La historia del almirante Guillermo Brown, las batallas de un irlandés en el Río de la Plata

El historiador y escritor Miguel Ángel de Marco dialogó con DEF a propósito de su biografía sobre el Almirante Brown, el desafío de escribir biografías de próceres y el rol de la política en la interpretación de la historia

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Miguel Ángel de Marco, historiador, dice que el trabajó que llevó adelante sobre la vida de Brown fue "una forma de luchar contra la pandemia" (Foto: Fernando Calzada)
Miguel Ángel de Marco, historiador, dice que el trabajó que llevó adelante sobre la vida de Brown fue "una forma de luchar contra la pandemia" (Foto: Fernando Calzada)

Tal vez haya solo una cosa más difícil que vivir una vida: escribirla. El motivo por el que el género biográfico es venerado y despreciado por partes iguales es el mismo: no se trata tan solo del viejo desafío de la objetividad, sino de que, en el proceso inevitable de la escritura, en el orden y la selección del material, el biógrafo toma decisiones que resignifican su objeto, lo sitúan bajo una luz nueva y lo colocan en diálogo con el presente.

Si toda biografía es un intento de dar sentido a una trayectoria vital, en el caso de los próceres, la tarea parece tener una parte resuelta de antemano: el sentido está implícito en las razones que hacen a San Martín el padre de la patria; a Sarmiento, el padre de la educación argentina; o a Belgrano, el padre de la bandera. Aunque, al mismo tiempo, el carácter de héroe indiscutido implica el riesgo de que el texto se convierta en un mero ejercicio de loas, sin posibilidad de torcer o contravenir las nociones del imaginario popular. Estos y otros interrogantes surgen en la conversación con Miguel Ángel de Marco, historiador prolífico que considera la escritura como un alumbramiento.

"Brown, primer almirante de los argentinos" es la última obra de De Marco (Foto: Fernando Calzada)
"Brown, primer almirante de los argentinos" es la última obra de De Marco (Foto: Fernando Calzada)

“Para mí, escribir es algo absolutamente natural”, señala De Marco. Con más de 25 libros sobre próceres, batallas, la Armada y el Río de la Plata, no hay necesidad de ponerlo en duda. Entre sus obras más conocidas, se nombran Soldados y poetas. Historias que hicieron la historia argentina (2002), La guerra del Paraguay (2007) y una larga columna de biografías de próceres, entre los que se cuentan Belgrano, San Martín, Güemes, Alem, Sarmiento, Pellegrini y Bouchard. Además, De Marco es un marino experimentado, de modo que su interés naval es teórico, erudito, pero también práctico.

Esta vez, las derivas de la escritura biográfica lo condujeron a reseñar la vida del almirante Guillermo Brown, marino irlandés conocido como el Padre de la Armada Argentina. Si todo escritor tiene un libro que escribió durante la cuarentena, Brown es el de De Marco: “Fue una forma de luchar contra la pandemia”. La ocasión es buena no solo para conversar sobre Brown, sino también sobre la tarea del biógrafo de próceres, la “grieta” volcada en las interpretaciones históricas y el lugar que ocupa la experiencia en la escritura.

"Brown no está borrado por completo de la nomenclatura oficial. Hay escuelas con su nombre, calles, bustos, pero en el imaginario colectivo su figura no está asentada como debería estarlo", comenta el biógrafo (Foto: Archivo DEF)
"Brown no está borrado por completo de la nomenclatura oficial. Hay escuelas con su nombre, calles, bustos, pero en el imaginario colectivo su figura no está asentada como debería estarlo", comenta el biógrafo (Foto: Archivo DEF)

BROWN, UN PRÓCER OLVIDADO

-¿Por qué Brown es considerado el Padre de la Armada?

-En realidad, esa denominación deviene del hecho de que Brown fue el que la organizó adecuadamente. Tenemos que remontarnos a las guerras de la independencia: en los primeros momentos de la revolución, el nuevo gobierno se encontró con que no disponía de tropas terrestres para llevar la idea revolucionaria al interior del país, y tampoco tenía marina para hacer frente a las naves del apostadero naval de Montevideo. El apostadero estaba desde 1776 establecido en esa ciudad: si bien los buques eran un poco viejos, tenían una fuerza importante. Después de la revolución de Mayo, Montevideo quedó en poder de los realistas y surgió la idea de tomar la ciudad para incluirla en el proyecto libertador. Pero esto no era factible sin el dominio del río. Para eso, se estableció una pequeña escuadrilla que fue inmediatamente derrotada: se constituyó con muy pocos buques, jefes poco preparados para combatir el Paraná, y los españoles que tenían mayor experiencia los derrotaron en San Nicolás. Finalmente, se decide tomar Montevideo en 1814, ahí aparece la figura de Brown y se organiza debidamente la Marina. Es una marina muy pequeña, una fragata y buques menores, pero comandada por un hombre con experiencia europea, navegante mercante que también estuvo en acciones de guerra europea. Él logró amalgamar esa fuerza y vencer a los españoles del apostadero naval, primero en Martín García, después en un combate naval importante el 17 de mayo de 1814, el Día de la Armada, y luego en otras acciones. Por eso es el padre de la Armada Argentina.

-En el libro, señala que Brown no ocupa el lugar que merece en la memoria de los argentinos. ¿Por qué?

-En realidad, el tema de la memoria de los argentinos es bastante endeble en los últimos tiempos. No se refiere solo a Brown. Hace seis o siete años, un diario hizo una encuesta sobre el grado de conocimiento que tenían los argentinos de los próceres del siglo XIX. Solamente unos pocos podían mencionar a San Martin, Belgrano, aparecía algún que otro Sarmiento, pero no mucho más. Ni hablar de Guillermo Brown. Esto se vincula con muchas cosas, pero básicamente es el desconocimiento por los cambios tan grandes que hubo en la currícula escolar. Hoy por hoy, los personajes de la historia en general son poco conocidos. Esa misma encuesta los vinculaba con personajes de la actualidad: un 80 por ciento conocía perfectamente la acción de un futbolista muerto hace poco, pero sabían muy poco de los personajes del pasado. Esto no quiere decir que Brown esté borrado por completo de la nomenclatura oficial. Hay escuelas con su nombre, calles, bustos, pero en el imaginario colectivo su figura no está asentada como debería estarlo.

“LA GRIETA” A LO LARGO DE LA HISTORIA

-Sobre el final, se señala que “el nombre de Brown se hallaba por encima del encono que enfrentaba a los argentinos”. ¿El hecho de que Brown, a diferencia de Rosas o Sarmiento, estuviese “fuera de la grieta” lo convierte en una figura más fácil de abordar? ¿O más difícil?

-Por un lado, enaltece su figura en el sentido de que no suscita diferencias, pero es interesante la mención de Rosas y Sarmiento: un historiador y también novelista, Manuel Gálvez, en su Vida de Sarmiento, dice que Sarmiento y Rosas son los dos argentinos auténticamente vivos, justamente en el sentido de que provocaban enconadas peleas. Yo recuerdo que, en mi escuela secundaria, la Argentina siempre estuvo dividida. Una vez me preguntaron desde cuándo existe la grieta, yo respondí que desde 1536, cuando Pedro de Mendoza fundó Buenos Aires. Pero, concretamente, Rosas y Sarmiento aparecieron y estuvieron sobre el tapete en un momento de la historia que fue después de 1955. Había partidarios de la Revolución Libertadora, que tenían de epígono a Sarmiento, y quienes se volcaban más a la idea que había sostenido Perón, considerado un personaje más afecto a Rosas. Siempre fue el antagonismo entre estos dos personajes porque representaban dos formas de ver la historia argentina.

Diferencias: "Una vez me preguntaron desde cuándo existe la grieta, yo respondí que desde 1536, cuando Pedro de Mendoza fundó Buenos Aires", dice el autor (Foto: Fernando Calzada)
Diferencias: "Una vez me preguntaron desde cuándo existe la grieta, yo respondí que desde 1536, cuando Pedro de Mendoza fundó Buenos Aires", dice el autor (Foto: Fernando Calzada)

-Esto me recuerda a una estudiante adolescente que, cansada de estudiar unitarios y federales del manual, me dijo: “Acá falta política”. ¿Si uno politizara las figuras de la historia lograría sacarlas del mármol para convertirse en carne? ¿O, por el contrario, sería un riesgo?

-No sería un riesgo. Fueron figuras políticas: si uno piensa que, en la época de Rosas, la de Urquiza o cualquier otra no había politización, está pensando algo insólito. En todas partes del mundo hay vida política. Si hablamos de unitarios y federales, hablamos de gente común que sufría la división, pero también de gente que combatía por todos los medios posibles, no solo en el campo de batalla, sino también en el periodismo y la literatura, para sustentar cada uno su posición. Desde ese punto de vista, estaban haciendo política. Lo que pasa es que ese es otro problema: el tema de la docencia también implica utilizar los recursos didácticos y la propia cultura del docente para recrear un escenario determinado. Ahora, si vamos a repetir lo que dice un libro de texto y no internalizamos en el alumno su interés por los acontecimientos del pasado, es como hablar de algo que no existe, como si estuviésemos hablando de un cuento chino. Esa alumna tal vez estaba queriendo decir eso, quería ver personajes vivos. Y de alguna manera también compararlos con el presente. Pero ojo, no podemos compararlos con el presente.

-¿Por qué?

-Si bien somos humanos y tenemos comportamientos comunes a todos los seres humanos, no cabe duda de que, cuando hablamos de la época de Brown y de todas las circunstancias que vivió, así como del largo período de Rosas, hablamos de personajes del pasado. Yo les decía a mis alumnos: para hablar de Echeverría, tengo que ponerme el frac negro que él se colocaba para andar por las calles de Montevideo. El que escribe tiene que hacer el esfuerzo de colocarse en la época en la que se desempeñó su personaje. No podemos juzgar o aplaudir a los personajes del ayer con nuestros criterios de hoy, ya que esos personajes, por otra parte, la tuvieron que pasar bastante dura.

Los extranjeros que llegaron a conocer a Brown tenían una opinión muy positiva de la figura del almirante, según De Marco (Foto: Archivo DEF)
Los extranjeros que llegaron a conocer a Brown tenían una opinión muy positiva de la figura del almirante, según De Marco (Foto: Archivo DEF)

GUILLERMO BROWN, UN HOMBRE RECONOCIDO EN EL MUNDO

-Volviendo a Brown, usted ya había destacado la vida del almirante en otros libros como La historia contemplada desde el Río. ¿Encontró alguna nueva luz en esta aproximación?

-Yo creo que cada cantor tiene su fibra. Cada uno, en primer lugar, tiene su propia visión del personaje, y eso de por sí es un aporte. Pero también me he basado en la bibliografía de Brown y documentos editados e inéditos para tratar de perfilar algunos aspectos no tan tratados o directamente no tratados antes. Dudé mucho en escribir este libro: hacía poco tiempo, un colega de la academia y de la Armada había escrito una muy buena biografía de Brown. ¿Para qué hacer otra, si la de Oyarzábal ya era buena? Pero un día, el propio Oyarzábal me dijo que le gustaría porque tendríamos enfoques y criterios diferentes. Eso es lo que yo he usado. He podido detectar algunas incongruencias de viejos autores haciendo simples cálculos; hoy en día, hay acceso a más material, como grandes bibliotecas de los Estados Unidos, periódicos del siglo XIX donde se hablaba de Brown. Es decir, eso es en lo que he tratado de enfatizar, y también en la opinión que tenían de él los extranjeros que lo habían conocido de un modo u otro y lo consideraban una de las grandes figuras del mundo. El representante diplomático de los EE. UU. en Buenos Aires lo llama el Nelson del Río de la Plata.

-Además de historiador y académico, usted también es un marino experimentado. ¿Qué aportes hace la experiencia vital a la hora de escribir una biografía como esta?

-Cuando escribía este libro, y otro que se publicó hace dos años sobre Bouchard, iba navegando. Entiendo las campañas navales como si estuviese embarcado en un buque de la época, y cuando hablaba de las tempestades, yo sé lo que es una tempestad. He navegado dos veces en la Fragata Libertad, un velero mucho más moderno que los de Brown, pero básicamente con sistemas de navegación a vela que lo asemejaban bastante. Es más, tuve la suerte de hacer, en el año 1998, buena parte del viaje que había hecho Bouchard, compañero y a la vez contrincante de Brown, por los puertos del Pacífico. Entonces, recorrer los mares que él había navegado otorga un plus. Por otro lado, también suma la familiaridad con la terminología naval, que a alguien que no conoce la vida en un buque le resulta más difícil de entender.

Paralelismos: De Marco asegura que el representante diplomático de los Estados Unidos en Buenos Aires consideraba a Brown como "el Nelson del Río de la Plata" (Foto: Archivo DEF)
Paralelismos: De Marco asegura que el representante diplomático de los Estados Unidos en Buenos Aires consideraba a Brown como "el Nelson del Río de la Plata" (Foto: Archivo DEF)

EL LUGAR DE LOS PRÓCERES EN LA HISTORIA

-¿Qué desafíos implica la escritura de biografías de próceres? ¿Es igual que escribir cualquier otra biografía?

-Entre esos personajes, hay de primera fila y otros no tanto. Diría en primer lugar que la biografía no es un género fácil. Es un género de culminación que debe ser abordado cuando el historiador se ha fogueado en otro tipo de trabajo. Hay que conocer bastante de historia, saber buscar, interrogar, mirar el contexto mundial. El biógrafo debe contar con una buena preparación histórica. Por eso culminación: acumulación de experiencia. Antes he hecho otros trabajos más concretos, como un libro que de pronto adquiere cierta actualidad porque se vincula con lo que ocurre en el sur, Las guerras de frontera. Son libros que requieren el plus de haber sido catedrático, conocer bien los archivos, etc. Nunca he escrito una biografía que no sea histórica; ahora estoy empeñado en la biografía de una mujer del siglo XIX, una personalidad muy interesante, tal vez de segunda fila con un padre tan enorme, que es la de Manuelita Rosas. Esto es un desafío muy grande. No es una persona de primera fila si se la quiere denominar de una forma arbitraria, pero, por otra parte, estuvo vinculada con grandes acontecimientos. Y aparte es una mujer del siglo XIX. Si uno pretende buscar en Manuelita una mujer que promueve determinadas campañas que hoy están en boga, pero que entonces no se pensaban, no lo va a encontrar.

-Para terminar, ¿cómo dialoga la figura de Brown con la realidad actual?

-Brown fue un hombre muy desprendido, muy adverso a los enfrentamientos entre los argentinos. Por ejemplo, en la época de Rosas, le tocó comandar la escuadra cuando estaba en lucha contra las potencias extranjeras, durante el sitio de Montevideo. Y en el momento de la preparación, cuando un día va de visita Manuelita Rosas al insignia de Brown y se empiezan a realizar brindis, un coronel mazorquero brinda por la muerte de los salvajes unitarios. Brown le contesta: “Señor, bastante sangre corre en los buques en las acciones de guerra como para que en este momento se hagan esos brindis”. Resulta que, en esos brindis, si había visitas, se disparaba una salva de cañón. Cuando este coronel hace un brindis de ese tipo, Brown le ordena al artillero que no dispare. No quiso porque iba en contra de la unión de los argentinos. Después, este mismo coronel le remarcó que sus marineros no usaban el famoso cintillo punzó, la cinta colorada obligatoria, que podía significar un degüello con cuchillo mellado. Brown responde: “Yo lo llevo y es suficiente”. Por eso, no se lo exigía al resto de la tripulación, que en el fondo era un símbolo partidario.

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