Léo Ortiz, del futsal a la "inimaginable" final de la Copa Sudamericana

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A contracorriente de la mayoría de niños que sueñan con anotar, Léo Ortiz quiso ser defensa para batirse con su padre, un legendario pivote del futsal brasileño. Baluarte de la zaga del Bragantino, ahora se desvela con ganar la Copa Sudamericana para cerrar un 2021 de ensueño.

Las canchas de fútbol sala de Porto Alegre, en el sur de Brasil, dieron cuenta de los duelos familiares: el heredero, Léo, contra el progenitor, Luís Fernando Roese Ortiz, conocido como Ortiz, campeón mundial de futsal con la Seleção en 1992.

Eran cotejos entre cercanos, pero marcaron la carrera del central del Red Bull Bragantino, el club paulista de crecimiento vertiginoso que el sábado disputará contra Athletico Paranaense, en Montevideo, su primera final internacional.

"A todos los niños les gusta ser atacantes, pero a mí, como siempre estaba jugando con mi papá y sus amigos, siempre me gustó ir en contra de él, que fue un pivote sensacional. Para mí siempre fue una motivación marcarlo", dice a la AFP el zaguero, de 25 años.

Ortiz "siempre" pasó a su hijo "ideas sobre cómo marcar" rivales, incluso cuando Léo abandonó las canchas pequeñas del fútbol sala para estrenarse con entre 17 y 18 años en el balompié profesional.

"A veces me oponía a la idea de ir al campo, tal vez por la imagen de mi padre", confiesa Léo, quien pese a todo acabó convirtiéndose en zaguero de fútbol porque, entre otras cosas, en el futsal no avizoraba un futuro claro.

- El gran salto -

Léo empezó a entrenarse en las inferiores del Inter de Porto Alegre, donde exhibió su buen primer pase y su visión de juego, dos características que atribuye a sus años compitiendo en los reducidos espacios del fútbol de salón.

Tras un comienzo como volante de primera línea, se acentuó en la defensa y debutó como profesional con los 'colorados gaúchos' a comienzos de 2017.

Para el 2018 fue prestado al Sport Recife y en 2019 el Bragantino, recién fusionado con el Red Bull Brasil, lo fichó con el objetivo de ascender a primera división.

La meta se cumplió esa misma temporada y desde entonces la 'Massa Bruta' camina a pasos agigantados hacia su objetivo de consolidarse como un equipo grande en la tierra del 'jogo bonito'.

En el Brasileirao-2020 terminó décimo y en el 2021 se habituó en el top-5, que los clasificaría por primera vez a la Libertadores.

"Mentiría si dijera que imaginaba un crecimiento así. Cuando llegué sabía que era un proyecto diferente y que las cosas, por la organización, iban a alcanzar un nivel muy alto, pero creo que era inimaginable para todos que en el tercer año ya estemos en una final de Sudamericana", explica.

Para Léo, el éxito del equipo que comanda Mauricio Barbieri es el resultado de apostar por jóvenes prometedores, una idea futbolística ofensiva en línea con la desplegada en Europa y haber aprendido rápido a disputar certámenes internacionales.

"Pudimos madurar y entender las diferencias de las competiciones. Obviamente entre algún momento y otro vamos a fallar, pero lo importante es aprender de ello y evolucionar cada vez más", señala.

- "Cereza del pastel" -

Esa evolución, individual y colectiva, lo ha bañado de buenas nuevas este año.

Tite lo convocó por primera vez para la selección brasileña, tanto para la Copa América como para la eliminatoria sudamericana hacia el Mundial de Catar-2022, aunque no ha debutado con la 'verdeamarela'.

"Espero que el 2021 no sea el mejor año de mi carrera, espero que vengan aún mejores", apunta.

La cúspide sería alzar la Sudamericana en el mítico estadio Centenario ante un Athletico Paranaense que en 2018 ganó ese trofeo y que disputará la final de la Copa do Brasil con el poderoso Atlético Mineiro.

De vencer a sus compatriotas, RB Bragantino y Léo Ortiz obtendrían su primer gran título en el profesionalismo.

"No hay forma de no estar un poco ansioso, incluso por el momento que estamos viviendo, que es una gran fase. Queremos jugar pronto, queremos aprovechar el buen momento que estamos viviendo", asegura. "Espero coronar este año con el título de la Sudamericana. Sería la cereza del pastel".

raa/app/ma