El último hombre en pie de las criptomonedas

¿Es Sam Bankman-Fried el John Pierpont Morgan del devaluado sector financiero?

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El CEO de FTX Sam Bankman-Fried en diciembre pasado en Washington (Getty)
El CEO de FTX Sam Bankman-Fried en diciembre pasado en Washington (Getty)

Hace dos años, casi nadie en el mundo de las finanzas había oído hablar de Sam Bankman-Fried, o de FTX, la bolsa de criptodivisas que lanzó en 2019. Ambos adquirieron mayor protagonismo, primero cuando la locura por las criptomonedas alcanzó su punto álgido y luego cuando las criptomonedas cayeron a la tierra. Bankman-Fried (ampliamente conocido como SBF) ha estado últimamente en el centro de los intentos de rescatar a las empresas asediadas. Para algunos observadores, este papel recuerda a las misiones de rescate organizadas por John Pierpont Morgan y otros vástagos de la banca estadounidense a principios del siglo XX. La comparación es sorprendentemente instructiva.

El reciente desplome ha dejado destrucción a su paso. Algunas empresas de criptopréstamos, en particular Celsius, se han derrumbado; algunas stablecoins, como terra, han sido eliminadas. Al menos un fondo de cobertura de criptomonedas, Three Arrows Capital, ha quebrado. Las estimaciones de la riqueza personal de SBF también se han desplomado, pasando de 26.000 millones de dólares hace poco más de tres meses a cerca de 8.000 millones en la actualidad. No obstante, sus empresas (FTX y Alameda, una empresa de comercio) parecen ser las grandes supervivientes del reciente caos. FTX había mantenido un número de empleados relativamente bajo; SBF ha dicho que la bolsa sigue siendo rentable. Las rondas de financiación a principios de este año fueron muy oportunas y permitieron a sus ramas mundial y estadounidense recaudar 400 millones de dólares cada una. Esto ha permitido a SBF ayudar a otros que lo necesitan. En junio, Voyager Digital, un corredor, obtuvo préstamos por valor de 485 millones de dólares de Alameda. BlockFi, otro operador, ha recibido una línea de crédito renovable de la rama americana de FTX.

A algunos les recuerda el pánico bancario de 1907. La economía estaba en recesión; hacia finales de ese año se hundió la poco capitalizada Knickerbocker Trust Company, una de las mayores empresas financieras de Estados Unidos en aquel momento. J.P. Morgan orquestó una serie de rescates privados con otros financieros, ofreciendo depósitos de decenas de millones de dólares a varios bancos para evitar las corridas. A estas acciones se les suele atribuir la prevención de una crisis más profunda y perjudicial. Ningún otro fondo de inversión se hundió.

A primera vista, pues, la comparación es halagadora para SBF. Pero 1907 no fue el único intento de rescate de la familia Morgan. Cuando se produjo el crack de Wall Street en 1929, J.P. Morgan junior, al igual que su padre, trató de reunir a una banda de plutócratas para frenar la marea. Varios banqueros y corredores de bolsa se comprometieron a comprar 125 millones de dólares en acciones, lo que equivalía a alrededor del 0,1% del PIB de Estados Unidos en aquel momento (lo que hoy equivaldría a unos 27.000 millones de dólares). El plan fracasó estrepitosamente. Las compras quizás retrasaron el colapso de la bolsa unos días, pero no evitaron su implosión. El índice bursátil Dow Jones Industrial Average cayó alrededor de un 35% entre principios de septiembre de 1929 y finales de año. En su punto más bajo, en 1932, había caído casi un 90%.

Los historiadores están divididos sobre por qué una intervención funcionó y la otra no. Por ejemplo, puede que el pánico de 1929 estuviera demasiado extendido como para que las compras privadas marcaran la diferencia. Otras investigaciones sugieren que el éxito de 1907 puede haber sido exagerado, y que fue la acción del Banco de Francia para calmar los mercados nacionales la que se extendió a Estados Unidos y detuvo el caos. El debate sugiere que identificar el papel del Banco de Francia a la hora de sofocar el caos hoy puede ser igual de difícil. La derrota podría simplemente continuar; por el contrario, lo que podría parecer un éxito para SBF podría reflejar de hecho algo más.

Un cínico podría señalar que SBF podría estar cerrando acuerdos con otras empresas de criptomonedas no porque quiera salvar a la industria del colapso, sino porque ha visto una oportunidad para hacerse con algunas de las operaciones de sus competidores por centavos de dólar. El 1 de julio, Zac Prince, director ejecutivo de BlockFi, dijo que la línea de crédito de la empresa de FTX se había incrementado a 400 millones de dólares, e incluía una opción para adquirir BlockFi por hasta 240 millones de dólares. Esto parece una ganga en comparación con la valoración de 5.000 millones de dólares que BlockFi pretendía obtener durante una ronda de recaudación de fondos el año pasado.

Sin embargo, aunque SBF no intente salvar las criptomonedas, la historia sigue siendo relevante. El pánico bancario de 1907 fue una razón próxima para la creación de la Reserva Federal y los inicios de la tributación progresiva de los ingresos en Estados Unidos, así como una gran expansión de la ley antimonopolio. En lugar de ser aclamado como un héroe, Morgan padre se convirtió en el centro de la preocupación por la excesiva concentración de poder en manos de un pequeño número de financieros.

Ahora también existe la posibilidad de que el caos lleve a una supervisión más estricta, especialmente si la volatilidad de los activos digitales se extiende a otros mercados, galvanizando a los reguladores. Los promotores pueden ver un J.P. Morgan en Sam Bankman-Fried y FTX. Podrían llegar a arrepentirse de necesitar uno.

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