Refugiados de Eritrea, desesperados y temerosos, huyen de la conflictiva Tigré

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Simon Fikadu se despertó antes del amanecer para unirse a la caravana que salía del campamento Mai Aini para refugiados de Eritrea, en la conflictiva región etíope de Tigré, donde ha vivido siete años.

Era un martes de mañana a mediados de julio y los encargados organizaron la caravana para trasladar a Simon y otros 19 refugiados más de 100 km al sur para visitar el sitio propuesto para un campamento nuevo, donde esperan estar a salvo de los constantes e impredecibles combates.

Los vehículos partieron justo cuando Simon escuchó los primeros tiroteos que poco después rodearon Mai Aini, incluida la casa de barro donde aún dormían su esposa y sus tres hijos.

Durante las horas siguientes, recibiría decenas de llamadas frenéticas de su esposa y otros seres queridos horrorizados en medio de una lluvia de balas y artillería.

El ataque del 13 de julio en Mai Aini representó el último ejemplo de cómo la guerra del Tigré transformó la vida de miles de refugiados eritreos que, por más de dos décadas, vieron a la región como un santuario de su opresivo país.

En el conflicto se enfrentan rebeldes alineados con el exgobernante Frente de Liberación del Pueblo del Tigré (TPLF) contra las fuerzas que respaldan al primer ministro etíope Abiy Ahmed, incluidos soldados eritreos.

Desde el inicio, los refugiados eritreos se vieron atrapados en el fuego cruzado: dos campamentos en el norte del Tigré, Hitsats y Shimelba, fueron saqueados y destruidos. Miles de sus habitantes están desaparecidos.

Ahora los refugiados eritreos temen nuevos ataques rebeldes, y están desesperados por abandonar de una vez el Tigré.

"Estoy conmocionado. Por favor trate de entender mi emoción", dijo Simon a personal de la ONU mientras recorría el sitio del campamento en Dabat, en la región Amhara aledaña al Tigré.

Hablando en su inglés deficiente, imploró por la evacuación de los dos campamentos que permanecen en el Tigré. "Por favor no sean solo funcionarios, les ruego que traen de ser humanos", pidió.

- Un refugio hostil -

Los refugiados eritreos comenzaron a llegar al Tigré en 2000, tras una ruinosa guerra de dos años entre Eritrea y Etiopía que dejó decenas de miles de muertos.

Huían del gobierno autoritario del presidente Isaias Afwerki, cuyo deplorable historial de derechos humanos y servicio militar obligatorio llevó a algunos a llamar a Eritrea la "Corea del Norte de África".

Abiy recibió el Premio Nobel de la Paz de 2019 en parte por iniciar una aproximación con Isaias tras casi dos décadas de estancamiento.

Sin embargo, Isaias y el TPLF continuaron enemistados, por lo que los refugiados eritreos siguieron sintiéndose en casa en el Tigré.

La región "fue buena para todos nosotros", comentó Abdela Ibrahim, expoblador del campamento Shimelba que actualmente vive en un campo de desplazados en las afueras de Gondar.

Pero eso cambió cuando Abiy envió tropas al Tigré en noviembre para deponer al TPLF, en respuesta a los ataques de ese movimiento contra campamentos del ejército.

"Cuando comenzó la guerra, el pueblo (del Tigré) se dividió", explicó Abdela.

"Los adultos te darían agua para beber, mientras los jóvenes, cambiando su actitud previa, pelearían con nosotros, nos harían daño o nos matarían con lo que tuvieran", agregó.

Una vez que los combates alcanzaron Hitsats en noviembre, milicianos pro TPLF atacaron a los refugiados en represalia por sus derrotas en sus combates con tropas eritreas, dijeron refugiados a AFP.

Indicaron que los soldados eritreos también cometieron abusos, arrestando a decenas de personas a las que llevaron a sitios desconocidos.

Las fuerzas eritreas eventualmente tomaron control de Hitsats y Shimelba, y obligaron a evacuar a los que permanecieron en los campamentos, dijeron los refugiados.

Muchos partieron en caminatas de varios días en medio de una zona de conflicto, a menudo sin más que comer que hojas de moringa.

- Matanzas y saqueos -

Antes de la guerra había 92.000 refugiados eritreos en Tigré, incluidos 19.200 en Hitsats y Shimelba, según la Agencia de Etiopía para Asuntos de Refugiados y Retornados (ARRA).

Más de 5.000 de los que huyen de los campamentos destruidos terminaron en Mai Aini y una instalación vecina, Adi Harush, aunque nunca se sintieron a gusto en esos sitios, según el director de ARRA, Tesfahun Gobezay.

Muchos temen ser asociados con los soldados eritreos, que han sido implicados en la violación en masa de civiles del Tigré y masacres.

"Hay una creciente desconfianza entre los refugiados eritreos y las comunidades locales. Esa es una razón del temor", dijo Tesfahun a AFP.

La violencia que comenzó el 13 de julio en Mai Aini agravó esas ansiedades.

Comenzó luego de que los rebeldes, tras retomar la capital regional de Mekele a fines de junio, lanzaron una ofensiva para tomar territorios disputados en el sur y oeste del Tigré, donde están Mai Aini y Adi Harush.

ARRA acusó al TPLF de enviar artillería pesada a esos campamentos, saquear vehículos y bodegas e impedir la salida de los refugiados, creando algo similar a "una situación de rehenes".

El portavoz rebelde Getachew Reda refutó tales versiones.

"No tenemos problemas con los refugiados eritreos, y les daremos la protección que podamos", sostuvo.

- "Dormiremos en el lodo" -

Pese a esas garantías, los refugiados están empeñados en salir del Tigré.

"Los eritreos están siendo masacrados y apedreados en el Tigré", declaró Solomon Tesfamariam, repitiendo un reclamo no verificado de varios refugiados.

A la luz de la violencia reciente, las autoridades aceleran la reubicación de refugiados del sur de Tigré a un sitio de 91 hectáreas en Dabat.

La prioridad es para los que huyen de Hitsats y Shimelba, seguido de "los que tienen los mayores temores", indicó Tesfamariam.

Los primeros 79 refugiados llegaron la semana pasada, indicó la ONU.

Cuando AFP visitó el sitio a mediados de julio, era poco más que un terreno enlodado rodeados de trigales y áreas de pasteo.

Pero refugiados como Salomon dicen que quieren llegar de inmediato, incluso si las instalaciones no están listas.

"Dormiremos en el lodo si es necesario", aseguró.

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