A cien años del asesinato de Giacomo Matteotti, el líder socialista que desafió al fascismo

Hace un siglo, el 10 de junio de 1924, el dirigente italiano fue secuestrado y asesinado por un grupo de matones ligados a Benito Mussolini. ¿Fue una orden del Duce? Aún hoy se discute esta cuestión

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Giacomo Matteotti, en el centro, en la última foto antes de su secuestro y asesinato, 1924 (Hulton Archive/Getty Images)
Giacomo Matteotti, en el centro, en la última foto antes de su secuestro y asesinato, 1924 (Hulton Archive/Getty Images)

10 de junio de 1924. Es una calurosa tarde en Roma cuando el diputado Giacomo Matteotti sale de su casa cerca de la piazza del Popolo. Camina con paso firme a lo largo del río Tíber con dirección Palazzo Montecitorio, sede de la Cámara baja de Italia. Alrededor de las cuatro y media, un auto negro frena junto a la acera. De él bajan cinco hombres. Son hombres fornidos, violentos. Uno de ellos se acerca y agrede a Matteotti por la espalda. Pero el diputado reacciona. Con fuerza insospechada, hace caer al suelo a su atacante. Luego, otros dos matones se abalanzan sobre él para reducirlo. Uno le descarga un golpe en la sien derecha. Matteotti cae al suelo. Levantado en peso, es arrojado al interior del auto. En el coche, Matteotti sigue luchando en una lucha impar: uno contra cinco. Grita con voz desesperada. Forcejea, rompe una ventanilla a patadas. Hasta que uno de los secuestradores le asesta una puñalada cerca del corazón.

Así, a plena luz del día en el centro de Roma, el último gran opositor al fascismo es asesinado a los 38 años. Fue un día como hoy hace un siglo.

Quién era Giacomo Matteotti

Hijo de un rico comerciante del Véneto (noreste), Matteotti abrazó de joven el ideal socialista y se convirtió en el representante de los campesinos del Polesine, por entonces uno de los territorios más pobres y atrasados de Italia. En 1922 se convirtió en el líder del Partido Socialista Unitario, una formación socialdemócrata reformista, creada por disidentes del Partido Socialista en medio de las luchas en la izquierda italiana posteriores a la Revolución rusa y la fundación del Partido Comunista italiano de Antonio Gramsci.

Un joven Giacomo Matteotti en la portada del libro de 1952 que recoge sus "Discursos parlamentarios"
Un joven Giacomo Matteotti en la portada del libro de 1952 que recoge sus "Discursos parlamentarios"

Una figura “dramática, trágica y conmovedora”, lo definió Antonio Scurati, el escritor autor de una monumental tetralogía sobre Benito Mussolini y el fascismo. Matteotti es una figura central del primer libro de la serie, titulado “M. El hijo del siglo”. “Una figura dramática en su estatura de héroe, un feroz luchador que casi sin ayuda se opuso al fascismo”, según Scurati.

Año tras año, mes tras mes, durante el ascenso del fascismo y su toma del poder en 1922 tras la Marcha sobre Roma, Matteotti denunció “con la precisión de un contable” en implacables discursos la violencia de las escuadras fascistas contra campesinos y obreros y la naturaleza antidemocrática del movimiento de Mussolini.

Y lo hizo hasta el final. Tras las elecciones de abril de 1924, en las que el Partido Fascista obtuvo una abrumadora mayoría, el 30 de mayo Matteotti se levantó en su banca en el Parlamento y volvió a pedir la anulación de los resultados electorales. En medio de las interrupciones y los insultos de la bancada fascista, acusó a los fascistas de fraude, denunció las amenazas y actos de violencia que impidieron a muchos candidatos antifascistas presentarse y a muchos trabajadores votar.

Al finalizar, Matteotti se dirigió a sus compañeros con una frase que revelaba toda la consciencia de peligro que corría: “Yo, mi discurso, ya lo he hecho. Ahora preparen ustedes el discurso fúnebre por mi”.

Según una versión, mientras el líder opositor se dirigía al parlamento, se oyó a Mussolini preguntar: “¿Cómo es que este hombre sigue por ahí?”.

Diez días después, Matteotti sería secuestrado y asesinado.

El asesinato

El gobierno fascista vigilaba y perseguía a Matteotti, quien ya había sido víctima de un atroz ataque en 1921, desde hacía tiempo. A bordo del auto negro que esperaba a Matteotti había cinco integrantes de un grupo secreto conocido como “Cheka”, una embrionaria policía secreta fascista, cuyo nombre se remitía a la policía política soviética. Se trataba de Albino Volpi, Giuseppe Viola, Augusto Malacria y Amleto Poveromo y el líder de todos ellos: Amerigo Dumini, uno de los hombres más importante de la etapa inicial del fascismo. Conocido por su brutalidad, se jactaba de haber matado a varios activistas socialistas en expediciones escuadristas.

Amerigo Dumini, jefe del escuadrón fascista que secuestró y asesinó al diputado socialista Giacomo Matteotti.
Amerigo Dumini, jefe del escuadrón fascista que secuestró y asesinó al diputado socialista Giacomo Matteotti.

En la planificación del secuestro y asesinato también estaban implicados otros hombres fuertes del partido: Cesare Rossi, de la secretaría de Mussolini, Giovanni Marinelli, jefe de la oficina de prensa, Aldo Finzi, subsecretario y colaborador de Mussolini, Filippo Filippelli, ex secretario personal de hermano de Mussolini y director del diario fascista “Corriere Italiano” y Emilio De Bono, jefe de la policía y la milicia fascista.

Tras ser secuestrado por el grupo de cinco sicarios, Matteotti tiró su carné de diputado al suelo, en un intento de dejar un rastro y ser reconocido.

“Luchó hasta el final, como había luchado toda su vida”, escribió Scurati el evocar el episodio en un monólogo que se volvió un símbolo de resistencia antifascista tras ser censurado por la RAI. “Lo apuñalaron hasta la muerte y después descuartizaron su cadáver. Lo doblaron para meterlo en una fosa mal excavada con una lima de herrero”.

Crisis del gobierno y el comienzo del régimen

La noticia de la desaparición de Matteotti sacudió a Italia como un terremoto político. El crimen desató una crisis sin precedentes para el gobierno fascista, que en ese momento seguía funcionando —por lo menos formalmente— bajo las reglas de la democracia liberal.

Rápidamente quedaron claros los vínculos entre los secuestradores de Matteotti y el gobierno de Mussolini. Gracias a testigos que habían visto el auto corriendo a toda velocidad por las calles de Roma, identificaron al propietario del coche como Filippo Filippelli. Dumini fue detenido, y junto a él sus subordinados.

El gobierno de Mussolini pendía de un hilo. Ante la ola de indignación, el Duce aseguró a los diputados que “la policía había sido informada de la prolongada desaparición del honorable Matteotti” y que él mismo “les había ordenado intensificar la búsqueda”.

El líder fascista incluso fue visitado por la esposa de Matteotti, Velia Titta, a quien le aseguró que quería devolverle a su marido con vida. “Además del crimen, Mussolini se manchó de la infamia de jurar a la viuda que haría todo lo posible por traer de vuelta a su marido. Mientras juraba, el Duce del fascismo guardaba los papeles ensangrentados de la víctima en el cajón de su escritorio”, escribió Scurati en su monólogo.

Benito Mussolini, al centro, en Roma junto a miembros del Partido Fascista tras la Marcha sobre Roma, el 28 de octubre de 1922. (AP)
Benito Mussolini, al centro, en Roma junto a miembros del Partido Fascista tras la Marcha sobre Roma, el 28 de octubre de 1922. (AP)

Cada vez bajo más presión, el 12 de junio de 1924 Mussolini destituyó al jefe de la policía y a su estrecho colaborador Cesare Rossi.

Ante el parlamento italiano insinuó ser víctima de un complot: “Sólo un enemigo mío, que había tenido pensamientos diabólicos durante largas noches, podía haber cometido este crimen que hoy nos golpea con horror y nos hace gritar de indignación”.

La oposición, no obstante, desaprovechó la extrema debilidad de Mussolini. En un intento de presionar al rey Víctor Manuel III a destituir el Duce, los diputados decidieron abandonar el parlamento hasta que los responsables del asesinato de Matteotti fueran juzgados. La medida fue un error garrafal, que permitió a Mussolini legislar sin oposición y reorganizarse.

El cuerpo de Giacomo Matteotti fue encontrado en avanzado estado de descomposición el 16 de agosto del mismo año. Había sido cubierto con un poco de tierra en un bosque a 23 kilómetros de Roma. El descubrimiento se produjo en el momento más oportuno para el régimen: en pleno verano, con el Parlamento cerrado, un sábado después del Ferragosto, el feriado más esperado por los italianos.

El 16 de agosto de 1924, más de dos meses después del asesinato, el cuerpo de Matteotti fue encontrado por casualidad en un bosque cerca de Riano (Roma)
El 16 de agosto de 1924, más de dos meses después del asesinato, el cuerpo de Matteotti fue encontrado por casualidad en un bosque cerca de Riano (Roma)

Miles de personas asistieron al entierro en Fratta Polesine, la pequeña ciudad natal de Matteotti, y muchas más rindieron homenaje a su cuerpo durante el último viaje.

Finalmente, en enero de 1925, el Duce asumiría en el Parlamento la “responsabilidad política” por el asesinato de Matteotti.

“Declaro aquí, en presencia de esta asamblea, y en presencia de todo el pueblo italiano, que asumo (¡sólo yo!) la responsabilidad (¡política! ¡moral! ¡histórica!) de todo lo que ha sucedido”, dijo Mussolini. “Si frases más o menos tullidas bastan para ahorcar a un hombre, ¡fuera el palo y fuera la cuerda! Si el Fascismo no era más que aceite de ricino y porra y no en cambio una soberbia pasión de la mejor juventud italiana, ¡cúlpenme a mí! Si el Fascismo fue una asociación para cometer crímenes, la culpa es mía, porque yo he creado este clima histórico, político y moral”.

Con ese discurso, comenzaba oficialmente el régimen.

Mussolini durante el discurso del 3 de enero de 1925 (Grosby)
Mussolini durante el discurso del 3 de enero de 1925 (Grosby)

En los meses siguientes, todos los responsables de la muerte de Matteotti fueron liberados tras una amnistía impulsada por Mussolini y un juicio-farsa.

Los puntos oscuros

Cien años después, sobre la dinámica y las motivaciones del asesinato de Matteotti quedan todavía muchos puntos sin aclarar. Los historiadores aún se preguntan si Matteotti fue asesinado por su oposición a los crímenes fascistas, por tener supuestas pruebas de la corrupción del gobierno de Mussolini o por su prestigio internacional, que era visto como una amenaza por el Duce.

Con la conmemoración de la fecha también volvió a surgir la cuestión sobre la responsabilidad directa o indirecta de Mussolini en el hecho. Recientemente se anunciaron nuevas investigaciones, con documentos inéditos, que podrían revelar nuevos detalles y ayudar a esclarecer estos puntos.

Aún se discute si la orden del asesinato provino directamente de Mussolini (Grosby)
Aún se discute si la orden del asesinato provino directamente de Mussolini (Grosby)

Historiadores como Renzo De Felice, uno de los mayores expertos en fascismo, sugirieron que el propio Duce fue víctima de un complot político, ya que no habría tenido necesidad de eliminar a un opositor, con todos los riesgos que eso conllevaba, tras su abrumadora victoria electoral.

Otros, como el historiador Mauro Canali, autor del libro El delito Matteotti, afirman en cambio que el Duce ordenó él mismo el crimen”. El especialista aseguró que sus últimas investigaciones apuntan a que Mussolini ordenó asesinar a Matteotti no sólo por ser un férreo opositor político, sino porque este último tenía información sensible sobre un caso de corrupción que involucraría al Duce y a su hermano Arnaldo.

Según dijo Canali a EFE, Matteotti había recabado detalles de un acuerdo irregular entre el gobierno fascista y la compañía petrolera estadounidense Sinclair Oil, por el cual esta última habría obtenido el monopolio de exploración en Sicilia y Emilia-Romaña a cambio de sobornos que habrían llegado a la familia Mussolini.

El historiador afirma que Matteotti se disponía a denunciar este caso de corrupción ante el Parlamento el 11 de junio de 1924, razón por la cual fue secuestrado y ejecutado un día antes para “taparle la boca”. El “miedo a la denuncia por corrupción” habría sido el elemento definitivo que llevó a Mussolini a ordenar su asesinato.

Una hipótesis descartada no obstante por Stefano Caretti, historiador y autor de una monumental obra en trece volúmenes sobre Matteotti, además que de innumerables ensayos sobre el político socialista.

“Ha habido otras tesis, hace años se habló de la complicidad de la monarquía, luego en un momento dado se dijo que detrás del delito estaba el Vaticano, la masonería, o el escándalo de las casas de juego, porque supuestamente el Gobierno autorizó la apertura de nuevos casinos, todas tesis que no se sostienen”, explicó.

Según este historiador, la verdad fue revelada por el secretario del Partido Fascista, Roberto Farinacci, quien defendió a los sicarios en el juicio-farsa que se celebró en 1925. “¿Quién era Matteotti? Matteotti era un traidor, un antinacional, estaba en contra de la guerra y deslegitimaba el fascismo en el extranjero”, dijo Farinacci en su arenga final. En esa oportunidad, el secretario de Partido Fascista también mostró un libro publicado por el diputado socialista en 1923, en el que criticaba duramente el primer año de gobierno fascista. “Esto es lo que escribió”, dijo Farinacci. “No podía circular más”.

Esta, según Caretti, fue la verdadera razón detrás del asesinato: “Farinacci se dejó escapar la verdad”.

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