He visto a todas las estrellas de “Succession” en el teatro: Brian Cox es asombroso

El veterano actor escocés que fue el malhablado Logan Roy, descuella en Londres con un clásico de Eugene O’Neill. A la par, Jeremy Strong y Sarah Snook se prueban en piezas de Ibsen y Oscar Wilde

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Cox y Patricia Clarkson interpretan a James y Mary Tyrone en "Largo viaje hacia la noche"
Cox y Patricia Clarkson interpretan a James y Mary Tyrone en "Largo viaje hacia la noche"

Los intrigantes Roy se han diversificado. Es como si Waystar Royco, el problemático conglomerado de medios de comunicación y entretenimiento que vendieron en el final de Succession, hubiera pivotado hacia el reino de alto riesgo del escenario. El multimillonario Logan Roy (que ha vuelto de entre los muertos) y su hija Shiv se han instalado en el West End londinense. Su hijo Kendall ha optado por Broadway. Incluso Rava, la mujer de Kendall, ha encontrado un lugar en las tablas. Y sólo Dios sabe dónde acabará el chico malo Roman.

Por supuesto, estamos hablando de los actores que interpretaron a un grupo de personajes de la célebre serie de la HBO sobre una familia de despiadados asesinos corporativos, que a la vez llevan su recién brillante fama de vuelta al escenario donde muchos de ellos empezaron.

Y yo quería verlos en sus últimos disfraces.

En el Wyndham’s Theatre de Londres, Brian Cox, el tirano multimillonario de la serie, interpreta al tacaño James Tyrone en una nueva reposición de Largo viaje hacia la noche, de Eugene O’Neill. A unas manzanas de distancia, en el Theatre Royal Haymarket, Sarah Snook –antes la tramposa Shiv– interpreta a más de dos docenas de personajes en una adaptación para un solo actor de El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde.

Peter Friedman, uno de los asesores de la corporación Waystar en "Succession", protagoniza "Job"
Peter Friedman, uno de los asesores de la corporación Waystar en "Succession", protagoniza "Job"

Y en el Circle in the Square Theatre de Broadway, Jeremy Strong, tras cuatro temporadas como el nervioso Kendall, es ahora el imposiblemente altivo Dr. Stockmann en una reposición de Un enemigo del pueblo, de Henrik Ibsen.

Una serie de éxito puede proporcionar a un actor una nueva influencia, pero los que causan impresiones indelebles en la televisión o el cine a veces tropiezan con la resistencia del público, incapaz de aceptarlos como cualquier otra persona. (En el reciente estreno de Nolly, por ejemplo, Helena Bonham Carter interpreta a una de esas desafortunadas, Noele Gordon, una estrella de la televisión británica que languideció tras ser despedida de su popular telenovela).

No es casualidad, pues, que Snook, Cox y Strong hayan elegido títulos tan conocidos para sus estrenos tras Succession. Hoy en día, muchas estrellas del cine y la televisión se quitan presión artística de encima apoyándose en el renombre de una obra clásica o un musical. Una alianza con una obra de reconocido prestigio es una especie de red de seguridad.

Otros actores habituales y recurrentes de Succession vuelven al escenario en un espléndido estado de forma, reflejo de lo mucho que la serie dependía de profesionales con experiencia en el teatro: Natalie Gold, que interpretó a Rava, la mujer de Kendall, en un importante papel en la comedia dramática de Broadway Appropriate; Juliana Canfield, que fue Jess, la ayudante de Kendall, en la alabada por la crítica Stereophonic, que se ha trasladado a Broadway; y Peter Friedman, el simpático lacayo de Waystar, Frank Vernon, que acaba de terminar su participación en el thriller del off-Broadway Job.

Natalie Gold, la ex de Kendall Roy en "Succession", brilla en la comedia dramática "Appropiate"
Natalie Gold, la ex de Kendall Roy en "Succession", brilla en la comedia dramática "Appropiate"

Experimentar sus próximos actos resultaba irresistible para quien esto escribe, paralizado por la risible miseria que suscitaba la serie, cortesía del creador Jesse Armstrong. Con las imágenes bailando en mi cabeza de la poco fiable Shiv, el implacable Kendall y el rimbombante Logan, partí hacia dos continentes para evaluar cómo les iba sobre un escenario.

Sarah Snook en “El retrato de Dorian Gray”

El papel de Shiv sólo revela una 1/27ª parte del talento de la actriz australiana. Esto se hace evidente al verla interpretar 26 personajes en una cautivadora versión escénica de la novela de Oscar Wilde de 1890, sobre un bon vivant inglés cuyo retrato envejece misteriosamente mientras él permanece eternamente joven.

Kip Williams, el adaptador y director, ha ideado un vehículo extraordinario para Snook, tan deslumbrante y tecnológicamente ambicioso que a veces pensarás que estás contemplando el futuro del teatro. Los instrumentos son familiares: video en directo, actuaciones grabadas, cambios rápidos de vestuario. Pero la forma en que están orquestados parece casi revolucionaria. En lo que parece un utilitario set, Williams despliega un equipo de 14 videógrafos y tramoyistas, que ayudan a Snook en la ilusión de que ella es todo el mundo y está en todas partes en la historia de Wilde.

Sarah Snook en “El retrato de Dorian Gray” en el Theatre Royal Haymarket de Londres
Sarah Snook en “El retrato de Dorian Gray” en el Theatre Royal Haymarket de Londres

El propio Wilde habría estado encantado con la magia que permite a Snook proyectarse en directo en las pantallas, junto a imágenes pregrabadas de sí misma como los distintos petimetres, viudas y sirvientes de la historia. En una escandalosa escena de la cena, los rostros filmados de Snook, con diferentes trajes de Marg Horwell y diseños de peluca y pelo de Nick Eynaud, se sientan uno al lado del otro en un sofá. La prestidigitación técnica es un triunfo compartido por el diseñador de video David Bergman y el diseñador de iluminación Nick Schlieper.

Y, por supuesto, está la asombrosa Snook, que lleva la vanidad del propio Dorian con un aire barroco de malévola autosatisfacción. Porque en este cuento gótico sobre el venenoso culto a la juventud y la belleza, el regocijo reside en la destreza con que Snook y compañía critican valores que sólo están a flor de piel. “No es bueno para la moral ver malas actuaciones”, afirma Snook en el papel del ingenioso Lord Henry Wotton. Si ese es el caso, la moral de uno mejorará definitivamente con este Dorian Gray.

Brian Cox en “Largo viaje hacia la noche”

Cox era una luminaria consagrada del teatro y el cine mucho antes de convertirse en el bruto paterfamilias de Succession, que hace de un epíteto de cuatro palabras que empieza por “F” y acaba por “off” la marca de su tosquedad. Hace decenas de años, lo vi en la Royal Shakespeare Company en una producción sin parangón de Misalliance, de George Bernard Shaw, y también en Nueva York en el maratón psicológico de O’Neill Strange Interlude, con Glenda Jackson.

Durante la obra, Snook se proyecta en vivo en pantallas junto con imágenes pregrabadas de ella misma
Durante la obra, Snook se proyecta en vivo en pantallas junto con imágenes pregrabadas de ella misma

Así que, de las estrellas de Succession, es el que ha dado el salto más probable a un papel para el que estaba destinado: el actor total en el origen de las interminables recriminaciones en Long Day’s Journey. Es ampliamente considerada como la obra maestra de O’Neill. Pero entre las obras canónicas, es también una de las más exigentes. Como autopsia psicológica clínica de una familia estadounidense en fase terminal, la obra requiere un equilibrio de personalidad y temperatura emocional que puede resultar muy difícil de conseguir.

La reposición dirigida por Jeremy Herrin en el Wyndham’s cuenta con Cox y Patricia Clarkson en el papel de James y Mary Tyrone, con Daryl McCormack en el papel del disoluto hijo mayor Jamie y Laurie Kynaston como el enfermizo Edmund. Cuando la vi al principio de su estreno, los actores aún no habían encontrado las fisuras domésticas; aún tenían que encarnar plenamente las heridas, los resentimientos, las culpas que impulsan a los Tyrone a través de ciclos de arremetidas y arrepentimientos.

No se nos escapa la ironía de la trayectoria profesional de Cox, que ha pasado de interpretar a uno de los hombres más ricos del mundo a uno de los más tacaños: ahí está el James de Cox subido a la mesa del comedor de los Tyrone a principios del siglo XX, retorciéndose en las bombillas de la lámpara de araña para intentar demostrar que no es el tacaño que su familia percibe que es.

El ladrido característico de Logan, sin embargo, aún no se había evaporado del arsenal de Cox; parecía sólo al principio de una transformación, de absorber la decepción de James por su carrera de actor de una sola nota, por la adicción a las drogas de su mujer, por la promesa perdida de sus hijos. ¿Podría ser que el temperamento alabado en una interpretación anterior fuera difícil de dejar atrás para Cox? ¿O mi memoria estaba demasiado cargada con su gran interpretación televisiva? Puede que tenga que volver a Londres para ver si su James evoluciona.

Jeremy Strong, en escena, en un clásico del teatro como "El enemigo del pueblo"
Jeremy Strong, en escena, en un clásico del teatro como "El enemigo del pueblo"

Jeremy Strong en “Un enemigo del pueblo”

Kendall era una píldora: el Roy menos simpático, un inadaptado torturado, acosado por su padre y atormentado por una ambición frustrada. En esa interpretación, Strong se muestra emocionalmente frío, lo que resulta perfecto para Kendall, un neonato atrofiado que parece tener que forzarse a sí mismo para mostrar sentimientos familiares, o incluso camaradería.

La sensación de que a Strong puede pasarle algo más de lo que se ve en la superficie funciona bastante bien a veces para su Dr. Stockmann. Es el admirablemente racional director médico del balneario de la ciudad en El Enemigo del pueblo, de Ibsen, de 1882, que descubre la contaminación del sistema de aguas sobre la que todos los demás habitantes de la ciudad turística quieren que se calle.

Stockmann dice la verdad sobre la amenaza que supone para la salud el río envenenado, pero la violenta oposición a sus hallazgos, económicamente ruinosos, hace que se resienta de la humanidad. Este es un factor clave en el guión original de Ibsen, personificado en la perorata de Stockmann en la escena de la reunión de la comunidad, cuando utiliza el lenguaje de la eugenesia para denunciar a la cobarde “sólida mayoría”. Parece que Stockmann puede tener razón y estar catastróficamente equivocado.

Pero en la reposición de Broadway dirigida por Sam Gold y adaptada por Amy Herzog, Stockmann ha sido desinfectado: la diatriba ofensiva que sella su marca como enemigo está castrada, al igual que los matices. Ahora es un héroe inexpugnable y un viudo sentimentalizado: Gold y Herzog han matado a su mujer, Katherine.

Jeremy Strong como el conflictuado Dr. Stockmann en "El enemigo del pueblo"
Jeremy Strong como el conflictuado Dr. Stockmann en "El enemigo del pueblo"

Quizá los estadounidenses ahora necesiten héroes sin defectos trágicos, o quizá Jeremy Strong, saliendo de las neuróticas garras de Kendall, se sintió atraído por la idea de un protagonista puramente valiente. Creo que se merecía una oportunidad con el personaje más complejo que Ibsen plasmó en la página. Porque esta pedestre Enemigo del pueblo hace un flaco favor, tanto a un gran dramaturgo como al público que anhela un alimento verdaderamente nutritivo para la reflexión.

El público siente un placer visceral al ver a un actor en tres dimensiones, después de haber establecido un vínculo con él en dos. ¿Qué otra cosa explica el más absurdo de los fenómenos teatrales, el aplauso de entrada? Es un extraño reconocimiento fuera de contexto a un actor que todavía no ha hecho nada.

Pero hemos sido condicionados a adorar a los famosos; convertirse en uno de ellos hace que los fans junten las manos por reflejo. En algunos casos, esto redunda en beneficio de las posibilidades de empleo de un artista: sin Succession, es dudoso que Sarah Snook o Jeremy Strong vieran sus nombres más destacados en los anuncios de un espectáculo que los de Oscar Wilde o Henrik Ibsen.

Así que démosle un giro más positivo al regreso de estos actores a los escenarios: sin un éxito televisivo como Succession, las obras de gigantes como Wilde, Ibsen u O’Neill ya no atraerían la atención de Broadway o del West End. Es un dividendo que Waystar Royco y los rapaces Roys siguen pagando, mucho después del final.

Fuente: The Washington Post

[Fotos: Johan Persson-Marc Brenner-Emilio Madrid/The Washington Post; Macall Polay/HBO; Claudette Barius/HBO