La Iglesia no frenó las balas en Aguililla: se reportaron enfrentamientos durante la visita del representante del Vaticano

Medios locales advirtieron que una camioneta con las insignias CJNG merodeó la comitiva del nuncio, Franco Coppola

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La fachada de una casa de El Aguaje, en Aguililla (Michoacán) con el acrónimo CJNG (Cártel Jalisco Nueva Generación) (Foto: REUTERS/Alan Orteg)
La fachada de una casa de El Aguaje, en Aguililla (Michoacán) con el acrónimo CJNG (Cártel Jalisco Nueva Generación) (Foto: REUTERS/Alan Orteg)

La cancha de la escuela Josefa Ortiz de Domínguez es tan austera como el barrio que la alberga. Un suelo despintado, una portería de fútbol a la que le falta el larguero y sillas destartaladas.

Luego de que en 2013 fue designado en la República Centroafricana porque desde hace más de un año el país estaba en guerra, el diplomático pontificio, Franco Coppola fue la última esperanza para apaciguar la violencia que se vive en Aguililla, Michoacán (al centro de México).

Desde aquella austera sede, Coppola, representante del Vaticano, ofreció una misa por la paz, pero al mismo tiempo, en el municipio tradicionalmente religioso, se reportaron balaceras, incluso medios locales informaron que una camioneta con las insignias CJNG (Cártel Jalisco Nueva Generación) merodeó la comitiva del nuncio.

Una casa abandonada en la comunidad de El Aguaje, principal zona de guerra entre el CJNG y Cárteles Unidos (Foto: REUTERS/Alan Ortega)
Una casa abandonada en la comunidad de El Aguaje, principal zona de guerra entre el CJNG y Cárteles Unidos (Foto: REUTERS/Alan Ortega)

Desde hace años, la Iglesia católica adoctrina en los peores barrios de México. En Aguililla, los fieles viven de rodillas, sometidos a los dictados de la delincuencia.

Coopola, cuestionado sobre una posible reunión con miembros del crimen organizado, aseguró que aceptaría una unión con delincuentes, “estoy dispuesto a escucharles y a ofrecerles el perdón de Jesucristo”, dijo.

Habitantes de Aguililla se preparan para la visita del representante del Vaticano, Franco Coppola, quien ofreció una misa por la paz en Aguililla (Foto: REUTERS/Alan Ortega)
Habitantes de Aguililla se preparan para la visita del representante del Vaticano, Franco Coppola, quien ofreció una misa por la paz en Aguililla (Foto: REUTERS/Alan Ortega)

Crónica de una visita

Hay lugares lugares dejados de la mano de Dios a donde sí llegan sus nuncios apostólicos. Es viernes en Aguililla, uno de los municipios más peligrosos de Michoacán (al centro de México). El diplomático pontificio Franco Coppola aparca su auto entre casas con impactos de bala. Sale del coche y camina por una calle muerta, sucia y oscura.

Desde hace años, Coppola se mueve en los submundos del crimen. Pasa con su biblia, conquista territorios a los que ni la policía llega. El propósito de estas visitas siempre es el mismo: arrancar a los jóvenes del narcotráfico y llenar un vacío que dejan las autoridades en regiones asoladas por la inseguridad.

En Aguililla, la travesía del católico es grata; sin embargo, la fe de sus fieles compite con las armas, drogas y poder del crimen organizado. En mitad de una brecha, un vehículo con las insignias CJNG (Cártel Jalisco Nueva Generación) transita mientras Coppola intenta apaciguar almas.

Es una madrugada pésima. Días previos, presuntos miembros del CJNG lanzaron drones explosivos contra Policías estatales. Pero Coppola sigue, camina y entra. Ninguno de los hombres armados con fusiles y equipo táctico parece tener ganas de oír la palabra de Dios.

En la imagen, el representante del Vaticano, Franco Coppola, quien visitó Aguililla para apaciguar la violencia. El nuncio aseguró que aceptaría una reunión con miembros de la delincuencia (Foto: JUAN JOSÉ ESTRADA SERAFÍN /CUARTOSCURO)
En la imagen, el representante del Vaticano, Franco Coppola, quien visitó Aguililla para apaciguar la violencia. El nuncio aseguró que aceptaría una reunión con miembros de la delincuencia (Foto: JUAN JOSÉ ESTRADA SERAFÍN /CUARTOSCURO)

Desde hace 18 meses, la violencia en la región se agrava sin que las autoridades intuyan su tamaño. Se desangran con el recrudecimiento de los enfrentamientos armados y la grave crisis económica, el gas, el agua y la conexión son cortados por los criminales.

Esta semana, la diócesis de Apatzingán, que preside Cristóbal Ascencio García y de la que forma parte Aguililla, dio a conocer la visita de Coopola.

Los sacerdotes han sido el principal respaldo de los habitantes en Tierra Caliente y la sierra de Michoacán, atrapados en el fuego cruzado de los grupos criminales. La visita del nuncio no sólo da un apoyo moral, sino también acentúa la ausencia de las autoridades mexicanas que han abandonado a su suerte a miles de michoacanos.

Desde hace 18 meses, Aguililla se encuentra en guerra por el arribo de grupos criminales (Foto: REUTERS/Alan Ortega)
Desde hace 18 meses, Aguililla se encuentra en guerra por el arribo de grupos criminales (Foto: REUTERS/Alan Ortega)

La pelea en Aguililla, la región sierra-costa en general y la vecina Tierra Caliente viene de largo. El CJNG, cuya presencia se ha identificado en 23 entidades, ha tenido que pelear territorios con cárteles como la Familia Michoacana, los Caballeros Templarios y los Viagras, quienes al verse avasallados optaron por unir fuerzas y conformaron la célula delictiva conocida como Cárteles Unidos.

En noviembre del año pasado, éste último grupo criminal tocó la puerta de decenas de habitantes de Tierra Caliente, los más pobres de Apatzingán, Buena Tepalcatepec y Aquil, y les informó que el CJNG se preparaba para una incursión armada, y que arrasarían con todo a su paso.

Aunque siempre ha habido crisis en el estado, pues es una zona clave para el narcotráfico, desde el 2019 la situación se ha vuelto crítica. Fue ese año, cuando el cártel de las cuatro letras amenazó y tildó de traidor a Juan José Farías, alias el Abuelo, señalado hace poco de ser líder del grupo criminal Cárteles Unidos.

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