Mariana no tiene más de 25 años y se encuentra pasando sus últimos días en Bogotá. Está a punto de graduarse de Arquitectura. Mariana es consciente de que su vida pasa por un cambio, pero, aunque sabe que la fecha para que se acaben sus estudios universitarios es cercana, le abruma la pregunta constante sobre lo que sigue.
Mariana es la viva representación de muchos jóvenes estudiantes que viven en Bogotá. Poco a poco se ha ido incorporando a una ciudad enorme que para ella es reducida porque no pasa de unas cuantas calles y lugares recurrentes en donde encuentra refugio, un lugar seguro y sus amigos. Pero nada es para siempre.
Mariana es la protagonista de Limonada, limonada, un filme en el que existe una constante: un vacío que se extiende hasta el final y que le impide a ella hallarse así misma.
“Yo tengo una hipótesis. Mariana si viviese en otro lugar o en su ciudad natal con la familia, se le seguiría imposibilitando pertenecer. ¿A qué? Seguramente pertenecer a ella misma. El sentimiento de pertenecer no se evidencia solo con el espacio habitado, se puede trasladar para adentro, a lugares más estrechos: un apartamento, un cuarto, una cama, un cuerpo, etc… La ciudad es solo uno de los últimos espacios que un sujeto habita y en el cual derrama su conciencia”, dice Nicolás Palacio, uno de los creadores de la cinta.
Así, a blanco y negro, se va construyendo la incertidumbre del futuro, dudas sembradas sobre las decisiones de Mariana, lo que pasará en los próximos días o meses, sin dejar a un lado rasgos de cine de autor con elementos del género coming-of-age, que abren la puerta a múltiples posibilidades.
De la ficción a un fragmento de la vida
Juan Pablo Heilbron y Nicolás Palacio son los creadores de este largometraje que precisamente surgió cuando, siendo unos estudiantes universitarios de último semestre, se pusieron en la tarea de dedicarse a configurar su proyecto de grado.
Ambos coinciden en que en ese sentido la película es autobiográfica pues “al momento de escribirla, nosotros pasábamos por lo mismo y fue por eso que quisimos retratar aquel sentimiento de incertidumbre. Mientras Mariana terminaba su tesis sin saber si quería irse del país o hacer prácticas en la ciudad, nosotros habitábamos un contexto similar, al igual que muchos amigos y amigas”, explica Nicolás Palacio.
Pero el filme, que fue construido con la ingenuidad de dos mentes jóvenes, no solo sería el punto de partida para que juntos estuvieran más cerca a esta forma de hacer arte, sino que, a la vez, significaría la entrada para que el proyecto cautivara a festivales importantes como el Festival Internacional de la Imagen, Festival de Cine al Este, el Festival de Cine Independiente de Bogotá (IndieBo), y La CICLA, un espacio dedicado al cine latinoamericano y que en esta ocasión ha elegido a Limonada, limonada, como un buen representante del país.
Por eso, cuando se le pregunta a Nicolás sobre las expectativas, no duda en decir que hacer parte de este espacio es algo “especial porque enmarca a Limonada, limonada dentro de un sistema de películas latinoamericanas del ahora. No hemos visto aún ninguna de las películas pero sí reconocemos que hay cineastas importantes presentando en La CICLA, lo cual hace que estar presentes sea un honor. Cada película, como menciona el curador, tiene como eje el reclamo de la justicia y dignidad con respuestas nuevas a preguntas viejas”.
* En septiembre, Limonada, limonada llega a las cinematecas del Caribe, al MAMM, Museo La Tertulia y a la Cinemateca de Distrital de Bogotá. La CICLA arranca el 8 y finaliza el 18 de septiembre.
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