Verdura veraniega por excelencia y una excelente fuente de beneficios nutricionales. El calabacín es uno de los ingredientes más utilizados en la dieta mediterránea, una hortaliza ligera y muy versátil que podemos cocer, freír, hornear o incluso comer en crudo.
Pero no todo son ventajas. Esa misma frescura que lo hace tan interesante para nuestros platos veraniegos es la culpable de que sea una de las hortalizas más delicadas que tenemos en nuestra nevera. La razón de la delicadeza del calabacín no es otra que su elevado contenido en agua, lo que hace necesario conservarlo correctamente para que mantenga su textura y sabor fresco el máximo tiempo posible.
Propiedades nutricionales del calabacín
Uno de los principales atractivos del calabacín es su escaso aporte calórico. Compuesto en su mayor parte por agua —alrededor del 95% de su peso—, apenas aporta unas 17 kilocalorías por cada 100 gramos. Esto lo convierte en un alimento ideal para quienes buscan controlar su peso sin renunciar a una alimentación completa y sabrosa. A pesar de su bajo contenido energético, el calabacín ofrece una notable sensación de saciedad, lo que ayuda a evitar el picoteo entre comidas.
La vitamina C es uno de los nutrientes esenciales más importantes de esta hortaliza, un antioxidante natural que contribuye al correcto funcionamiento del sistema inmunológico, a la síntesis de colágeno y a la protección celular frente al daño oxidativo.
Cómo conservar un calabacín entero en la nevera
El calabacín crudo y entero debe almacenarse en la nevera, preferentemente en la zona de frutas y verduras. Es importante no lavarlo antes de guardarlo para evitar el exceso de humedad y prevenir la aparición de moho o podredumbre. Lo ideal es envolver cada calabacín en papel de cocina o guardarlo en una bolsa de plástico perforada, para favorecer la transpiración. Así, puede conservarse en buen estado hasta una semana.
Cómo conservar un calabacín cortado
Si has empezado una receta con calabacín y te han sobrado algunos trozos, evita desperdiciarlos y consérvalos para otra ocasión. Es cierto que el calabacín cortado es especialmente delicado, ya que tiende a secarse y a oxidarse con rapidez, perdiendo frescura y textura. Sin embargo, hay maneras de conservarlo correctamente y aprovecharlo en los días siguientes, siempre y cuando sigamos algunos pasos clave.
En primer lugar, debes guardar el calabacín cortado en un recipiente hermético o envuelto en film transparente, asegurándote de minimizar el contacto con el aire para evitar la oxidación. Si solo has utilizado una parte, coloca la parte sin utilizar hacia abajo (en contacto con el recipiente) y cúbrelo bien. Es recomendable colocar un trozo de papel de cocina dentro del envase, para que así absorba el exceso de humedad y evite la aparición de moho.
Siguiendo estos métodos, los trozos más grandes podrán mantenerse en buen estado durante unos tres o cuatro días. Sin embargo, ten en cuenta que el calabacín ya cortado en trozos más pequeños, ya sea en láminas, dados o tiras, se debe consumir preferentemente en un plazo de entre uno y dos días, ya que comienza a perder textura y sabor rápidamente.
Cuánto dura y cómo guardar el calabacín cocinado
Si lo que quieres es conservar un calabacín ya cocinado, bien sea a la plancha, en forma de sofrito, al horno o al vapor, tendrás que seguir algunas indicaciones. Sea cual sea su método de cocción, debes dejar que el calabacín cocinado se enfríe a temperatura ambiente, pero no lo mantengas más de una hora fuera del refrigerador. Una vez haya perdido su calor, guárdalo en un recipiente hermético, preferiblemente de cristal o plástico con cierre seguro. Coloca el recipiente en la nevera, en la parte central o baja.
Siguiendo esta forma de conservación, el calabacín ya cocinado durará en buen estado hasta tres días, siempre bien tapado y refrigerado correctamente. No obstante, cabe mencionar que la textura del calabacín cocinado puede ir variando tras varios días en frío, ya que tiende a soltar agua. Por ello, se recomienda consumirlo cuanto antes y siempre observar que mantenga buen olor y aspecto antes de comerlo.
Cómo congelar los calabacines
Si has comprado más cantidad de calabacín de la que vas a consumir en pocos días, puedes congelarlo siguiendo estos pasos:
- Lava y seca bien el calabacín.
- Córtalo en rodajas o dados según el uso que le vayas a dar.
- Escáldalo en agua hirviendo durante uno o dos minutos y, seguidamente, enfríalo rápidamente en agua con hielo.
- Escurre bien y distribuye las piezas sobre una bandeja para que congelen separadas.
- Cuando estén congeladas, pásalas a bolsas o tuppers herméticos.
De esta manera, el calabacín congelado mantiene sus propiedades nutricionales y lo puedes utilizar en sopas, cremas, guisos o salteados durante seis a ocho meses.