel II a todos sus títulos y honores reales marca un nuevo capítulo en su descenso público y personal.

Esta decisión, comunicada recientemente por el propio Andrés a través de un comunicado recogido en primer lugar por la BBC, es presentada como una iniciativa propia en la que afirma anteponer el deber hacia su familia y el país. El anuncio llega tras una serie de revelaciones que pusieron en entredicho sus explicaciones sobre su relación con figuras comprometidas como Jeffrey Epstein y después de la difusión de fragmentos inéditos de las memorias de Virginia Giuffre, la demandante que lo acusó de abuso sexual cuando era menor.

La presión mediática, familiar y política ha limitado por completo el margen de actuación de la Casa de Windsor. Con esta estrategia, la familia real buscaría proteger la imagen de la institución en pleno contexto de inestabilidad tras la muerte de la reina y ante la inminente visita de Estado de Carlos III al Vaticano, un hecho histórico para el Reino Unido, ya que es la primera desde 1534. Andrés, que aseguraba su inocencia en todos los casos, ya no podrá usar los títulos que durante décadas simbolizaron su rango en la monarquía y queda relegado a un papel exclusivamente nominal y privado.

La demanda civil que acabó con su reputación

La caída pública de Andrés de Inglaterra comenzó hace más de diez años, tras filtrarse su estrecha amistad con el financiero estadounidense Jeffrey Epstein, condenado por delitos de explotación sexual de menores. Según señaló ABC, fue en 2010 cuando aparecieron en la prensa fotografías de ambos en Nueva York, poco después de la primera condena de Epstein. El Palacio intentó entonces aminorar la gravedad del episodio, pero la reputación del príncipe sufrió daños irreparables. Los vínculos con el empresario se consolidaron como un motivo de inquietud interna en Buckingham, que durante años toleró el aislamiento mediático del duque para evitar que sus problemas personales impactaran la estabilidad de la monarquía.

Más adelante, en noviembre de 2019, el escándalo alcanzó un punto de inflexión tras la participación de Andrés en una entrevista con la periodista Emily Maitlis para el programa Newsnight, de la BBC. El príncipe intentó rebatir públicamente las acusaciones de Virginia Giuffre, quien lo había señalado como uno de sus agresores durante su amistad con Epstein. No obstante, el resultado fue un revés monumental tanto para su imagen como para la de la monarquía. Andrés negó tener relación alguna con Giuffre, pese a las fotografías que demostraban lo contrario, y expuso argumentos que generaron incredulidad en la opinión pública. En concreto, uno de los fragmentos que mayor repercusión tuvo fue la explicación sobre una supuesta condición médica que le impedía sudar, un punto abordado con sorna y crítica por numerosos medios. Según ha detallado La Razón, el efecto fue inmediato: organizaciones y patronazgos rompieron lazos con él en las siguientes horas, y el Palacio notificó oficialmente su retirada de cualquier función pública e institucional.

Tres años después, en 2022, una nueva complicación legal intensificó la controversia. Giuffre presentó en Estados Unidos una demanda civil contra el príncipe, acusándolo formalmente de abuso sexual. El caso se cerró tras llegar a un acuerdo millonario extrajudicial, establecido sin admisión de culpa por parte de Andrés. El acuerdo, según explicó ABC, implicó la pérdida de todos sus patrocinios institucionales y cargos militares restantes, acentuando su estatus de “no working royal” dentro de la familia Windsor. El clima en la residencia Royal Lodge se tornó aún más aislado para el príncipe, quien permanecía lejos de los actos públicos, convirtiéndose en el gran tabú de la Casa Real Británica.

Quién es quién en la casa real británica: del rey Carlos, el más tardío de la historia, al polémico príncipe Andrés.

Un apoyo difícil de sostener, escándalo tras escándalo

Los problemas reputacionales se agravaron con el tiempo debido a nuevos episodios financieros y políticos. Entre ellos sobresale la venta de una mansión a un magnate kazajo cercano al régimen de Nursultán Nazarbáyev por una cuantía de quince millones de libras. Aunque la operación fue legal, aumentó las sospechas sobre la opacidad en la gestión personal de Andrés y alimentó versiones sobre posibles conflictos de intereses. La situación se vio complicada también por la preocupación de los servicios de inteligencia británicos, que detectaron relaciones con agentes del gobierno de China. Específicamente, se han documentado reuniones con Cai Qi, destacado dirigente comunista chino, implicado en tramas de espionaje en Reino Unido.

Asimismo, este 2025 ha sido particularmente delicado para la Casa Real británica, después de que un correo electrónico divulgado por la prensa británica probase que Andrés mantuvo contacto con Epstein más tiempo del que había admitido, contradiciendo su versión de los hechos. Este detalle supuso el punto de ruptura en la defensa palaciega del príncipe.

Paralelamente, el libro Entitled: The Rise and Fall of the House of York, del historiador Andrew Lownie, ha dibujado un retrato devastador del duque y su círculo. Al parecer, la obra, a partir de documentos e investigaciones, lo describe como alguien “arrogante y carente de empatía”, y denuncia operaciones con motivaciones privadas aprovechando su rango de enviado especial. El autor, entrevistado por la Foreign Press Association, resumió la dificultad de encontrar testimonios a favor del príncipe y la adopción de prácticas cuestionables en su entorno.

Pero lo que ha terminado por hacer saltar por los aires cualquier resto de reputación del príncipe ha sido el anuncio de la próxima publicación de las memorias de Virginia Giuffre. Al parecer, una parte del contenido del libro, se reiteraría las acusaciones directas contra la conducta inapropiada del príncipe durante su relación con el entorno de Epstein. Algo que terminó definitivamente con la defensa pública de Andrés, por parte de palacio.

Sin duda, aunque el contexto de la visita de Carlos al Vaticano no ha ayudado para la aceleración de los hechos, era una cuestión que no tardaría mucho más en llegar, debido al gran revuelo que ha causado el príncipe durante los últimos años. La decisión final adoptada por la familia, avalada por el monarca y comunicada personalmente por Andrés, permite suspender el uso de títulos sin necesidad de un proceso legislativo extraordinario ni intervención parlamentaria directa. De este modo, los títulos continúan existiendo en términos legales, pero no pueden utilizarse en documentos oficiales ni en la esfera pública.