Los mayores de 55 años sufren por vez primera más paro que el resto y encadenan empleos más precarios

El informe de la Fundación BBVA y el Ivie alerta de un cambio histórico: crecen los problemas de desempleo de larga duración y contratos temporales entre quienes reingresan al mercado laboral después de los 55, con salarios y condiciones notablemente peores

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El porcentaje de trabajadores mayores de 55 años con contratos temporales y en puestos poco cualificados supera al de cualquier otro grupo, según el más reciente informe de la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie). Tal como detalló la Fundación BBVA en esta investigación basada en microdatos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del Instituto Nacional de Estadística (INE), sólo el 15,6% de los empleados sénior con menos de un año en su puesto accede a empleos de alta cualificación, mientras un 29,4% ocupa posiciones elementales. Esta proporción contrasta negativamente con la de trabajadores más jóvenes con similar antigüedad en el puesto.

De acuerdo con el informe publicado por la Fundación BBVA y el Ivie, la tasa de paro en España entre las personas de 55 años o más alcanzó el 9,8% en el año 2025, superando a la del grupo entre 25 y 54 años, que se situó en el 9,4%. Se trata de la primera vez que esto ocurre, según consignó el informe, lo que marca un cambio en la tendencia histórica por la que los mayores presentaban tradicionalmente un nivel de desempleo inferior al de otros colectivos laborales. La investigación distingue entre aquellos que han mantenido una trayectoria laboral sin interrupciones y quienes han perdido su empleo a partir de los 55 años, acceden por primera vez o retornan al mercado laboral después de un periodo de inactividad, posicionando a este último grupo como el que enfrenta una mayor precariedad.

El desempleo de larga duración afecta especialmente a este segmento. Según la Fundación BBVA y el Ivie, el 57,9% de los mayores de 55 años desempleados lleva más de un año buscando trabajo, mientras que en el grupo de 25 a 54 años ese porcentaje desciende al 36,1%, y entre quienes tienen entre 16 y 24 años se sitúa en el 17,8%. Esta situación dificulta considerablemente la reinserción de los trabajadores senior y condiciona la calidad de los empleos a los que logran acceder.

La temporalidad acentuada es una de las consecuencias del deterioro observado. El estudio indica que el 52,6% de los asalariados mayores con menos de un año de antigüedad firma contratos temporales, con un 10% de contrataciones inferior a tres meses y un 4,5% de contratos fijos discontinuos. Para quienes han permanecido en la misma empresa más de 25 años, la temporalidad desciende al 2%. En el caso de quienes se ven obligados a reincorporarse al mercado laboral a una edad avanzada, las condiciones de contratación y estabilidad resultan sensiblemente peores.

En materia salarial, el informe revela que, aunque la ganancia media anual de los trabajadores mayores se calcula en 30.038 euros, superior a los 26.855 euros de la franja entre 25 y 54 años, ese dato refleja sobre todo a quienes han sostenido empleos estables durante largos periodos. Los sénior que regresan al trabajo y suman menos de un año de antigüedad se sitúan en una media de 19.558 euros, por debajo de los 19.837 euros que perciben sus homólogos de 25 a 54 años en idéntica situación, y a considerable distancia de los 40.520 euros anuales obtenidos por quienes mantuvieron una carrera laboral ininterrumpida por más de tres décadas. El medio Fundación BBVA detalló que este diferencial salarial se observa junto a una mayor pérdida de estabilidad y calidad ocupacional entre quienes reingresan al circuito laboral en edades avanzadas.

La brecha que se observa en la remuneración y en la estabilidad laboral se acompaña de un reparto desigual en el tipo de empleos: menos ocupaciones altamente cualificadas y más labores elementales entre los nuevos empleados senior respecto de los jóvenes. El estudio de la Fundación BBVA y el Ivie resalta que estos indicadores no sólo evidencian un empeoramiento relativo para los mayores, sino que dibujan también una mayor vulnerabilidad ante los vaivenes del mercado laboral.

Ante estos datos, la investigación apuntó que la formación ejerce un papel fundamental en la mejora tanto de la empleabilidad como de las condiciones laborales de los mayores. El paro entre sénior con estudios superiores desciende hasta el 5,4% y la proporción de puestos cualificados y contratos estables aumenta notablemente en ese segmento. No obstante, el informe advierte que la formación, por sí sola, no supone una garantía plena de acceso o calidad en el empleo, y que otros factores, como la discriminación por edad y los prejuicios existentes en los procesos de selección, también afectan las opciones laborales de estas personas, tal como recogió el documento.

Dentro de un escenario en el que la población envejece con rapidez y existen presiones adicionales sobre el sistema de pensiones y sobre la cobertura de vacantes laborales, el informe reclama políticas activas para reforzar la formación continua durante toda la vida laboral y combatir los estereotipos de edad. Además, solicita un esfuerzo mayor por parte de las empresas, instándolas a invertir en el talento sénior como fórmula para asegurar no solo la sostenibilidad del empleo, sino la competitividad general del tejido productivo.

El documento recuerda que una parte importante de los trabajadores mayores carecieron de oportunidades educativas equivalentes a las de generaciones más jóvenes, lo que implica la necesidad de apoyos enfocados en la recualificación y la adaptación a los nuevos requerimientos del mercado. Según lo informado por la Fundación BBVA, la inversión en capital humano sigue constituyendo uno de los recursos más relevantes, incluidas las personas en las etapas avanzadas de su vida profesional.

Las recomendaciones del informe abogan por integrar activamente a los trabajadores mayores en planes de formación y reciclaje profesional, con el objetivo de reducir la brecha en estabilidad, cualificación y remuneración que se ha agrandado en los últimos años. De acuerdo con la Fundación BBVA, una estrategia centrada en la valoración de la experiencia y el potencial de los sénior podría atenuar el deterioro en la calidad del empleo de este colectivo, optimizando el aprovechamiento de su conocimiento acumulado y su disponibilidad para permanecer activos durante más tiempo.