El primer aceite de oliva virgen extra elaborado en la ciudad de Barcelona: una variedad olvidada recuperada gracias a la acción comunitaria

Joan Gubern, de la Fundació Els Tres Turons, cuenta en ‘Infobae España’ la historia detrás de un aceite de oliva que no tiene precio

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El aceite de oliva virgen extra elaborado en la masía Can Soler (Fundació  Els Tres Turons)
El aceite de oliva virgen extra elaborado en la masía Can Soler (Fundació Els Tres Turons)

El aceite de oliva de Can Soler es el desenlace de una historia sobre olivos centenarios, una masía a las afueras de Barcelona y un proyecto por la salud mental. Este ‘oro líquido’ lo elabora la Fundació Els Tres Turons, una entidad dedicada a la promoción y apoyo de la salud mental comunitaria que ha tomado la gastronomía y la agricultura como herramienta para la integración social y la recuperación de la biodiversidad.

Els Tres Turons presentaba el pasado jueves 14 de diciembre su último proyecto, el primer aceite de oliva virgen extra elaborado en la ciudad de Barcelona. Este aceite ha nacido de los olivares centenarios de la masía de Can Soler, el espacio donde la fundación realiza las actividades de jardinería de la Red de Salud Mental y Adicciones. Estas tareas tienen por objetivo el acompañamiento a la inserción laboral, formativa y comunitaria de personas jóvenes y adultas con un diagnóstico en salud mental, un trabajo colaborativo que da como resultado un aceite de oliva que no tiene precio.

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El resultado de esta iniciativa es una pequeña producción de aceite cuyo destino no es la venta ni el provecho económico. Sin embargo, este aceite se destinará a hacer difusión del proyecto, de la misión de la Fundación y de la promoción de la biodiversidad, la agroecología y la alimentación sostenible. Así lo cuenta Joan Gubern, responsable de vinculación al territorio de la fundación, en una conversación con Infobae España.

“No tenemos noticia de que se haya elaborado antes ningún aceite en la ciudad de Barcelona, sí a las afueras, claro”, cuenta el responsable a este periódico. Joan se muestra feliz de la gran repercusión mediática que ha tenido esta iniciativa por la que tanto han trabajado. “Hay mucho interés por el proyecto y yo creo que sobre todo porque se trata de un proyecto social. No es solo el haber hecho un aceite”, reflexiona el trabajador de Els Tres Turons, una fundación con casi 40 años de trabajo social a sus espaldas.

Una masía a las afueras de Barcelona

Concretamente, este AOVE tiene su origen en la masía de Can Soler, un espacio situado en Sant Genís de los Agudells, en la falda del Parque Natural de la Sierra de Collserola. El espacio, en las afueras del distrito barcelonés de Horta-Guinardó y cogestionado entre la fundación y otras iniciativas municipales, cuenta con una huerta, árboles frutales y espacio forestal, así como unos bancales de olivos que desde la organización quisieron recuperar.

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Desde el año 2020, la Fundación gestiona una parte de esta finca, un lugar donde realizaba sus actividades de inclusión y contacto con el medio natural. “En la parte de atrás de la masía había unas parcelas de cultivo que llevaban décadas abandonadas, el bosque se había comido los olivos y aquello estaba que no podías ni acceder”, explica Joan, hablando de un espacio que se utilizaba incluso como basurero. “Recuperar estos cultivos, fue una manera de dar un contenido real y muy chulo a las actividades de jardinería que estábamos haciendo dentro de estos programas”.

La masía de Can Soler, a los pies de Collserola (Meet Barcelona)
La masía de Can Soler, a los pies de Collserola (Meet Barcelona)

Este espacio tiene la voluntad de convertirse en un punto de referencia de la agroecología urbana y la inclusión social. La recuperación de este paisaje agrario ha sido posible gracias al trabajo voluntario de vecinas y vecinos, entidades del barrio, escuelas y personas usuarias de equipamientos de proximidad que han contribuido al proyecto en jornadas de trabajo cooperativo.

Colaboración y cosecha para la integración social

El objetivo de la iniciativa pasaba por dar una oportunidad de recuperación y de inserción a aquellas personas con afecciones mentales atendidas por la fundación. Pero, además, en un intento por implicar también a la comunidad, se organizaron jornadas de trabajo cooperativo en las que, de la mano de las personas atendidas por la fundación, vecinos, escuelas y entidades de la zona colaboraron en la recuperación de este paisaje agrario.

De esta forma, poco a poco se fue limpiando el bosque, eliminando plantas invasoras, reconstruyendo los muros de piedra y restaurando los bancales de cultivo. También la cosecha se llevó a cabo con esta participación colaborativa, consiguiendo así sensibilizar a todos los participantes sobre temas relacionados con la salud mental. “Las personas atendidas por la fundación son quienes dinamizan las actividades, tienen este rol de experto”, cuenta el responsable.

La becaruda, una variedad casi olvidada

La zona de cultivo que se ha recuperado, y que ha permitido elaborar el aceite, estaba repleta de olivos centenarios de la variedad becaruda, una especie local común en el Vallès y el Barcelonès con unas propiedades sensoriales de lo más especiales. Los pocos productores de la zona que trabajan esta variedad han trabajado por su recuperación como patrimonio de la cultura agrícola barcelonesa, puesto que por su reducida producción había quedado sumida casi en el olvido.

“Cuando empezamos a recuperar estos espacios, nos pusimos en contacto con el IRTA (Institute of Agrifood Research and Technology), para que nos pudieran certificar la variedad y ver si era factible y si era comestible”, cuenta Joan. Una vez les dieron el visto bueno, desde la fundación no dudaron en lanzarse a recuperar esta oliva casi olvidada. Tanto ha sido este olvido que, como cuenta el responsable, es imposible encontrar a día de hoy semillas de becaruda a nivel comercial. “Este año queremos plantar más olivos de esta variedad y es que no se comercializan. Entonces una empresa nos hará esquejes con nuestros propios árboles. Este otoño esperamos poder plantar más árboles, ofrecerlos también a centros cívicos o colegios…”.

Presentación del aceite elaborado en Can Soler
Presentación del aceite elaborado en Can Soler

La jornada de recogida, que se celebró en otoño de 2022 y que este año se ha tenido que cancelar por la sequía que afecta a Cataluña, tuvo un balance final de 60 kilogramos de aceituna becaruda, una variedad que ha dado los 35 litros de aceite que ahora la fundación ha envasado en pequeñas latas de 10 centilitros. La producción que alcanza este espacio, sin embargo, es escasa por el momento, motivo por el cual desde la fundación tuvieron que completar sus aceites mezclando sus olivas becarudas con aceitunas de la variedad arbequina. De esta forma, no solo consiguieron completar los mínimos necesarios para su valioso aceite, sino que, además, consiguieron suavizar ligeramente su sabor “muy rústico”.

Una vez recogidas estas aceitunas, la fundación comenzó su colaboración con empresas locales para poder convertirlas en un aceite de calidad. Para ello, decidieron trabajar con la Cooperativa l’Olivera, una pequeña organización de iniciativa social en el mundo rural que se encargó de procesar y embotellar sus latas. Así, trasladaron sus olivas hasta el molino que l’Olivera posee en Lleida y comenzaron su proceso de elaboración artesanal.

Como cuenta Joan, el objetivo de estas latas no es la comercialización, sino hacer difusión de su proyecto. ”Elaborar el aceite es como un poco cerrar el círculo y poder culminar ese trabajo con un producto que podemos disfrutar. Hay una muestra muy pequeña y no se comercializa porque somos una fundación, pero ha servido para difundir un poco el proyecto”, concluye Joan.

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