Macedonia del Norte emprende el camino espinoso de una incierta adhesión a la UE

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Después de años de decepciones y contratiempos, incluido el cambio de nombre, Macedonia del Norte comenzó las negociaciones de adhesión a la Unión Europea (UE), pese a las protestas de los nacionalistas que amenazan con frenar el proceso.

El gobierno de Macedonia del Norte aceptó el pasado fin de semana el compromiso de resolver su disputa histórica con Bulgaria, que bloqueaba el inicio de las negociaciones.

Este martes, la Unión Europea abrió las negociaciones con Albania y Macedonia del Norte para su proceso de adhesión, bloqueado desde hace 8 y 17 años, respectivamente.

Pero esos 17 años de espera han minado el entusiasmo de muchos por unirse al bloque de los 27, señaló el presidente del país, Stevo Pendarovski, quien apoyó el acuerdo impulsado por Francia que incluyó un cambio en la constitución macedonia.

Se trata del último de una larga lista de obstáculos burocráticos y compromisos políticos que Skopje debió aceptar desde que el país se convirtió en candidato a la adhesión en 2005.

"Desde el punto de vista del procedimiento y de la forma en que muchos en Europa, en especial Bulgaria, nos han tratado los últimos años, es una humillación evidente", declaró Pendarovski a AFP en una entrevista reciente en Skopje.

- "Punto débil" -

Pese a su apoyo al compromiso que abrió la puerta a las negociaciones de adhesión, Pendarovski reconoce que en Macedonia del Norte, y en la región en general, la paciencia con la UE se está agotando.

En las últimas semanas, miles de personas encabezadas por la oposición de derecha nacionalista se han manifestado contra cualquier nuevo compromiso con Bulgaria y la UE.

"El entusiasmo con la UE entre los países de los Balcanes occidentales cayó de manera significativa, 25% en Macedonia del Norte en los últimos 18 meses", afirmó el presidente.

En todo caso, advirtió que abandonar el futuro en la UE dejaría al pequeño país de 1,8 millones de habitantes y sin salida al mar vulnerable a los vientos geopolíticos en un mundo cada vez más polarizado.

Si Macedonia del Norte y los otros países de los Balcanes quedan fuera de la UE, la región se convertiría en un "punto débil" expuesto a "potencias malignas", como Rusia, advirtió Pendarovski.

Sin embargo, la larga espera en la antesala de la UE atizó a las voces antieuropeas y provocó disturbios en Macedonia del Norte.

"Yo temo un eventual ascenso al poder en Skopje de movimientos populistas y de líderes antieuropeos que sin duda no es bueno para la idea paneuropea", agregó el mandatario.

- Un nuevo acuerdo -

Desde su independencia de la ex Yugoslavia en 1991, el país ha enfrentado una serie de ligitios históricos con sus vecinos balcánicos, pero ha continuado luchando por afirmar su identidad en la escena internacional.

En 2018, Skopje puso fin a una disputa con Grecia al aceptar cambiar su nombre, lo que abrió la puerta a su adhesión a la OTAN.

Pero la puerta de la UE continuó cerrada, inicialmente por un breve atraso iniciado por Francia y luego por un veto de Bulgaria por antiguas rencillas históricas y culturales.

Ese nuevo obstáculo bloquea el camino a Europa y es una gran decepción para muchos en el país.

El compromiso aceptado permitió avanzar, mientras Skopje se comprometió a modificar su constitución, una tarea que podría resultar espinosa.

Para modificarla, se requiere de una mayoría de dos tercios de los 120 diputados, que no se tiene actualmente, y dada la férrea oposición de la derecha nacionalista, la tarea podría provocar inestabilidad política y más problemas.

"La propuesta, tal como está actualmente, podría conducir a lo contrario, a saber, más estancamiento, frustración e incluso desestabilización", escribieron la semana pasada en un editorial la exministra de Relaciones Exteriores, Nikola Dimitrov, y el analista Florian Bieber.

En Skopje, los opositores a cualquier nuevo compromiso han hecho manifestaciones las últimas semanas.

"¿Qué puedo decir? ¿Cuántos compromisos más habrá?", se preguntó un manifestante, Marjanco Stoilkovski, de 48 años.

"Nos cambiamos de nombre y ahora nos piden otra cosa (...) es muy humillante", reclamó Vesna Nikolova, residente de la capital.

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